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Charla «Shereen El-Feki: Cómo luchar contra una «epidemia» de malas leyes» de TEDxSummit en español.
Existe una epidemia de sida y con ella una epidemia de malas leyes, leyes que criminalizan el hecho de ser seropositivo. En TEDxSummit en Doha, la TED Fellow Shereen El-Feki ofrece una poderosa discusión acerca de cómo estas leyes no solo se basan en el estigma, sino que también contribuyen a que la enfermedad se propague.
- Autor/a de la charla: Shereen El Feki
- Fecha de grabación: 2012-04-18
- Fecha de publicación: 2012-05-24
- Duración de «Shereen El-Feki: Cómo luchar contra una «epidemia» de malas leyes»: 928 segundos
Traducción de «Shereen El-Feki: Cómo luchar contra una «epidemia» de malas leyes» en español.
Empecemos con una historia.
Érase una vez, de hecho, hace menos de dos años, en un reino no muy lejano, había un hombre que viajaba muchos kilómetros para ir a trabajar en la joya de la corona del reino: una compañía de fama internacional.
Llamémosla «Redes de la Isla».
Este reino tenía muchos recursos y grandes ambiciones, pero carecía de personas.
Así que invitó a trabajadores de todas partes del mundo para ir y ayudarle a construir la nación.
Sin embargo, para ingresar y quedarse estos emigrantes tenían que pasar algunas pruebas.
Y así que nuestro personaje se presentó a las autoridades del reino, esperando con muchas ganas empezar su nueva vida, pero algo inesperado sucedió.
El personal médico que le tomó muestras de sangre nunca le dijo para qué eran.
No se le ofreció asesoramiento antes o después de las pruebas, que es lo indicado.
Nunca se le informó el resultado del análisis.
Aun así, unas semanas después, lo arrestaron y lo llevaron a prisión donde fue sometido a un examen médico que incluía un examen completo a la vista de sus compañeros de celda.
Lo dejaron en libertad, pero uno o dos días después, lo llevaron al aeropuerto y lo deportaron.
¿Qué diablos hizo este hombre para merecer este trato? ¿Cuál fue su crimen tan terrible? Estaba infectado por el VIH.
Ese reino es uno de aproximadamente 50 países que imponen restricciones a las personas infectadas por el VIH que quieran entrar o quedarse en el reino.
El reino sostiene que sus leyes le permiten detener o deportar a los extranjeros que representen un riesgo para la economía, la seguridad, la salud pública o la moral del Estado.
Pero estas leyes, al aplicarse a personas infectadas por el VIH, son una violación a los acuerdos internacionales de derechos humanos de los que estos países son signatarios.
Pero ¿saben qué? Dejando de lado las cuestiones de principios, desde un punto de vista práctico, estas leyes contribuyen a ocultar la propagación del VIH.
Es menos probable que las personas accedan a hacerse exámenes, a tratarse o revelar su condición; nada de lo cual ayuda a estos individuos o a las comunidades que estas leyes pretenden proteger.
Hoy podemos prevenir la transmisión del VIH; con tratamiento, es una enfermedad manejable.
Atrás quedaron los días en que la única respuesta práctica a las enfermedades más temidas era proscribir a los enfermos, como en «El exilio del leproso».
Así que díganme por qué, en esta era de la ciencia, tenemos todavía leyes y políticas que provienen de la época de la superstición.
Rápidamente, levanten la mano los que hayan sido afectados por el VIH, ya sea por ser portadores del virus o por tener un familiar, amigo o colega infectado por el VIH.
Alcen la mano.
¡Caramba! Es un número grande de nosotros.
Ustedes saben mejor que nadie que el VIH muestra lo mejor y lo peor de los seres humanos.
Y las leyes reflejan estas actitudes.
No hablo solo de las leyes en los libros, sino de las que se aplican en las calles y las que se deciden en los tribunales.
No solo hablo de las leyes que se refieren a las personas infectadas por el VIH, sino de aquellos que corren el mayor riesgo de infección: personas que se inyectan drogas, trabajadores del sexo, hombres que tiene relaciones homosexuales, transexuales, emigrantes o presos.
En muchos lugares del mundo, esto incluye a mujeres y niños, que son especialmente vulnerables.
Hoy en muchos lugares del mundo hay leyes que reflejan lo mejor de la naturaleza humana.
Esas leyes tratan a las personas infectadas por el VIH con compasión y aceptación.
Esas leyes respetan los derechos humanos universales y se basan en la evidencia.
Esas leyes garantizan que los infectados por el VIH y las personas en mayor riesgo sean protegidos contra la violencia y la discriminación, y que tengan acceso a la prevención y al tratamiento.
Desafortunadamente, esas buenas leyes hacen contrapeso a todo un conjunto de muy malas leyes, basadas en el juicio moral, en el miedo y en la desinformación; leyes que castigan especialmente a personas infectadas por el VIH o a las que están en mayor riesgo.
Esas leyes van en contra de la ciencia, están basadas en el prejuicio, la ignorancia, en una reescritura de la tradición y en una lectura selectiva de la religión.
Pero, ¿saben qué? No tienen que creerme.
Vamos a escuchar a dos personas que se encuentran más afectadas por la ley.
El primero es el estadounidense Nick Rhoades.
Fue condenado por la ley del estado de Iowa por la transmisión y exposición del virus del VIH.
Sin embargo, no cometió ninguna de estas ofensas.
(Video) Nick Rhoades: Si algo es ilegal se le está diciendo a la sociedad que es inaceptable, que es un mal comportamiento.
Pienso que la severidad de ese castigo dice lo malo que eres como persona.
Eres un convicto de segunda clase, un agresor sexual de por vida.
Eres una persona realmente mala e hiciste algo muy malo.
Esto queda grabado en ti.
Pasas por el sistema correccional y todos te dicen lo mismo.
Piensas que eres una persona muy mala.
Shereen El-Feki: No es solo una cuestión de leyes injustas o ineficientes.
Algunos países tienen buenas leyes que podrían poner freno al VIH.
El problema es que la gente desacata estas leyes, pues el estigma da permiso no oficial para tratar a la gente infectada por el VIH o a aquellos en mayor riesgo de manera diferente a otros ciudadanos.
Esto es exactamente lo que les pasó a Helma y Dongo de Namibia.
(Video) Hilma: Me enteré cuando fui al hospital para un chequeo de maternidad.
La enfermera dijo que toda mujer embarazada debía hacerse también una prueba de VIH ese mismo día.
Me hice la prueba y el resultado dio positivo.
Ese fue el día en que me enteré.
La enfermera me dijo: «¿Por qué ustedes quedan embarazadas si saben que están infectadas por el VIH? ¿Por qué está embarazada si tiene el virus?» Ahora estoy segura de que esa fue la razón por la que me esterilizaron.
Porque soy seropositiva.
No me dieron los formularios ni me dijeron qué información había allí.
La enfermera simplemente vino con el formulario ya marcado en donde debía firmar.
Con los dolores de parto, no tuve la fuerza para pedirle que me lo leyera.
Solo firmé.
SE: Hilma y Nick y nuestro hombre en el reino forman parte de los 34 millones de personas que viven con el VIH, según cálculos recientes.
Son afortunados porque aún siguen vivos.
De acuerdo a esos cálculos, en 2010, 1,8 millones de personas murieron de enfermedades relacionadas con el sida.
Estos datos son terribles y trágicos.
Pero si miramos las estadísticas en términos más generales, veremos que podemos guardar la esperanza.
En términos mundiales, el número de nuevos infectados por el VIH está en descenso.
También a escala mundial, las muertes están empezando a disminuir.
Hay muchas razones para estos hechos positivos, pero una de las más notables es el aumento en el número de personas en todo el mundo que recibe terapia antirretroviral, las medicinas que se necesitan para mantener bajo control la enfermedad.
Aún hay muchos problemas.
Actualmente, solo la mitad de la gente que necesita el tratamiento lo recibe.
En algunos lugares del mundo, como aquí en el Cercano Oriente y en el norte de África, las nuevas infecciones van en aumento, así como las muertes.
Y el dinero que necesitamos para la respuesta global al VIH se está acabando.
Pero por primera vez en tres décadas de esta epidemia tenemos la oportunidad real de aceptar la existencia del VIH.
Para hacerlo debemos enfrentar una «epidemia» de muy malas leyes.
Es por esta razón que las agencias de las Naciones Unidas establecieron la Comisión Mundial sobre el VIH y la Legislación, de la que soy miembro, para determinar cómo el ambiente jurídico afecta a la gente infectada por el VIH y a aquellos en mayor riesgo, y para recomendar estrategias para hacer de las leyes los aliados, no los enemigos, de la respuesta global al VIH.
Les daré tan solo un ejemplo de la manera cómo un ambiente jurídico puede tener un impacto positivo.
La gente que se inyecta drogas es uno de los grupos que mencioné.
Corren un alto riesgo de contraer el VIH por medio del uso de agujas o parafernalia contaminadas y otros comportamientos riesgosos.
De hecho, 1 de cada 10 nuevas infecciones por el VIH ocurre entre la gente que se inyecta drogas.
Ahora bien, el uso de drogas o su posesión es ilegal en casi todos los países.
Pero algunos países son más severos al respecto que otros.
En Tailandia, la gente que usa drogas, o que se sospecha que las usan, es llevada a centros de detención, como este que ven aquí, en donde se supone que deben rehabilitarse.
No hay ninguna evidencia en absoluto que indique que llevar a la gente a estos centros los cure de su dependencia.
Sin embargo, hay suficiente evidencia que indica que encarcelar a la gente aumenta el riesgo de infección por el VIH u otras infecciones.
Sabemos cómo reducir la transmisión del VIH y otros riesgos en la gente que se inyecta drogas.
Esto se llama reducción del daño, e implica, entre otras cosas, proveer de agujas y jeringas nuevas, ofrecer terapia de sustitución con opioides y otros tratamientos basados en la evidencia para reducir la dependencia a las drogas.
Esta estrategia implica también dar información, educación y preservativos para reducir la transmisión del VIH.
Implica también ofrecer pruebas de VIH y asesoramiento y terapia psicológica en caso de infección.
Cuando el ambiente legal permite una disminución de los daños, los resultados son impresionantes.
Australia y Suiza son dos países que introdujeron la reducción del daño en una etapa muy temprana de sus epidemias de sida, y ahora tienen una tasa muy baja del virus entre las personas que se inyectan drogas.
Los Estados Unidos y Malasia introdujeron la reducción del daño un poco después, y tienen tasas más altas del VIH en estas poblaciones.
Sin embargo, Tailandia y Rusia no han introducido la estrategia de reducción del daño y tienen leyes estrictas que castigan el uso de drogas.
No es de sorprender que tengan altas tasas del VIH entre la población drogodependiente.
En la Comisión Mundial hemos analizado la evidencia y hemos conocido las experiencias de más de 700 personas de 140 países.
¿Cuál es la tendencia? Es clara.
Cuando se criminaliza a la gente infectada por el VIH o a aquellos en mayor riesgo, se exacerba la epidemia.
Crear una vacuna contra el VIH o una cura contra el sida es muy complicado.
Pero cambiar la ley, no.
De hecho, varios países han comenzado a hacer avances en varios aspectos.
Primero, los países deben revisar sus legislaciones en lo referente al VIH y a los grupos vulnerables.
Junto con esta revisión, los gobiernos deben revocar las leyes que castiguen o discriminen a la gente infectada por el VIH o que estén en mayor riesgo.
Revocar una ley no es fácil, es difícil, en especial cuando está relacionada con temas delicados como drogas y sexo.
Sin embargo, se puede hacer mucho mientras este proceso está en marcha.
Uno de los aspectos más importantes es la reforma de la policía de manera que tengan un mejor desempeño.
Por ejemplo, los trabajadores que distribuyen preservativos a las poblaciones vulnerables no deberían estar sometidos al acoso de la policía o a abusos o arrestos arbitrarios.
También podemos formar a los jueces de manera que encuentren flexibilidad en la ley y dictaminen desde una perspectiva más tolerante en vez de prejuiciosa.
Podemos modernizar las prisiones de manera que los reclusos tengan acceso a la prevención del VIH y a la reducción del daño.
La clave está en fortalecer a la sociedad civil puesto que esta es primordial para que los grupos vulnerables sean más conscientes de sus derechos.
Pero la concientización necesita acción.
Debemos asegurarnos de que la gente que vive con el VIH o que está en mayor riesgo tenga acceso a servicios jurídicos e igual acceso a los tribunales.
También es importante la comunicación con las comunidades de manera que cambiemos su interpretación de la ley religiosa o tradicional, que a menudo se usa para justificar el castigo y alimentar el estigma.
Para muchos de nosotros aquí el VIH es una amenaza real.
Nos ha tocado de cerca.
La ley, por otro lado, puede parecer remota, arcana, un tema de especialistas, pero no es así.
Pues para los que vivimos en democracias, o en países que aspiran a ser democracias, la ley comienza con nosotros.
Las leyes que tratan con respeto a la gente infectada por el VIH o a aquellos que están en mayor riesgo empiezan con la manera como nosotros mismos los tratamos: como iguales.
Si queremos detener la propagación del VIH, entonces ese es el cambio que hay que promover.
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/shereen_el_feki_hiv_how_to_fight_an_epidemic_of_bad_laws/