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TED Prize, el deseo de JR: usar el arte para poner el mundo al revés – Charla TED2011

Charla «TED Prize, el deseo de JR: usar el arte para poner el mundo al revés» de TED2011 en español.

JR, un artista urbano francés semi-anónimo, utiliza su cámara para mostrar el verdadero rostro del mundo, pegando la cara humana en lienzos gigantes. En TED2011, pide su deseo audaz para TED Prize: usar el arte para poner el mundo al revés. Aprende más acerca de su trabajo y de cómo se puede participar en insideoutproject.net.

  • Autor/a de la charla: JR
  • Fecha de grabación: 2011-03-02
  • Fecha de publicación: 2011-03-04
  • Duración de «TED Prize, el deseo de JR: usar el arte para poner el mundo al revés»: 1449 segundos

 

Traducción de «TED Prize, el deseo de JR: usar el arte para poner el mundo al revés» en español.

Hace dos semanas estaba en mi estudio en París, sonó el teléfono y oí: «Oye, JR, ganaste el TED Prize 2011.

Tienes que pedir un deseo para salvar al mundo».

Estaba perdido.

No podía salvar al mundo; nadie puede.

El mundo está jodido.

Vamos, que hay dictadores gobernando en el mundo, la población que crece de a millones, ya no quedan peces en el mar, el Polo Norte se derrite, y como dijo el último ganador del TED Prize: todos estamos engordando.


(Risas)
Salvo quizá los franceses.

Como sea.

Por eso la llamé y le dije: «Mira Amy dile a la gente de TED que no me voy a presentar.

No puedo hacer nada para salvar al mundo».

Y ella dijo: «JR, tu deseo no es salvar el mundo sino cambiarlo».

«Oh, está bien».


(Risas)
«Eso es genial».

Digo, la tecnología, los políticos, los negocios cambian el mundo…

no siempre para bien, pero lo hacen.

¿Y qué hay del arte?

¿Puede el arte cambiar el mundo?

Empecé a los 15 años.

Y en ese momento no pensaba en cambiar el mundo; hacía graffiti con mi nombre en todos lados y la ciudad como lienzo.

Andaba en los túneles de París y en los tejados con mis amigos.

Cada viaje era una excursión, era una aventura.

Era como dejar nuestra marca en la sociedad, como decir: «Estuve aquí» en el techo del edificio.

Y cuando encontré una cámara barata en el metro empecé a documentar esas aventuras con mis amigos y se las devolvía en forma de fotocopias fotos muy pequeñas de este tamaño.

Así fue que, a los 17 años, empecé a pegarlas.

Hice mi primera «expo de rue», que significa galería en la calle.

Y la enmarqué con color para que no se confunda con publicidad.

La ciudad es la mejor galería que podamos imaginar.

Nunca tenía que hacer un catálogo y presentarlo a una galería para que ellos decidan si mi obra era suficientemente buena para exponer.

Eso lo manejaba yo directamente con el público en las calles.

Eso es Paris.

Yo cambiaba -dependiendo de los lugares a los que iba- el título de la exposición.

Esa es en los Campos Elíseos.

Estaba muy orgulloso de esa porque tenía 18 años y estaba allí en lo alto de los Campos Elíseos.

Cuando desapareció la foto el marco aún seguía allí.


(Risas)
Noviembre de 2005: las calles arden.

Una gran ola de disturbios irrumpe en los primeros proyectos de París.

Todos estaban pegados a la TV mirando los disturbios, eran imágenes aterradoras tomadas desde la frontera del barrio.

Digo, estos niños descontrolados que arrojaban cócteles molotov, que atacaban a policías y bomberos, que saqueaban todo lo que podían de las tiendas.

Eran criminales, ladrones peligrosos productos de su propio entorno.

Y entonces lo vi –

¿sería posible?

– mi foto en una pared revelada por un auto en llamas -una pegada de carteles que había hecho el año anterior, una pegada ilegal, aún estaba allí.

Digo, estas eran las caras de mis amigos.

Conozco a estos muchachos.

Ninguno es un ángel pero tampoco son monstruos.

Fue un poco raro ver esas imágenes y esos ojos que me devolvían la mirada por la televisión.

Así que regresé con una lente de 28 mm.

Era la única que tenía en ese momento.

Pero con esa lente uno tiene que estar a unos 25 centímetros de la persona.

Por eso sólo puede hacerse con su confianza.

Así que hice 4 retratos de personas de Le Bosquet.

Ponían cara de miedo para interpretar su propia caricatura.

Y luego pegué carteles enormes por todas partes en las zonas burguesas de París con el nombre, edad, incluso el número de edificio de estos muchachos.

Un año después la exposición se exhibe frente de la alcaldía de París.

Y pasaron de las imágenes robadas y distorsionadas por los medios de comunicación a hacerse cargo orgullosamente de su propia imagen.

Ahí es donde me di cuenta del poder del papel y el pegamento.

¿Puede entonces el arte cambiar el mundo?

Un año más tarde estaba escuchando todo el ruido sobre el conflicto de Medio Oriente.

En ese momento, créanme, lo único de lo que se hablaba era del conflicto israelí-palestino.

Por eso con mi amigo Marco decidimos ir allí a ver quiénes eran los palestinos reales y los israelíes reales.

¿Son tan diferentes?

Cuando llegamos allí salimos a la calle empezamos a hablar con la gente en todos lados y nos dimos cuenta que las cosas eran un tanto diferentes de la retórica que escuchábamos en los medios.

Así que decidimos hacer retratos de palestinos e israelíes haciendo el mismo trabajo: taxistas, abogados, cocineros.

Les pedimos que hicieran caras en tren de compromiso.

No una sonrisa…

eso no dice mucho sobre quién es uno o qué siente.

Todos aceptaron ser pegados lado a lado.

Decidí hacer las pegadas en 8 ciudades israelíes y palestinas y a ambos lados del muro.

Lanzamos la mayor exposición de arte ilegal de todos los tiempos.

La llamamos Cara a Cara.

Los expertos dijeron: «Imposible.

La gente no lo va a aceptar.

El ejército les va a disparar y Hamas los va a secuestrar».

Dijimos: «Bueno, tratemos de ir lo más lejos que podamos».

Me encanta cuando me preguntan: «

¿Cuán grande va a ser mi foto?

» «Va a ser tan grande como tu casa».

Cuando hicimos la pared, hicimos la parte palestina.

Llegamos sólo con nuestras escaleras y nos dimos cuenta que no eran lo suficientemente altas.

Y el muchacho palestino dijo: «Tranquilos.

No, esperen.

Voy a encontrar una solución».

Fue a la Iglesia de la Natividad y trajo una antigua escalera tan vieja que pudo haber visto el nacimiento de Jesús.


(Risas)
Hicimos Cara a Cara con sólo 6 amigos, 2 escaleras, 2 brochas, un auto alquilado, una cámara y 1.800 m2 de papel.

Recibimos todo tipo de ayuda de todos los ámbitos de la vida.

Por ejemplo eso es Palestina.

Estamos en Ramallah en este momento.

Estamos pegando retratos…

ambos retratos en las calles de un mercado atestado.

La gente venía a vernos y preguntaba: «

¿Qué están haciendo aquí?

» «Oh, estamos haciendo un proyecto artístico y estamos poniendo a un israelí y a un palestino haciendo el mismo trabajo.

Y esos en particular son en realidad 2 taxistas».

Y luego siempre venía el silencio.

«

¿O sea que estás pegando un rostro israelí que está haciendo una mueca?

» «Bien, sí, sí, eso es parte del proyecto».

Y yo siempre salía de ese momento preguntándoles: «

¿Puedes decirme quién es quién?

» Y la mayoría no sabía decirlo.


(Aplausos)
Hicimos pegadas en las torres militares israelíes y no pasó nada.

Cuando uno pega una imagen es sólo papel y pegamento.

La gente puede romperlo, escribirlo, u orinar en él -algunos están un poco alto para eso, de acuerdo- pero las personas en la calle son los curadores.

La lluvia y el viento los quitará de todos modos.

No están pensados para perdurar.

Pero exactamente 4 años después las fotos, la mayoría de ellas todavía están allí.

Cara a Cara demostró que lo que pensábamos imposible era posible.

¿Y saben qué?

También era fácil.

No corrimos el límite, sólo mostramos que somos más de lo que cualquiera pensaba.

En Medio Oriente experimenté mi trabajo en lugares sin [muchos] museos.

Lo que sucedía en las calles era interesante.

Así que decidí ir más lejos en esta dirección e ir a lugares donde no haya museos.

Cuando uno va a estas sociedades en desarrollo las mujeres son los pilares de su comunidad pero los hombres son quienes toman las calles.

Eso nos inspiró para crear un proyecto en el que los hombres rindan homenaje a las mujeres publicando sus fotos.

Llamé a ese proyecto Mujeres Heroínas.

Al escuchar las historias dondequiera que iba en los continentes no siempre podía comprender las circunstancias complicadas de los conflictos que observaba.

A veces no había palabras, ni frases, sólo lágrimas.

Sólo tomé sus fotos y las pegué.

Mujeres Heroínas me llevó por el mundo.

A muchos de los lugares que fui decidí hacerlo porque supe de ellos por los medios.

Por ejemplo, en junio de 2008, estaba mirando TV en París y me enteré de esa atrocidad que estaba pasando en Río de Janeiro.

En la primera favela de Brasil, llamada Providencia, tres niños -tres estudiantes- fueron detenidos por el ejército porque no llevaban sus papeles.

Y el ejército los llevó, en vez de llevarlos a la estación de policía, los llevó a una favela enemiga donde fueron despedazados.

Me impactó.

Todo Brasil quedó impactado.

Escuché que era una de las favelas más violentas porque la controla el mayor cartel de drogas.

Decidí ir allí.

Cuando llegué…

no tenía ningún contacto con ninguna ONG.

Nadie me esperaba -ni agente de turismo, ni ONG, ni nada- no había testigos.

Salimos a caminar y conocimos a una mujer y le mostré mi libro.

Y ella me dijo: «

¿Sabes qué?

Tenemos hambre de cultura.

Necesitamos la cultura».

Así que salí y empecé con los niños.

Tomé algunas fotos de los niños y al día siguiente volví con los carteles y los pegamos.

Al otro día regresé y ya tenían rasguños.

¡Pero eso está bien! Yo quería que sientan que ese arte les pertenecía.

Entonces al otro día hice una reunión en la plaza principal y vinieron algunas mujeres.

Todas estaban relacionadas con los tres niños asesinados.

Estaba la madre, la abuela y la mejor amiga.

Todas querían gritar la historia.

Después de ese día todos en la favela me dieron luz verde.

Tomé más fotos y empezamos el proyecto.

Los señores de la droga estaban preocupados de que filmáramos en el lugar así que les dije: «

¿Saben qué?

No me interesa filmar la violencia ni las armas.

Ya hay demasiado en los medios.

Lo que quiero mostrar es la vida increíble.

Algo que he estado viendo a mi alrededor en los últimos días».

Esa es una pegada muy simbólica porque es la primera que hicimos que no se podía ver desde la ciudad.

Allí arrestaron a los tres niños y esa es la abuela de uno de ellos.

En esas escaleras siempre están los traficantes y hay un gran intercambio de fuego.

Todos en el lugar comprendieron el proyecto.

Y luego hicimos pegadas por todos lados…

en todo el morro.


(Aplausos)
Lo interesante es que los medios no podían entrar.

Digo, deberían verlo.

Tenían que filmarnos desde largas distancias en helicóptero con lentes muy largas y nos veíamos en la TV haciendo las pegadas.

Y publicaban números: «Por favor llamen a este número si saben qué está sucediendo en Providencia».

Simplemente hicimos un proyecto y nos fuimos pero los medios no lo sabían.

¿Cómo enterarse del proyecto?

Tuvieron que ir a buscar a las mujeres para que les expliquen.

De ese modo uno crea un puente entre los medios y las mujeres anónimas.

Seguimos viajando.

Fuimos a África, Sudán, Sierra Leona, Liberia, Kenia.

En lugares asolados por la guerra como Monrovia las personas vienen directamente a uno.

Quieren saber qué es lo que uno está haciendo.

Me preguntaban: «

¿Cuál es el objetivo de tu proyecto?

¿Son de una ONG?

¿Son de los medios?

» Arte.

Sólo hacemos arte.

Alguna gente pregunta: «

¿Por qué en blanco y negro?

¿No hay colores en Francia?

»
(Risas)
O dicen: «

¿Es que esta gente está muerta?

» Alguno que entendía el proyecto se lo explicaba a los otros.

Y para un hombre que no entendía, escuché a alguien decir: «Sabes, he estado aquí un par de horas tratando de entender, discutiendo con tus compañeros.

Durante ese tiempo no hemos pensado en qué vamos a comer mañana.

Eso es el arte».

Creo que es la curiosidad de las personas la que los motiva a entrar en los proyectos.

Y luego se convierte en mucho más.

Se vuelve deseo, necesidad, cantidad.

En este puente de Monrovia un ex-soldado rebelde nos ayudó a pegar el retrato de una mujer que podría haber sido violada durante la guerra.

Las mujeres siempre son las más perjudicadas durante el conflicto.

Esto es Kibera, Kenia, uno de barrios pobres más grandes de África.

Es posible que hayan visto imágenes de la violencia post-electoral acontecida en 2008.

Esta vez cubrimos los techos de las casas pero no usamos papel porque el papel no impide que la lluvia se filtre en las casas…

sí el vinilo.

Entonces el arte se vuelve útil y la gente se lo queda.

Lo que me encanta, por ejemplo, es que cuando uno ve allí el ojo más grande hay muchas casas dentro.

Y me fui allí hace unos meses…

las fotos aún están allí…

pero faltaba una parte del ojo.

Así que le pregunté a la gente qué pasó.

«Oh, ese tipo se mudó».


(Risas)
Cuando los techos estaban cubiertos, una mujer dijo en broma: «Ahora Dios me puede ver».

Cuando uno mira ahora a Kibera, Kibera devuelve la mirada.

Bueno, India.

Antes de empezar, para que lo sepan, cada vez que vamos a un lugar no contamos con un agente de turismo así que nos instalamos como comandos…

somos un grupo de amigos que llegan al lugar a tratar de hacer pegatinas en las paredes.

Pero hay lugares donde uno no puede pegar en una pared.

En la India era imposible pegar.

Oí que cultural y legalmente nos arrestarían ante el primer intento.

Por eso decidimos pegar blanco, blanco en las paredes.

Imaginen a unos tipos blancos pegando papeles blancos.

La gente venía y nos preguntaba: «Oigan,

¿qué están haciendo?

» «Oh, ya saben, haciendo arte».

«

¿Arte?

» Claro, estaban confundidos.

Pero ya saben que India tiene mucho polvo en las calles y cuanto más polvo hay disperso por el aire…

en el papel en blanco casi no puede verse pero hay una parte pegajosa como en el revés de una calcomanía.

Cuanto más polvo hay más se va a revelar la foto.

Así que simplemente caminamos por la calle los días siguientes y las fotos se revelaron por sí mismas.


(Aplausos)
Gracias.

Así que no nos atraparon esta vez.

Para cada proyecto…

este es un corto de Mujeres Heroínas.

(Música) Bien.

Para cada proyecto hacemos un corto.

La mayoría de lo que ven es un trailer de «Mujeres Heroínas» -sus imágenes, fotografía, tomadas una tras otra.

Y la foto siguió viajando incluso sin nosotros.


(Risas)

(Aplausos)
Con suerte pueden encontrar la película y entender el alcance del proyecto y lo que sintió la gente al ver esas fotos.

Porque eso es gran parte del proceso.

Hay capas detrás de cada foto.

Hay una historia detrás de cada imagen.

Mujeres Heroínas creó una dinámica nueva en cada comunidad y las mujeres continuaron con la dinámica cuando nos fuimos.

Por ejemplo: hicimos libros -no para la venta- que toda la comunidad recibía.

Pero para conseguirlo se lo tenía que firmar una de las mujeres.

Hicimos eso en la mayoría de los lugares.

Volvemos frecuentemente.

En Providencia, por ejemplo, en la favela, tenemos un centro controlado.

En Kibera cada año cubrimos más techos.

Porque, claro, cuando nos vamos la gente que quedaba en el borde del proyecto decía: «Oigan,

¿y mi techo?

» Así que decidimos volver al año siguiente y continuar con el proyecto.

Un punto muy importante para mí es que no uso marca ni patrocinadores empresariales.

Por eso no tengo responsabilidad con nadie más que conmigo mismo y con los sujetos.


(Aplausos)
Y eso para mí es una de las cosas más importantes en la obra.

Creo que hoy tan importante como el resultado es el modo de hacer las cosas.

Y eso ha sido siempre una parte importante de la obra.

Lo interesante es esa delgada línea que tengo entre imágenes y publicidad.

Acabamos de hacer algunas pegadas en Los Ángeles en otro proyecto en las últimas semanas.

Y me invitaron incluso a cubrir el museo MOCA.

Pero ayer la ciudad los llamó y les dijo: «Miren, vamos a tener que destruirlo porque puede ser usado para publicidad y porque por ley tiene que ser destruido».

Pero díganme

¿publicidad para qué?

Las personas que fotografié estaban orgullosas de participar en el proyecto y de tener su foto en la comunidad.

Pero me pidieron que les prometa algo.

Me pidieron: «Por favor, haz que nuestra historia viaje contigo».

Y así hice.

Eso es en París.

Eso es Río.

En cada lugar construimos exhibiciones con una historia, y la historia viajaba.

Ahora entienden el alcance del proyecto.

Eso es Londres, Nueva York.

Y hoy están con Uds en Long Beach.

Muy bien, hace poco empecé un proyecto de arte público en el que ya no uso mi obra.

Uso la obra de Man Ray, Helen Levitt, Giacomelli, la obra de otra gente.

Hoy no importa si es tu foto o no.

Lo que importa es lo que uno hace con las imágenes; lo que generan cuando son pegadas.

Así, por ejemplo, pegué la foto del alminar en Suiza unas semanas después que votaron la ley que prohíbe los alminares en el país.


(Aplausos)
Esta imagen de tres hombres con máscaras de gas fue tomada originalmente en Chernóbil y la pegué en el sur de Italia donde la mafia a veces entierra la basura bajo tierra.

De alguna manera, el arte puede cambiar el mundo.

No se supone que el arte cambie el mundo, que cambie cosas prácticas, pero sí que cambie las percepciones.

El arte puede cambiar la forma en que vemos el mundo.

El arte puede crear una analogía.

El hecho de que el arte no puede cambiar las cosas lo hace un lugar neutral para intercambios y discusiones y entonces permite cambiar el mundo.

Cuando hago mi trabajo recibo dos tipos de reacciones.

La gente dice: «Oh,

¿por qué no van a Irak o Afganistán?

Sería realmente útil».

O, «

¿Cómo podemos ayudar?

» Supongo que pertenecen a la segunda categoría y eso es bueno porque para ese proyecto les voy a pedir que tomen las fotos y las peguen.

Así que ahora mi deseo es: (simula redoble de tambor)
(Risas)
Deseo que defiendan algo que les preocupe participando en un proyecto de arte mundial y juntos vamos a poner el mundo al revés.

Y esto empieza ahora mismo.

Sí, a los presentes en la sala.

A todos los que miran.

Quería que ese deseo comience ahora.

Así, un proyecto que les apasione, una persona de la que quieran contar la historia, o incluso sus propias fotos; cuéntenme qué defienden.

Tomen las fotos, los retratos, súbanlas -les daré todos los detalles- y les enviaré el cartel de regreso.

Súmense en grupos y revelen cosas al mundo.

Los datos completos están en la página web: insideoutproject.net que se está lanzando hoy.

Lo que vemos cambia quienes somos.

Si actuamos juntos el todo es mucho más que la suma de las partes.

Por eso espero que, juntos, creemos algo que el mundo recuerde.

y esto comienza ahora mismo y depende de Uds.

Gracias.


(Aplausos)
Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/jr_my_wish_use_art_to_turn_the_world_inside_out/

 

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