Saltar al contenido
Deberes escolares » Charlas educativas » Tres formas de practicar el civismo – Charla TED Salon Doha Debates

Tres formas de practicar el civismo – Charla TED Salon Doha Debates

Charla «Tres formas de practicar el civismo» de TED Salon Doha Debates en español.

¿Qué es ser cívico? El periodista Steven Petrow busca respuestas en el significado original de la palabra, al mostrarnos que el civismo no debería definirse como conversaciones con lenguaje políticamente correcto o censura. Descubre tres formas en las que todos podemos trabajar para ser más cívicos y comenzar a hablar sobre nuestras diferencias con respeto.

  • Autor/a de la charla: Steven Petrow
  • Fecha de grabación: 2019-01-16
  • Fecha de publicación: 2019-02-13
  • Duración de «Tres formas de practicar el civismo»: 866 segundos

 

Traducción de «Tres formas de practicar el civismo» en español.

Quiero comenzar contándoles dos cosas sobre mí antes de entrar en la charla.

La primera es que llevo escribiendo sobre modales y civismo por más de 20 años como escritor de libros y columnista en revistas.

La segunda es que a mis amigos les preocupa invitarme a cenar ya que cualquier error que ocurra en la mesa probablemente termine en uno de mis artículos.


(Risas)
Así que los estoy observando allá atrás y en los portales.


(Risas)
Hablando de las cenas en grupos, les hablaré de una a la que fui en el 2015.

Para darles un contexto en el tiempo, esto fue en la época en la que Caitlyn Jenner salió a la luz pública, desponjándose de su identidad como Kardashian y comenzando su vida como activista transgénero.

En ese momento, escribí una columna en la revista People sobre la importancia de los nombres propios y cómo estos representan nuestra identidad.

Al no usarlos o usarlos inapropiadamente de alguna forma nos hace invisible.

Especialmente con Caitlyn Jenner, hablo de ella y del uso de sus pronombres.

Sus pronombres.

Asi que estoy en esta cena deliciosa, maravillosa, divertida…

cuando mi anfitriona comienza a quejarse de Caitlyn Jenner.

Decía que era una falta de respecto que Caitlyn Jenner la obligara a usar su nuevo nombre y pronombres, y no estaba de acuerdo.

Yo la escucho y, como hago meditación, me tomo esa pausa sagrada antes de responderle.


(Risas)
Y le recuerdo que cuando ella se casó, se cambió el nombre y tomó el nombre de su esposo.

Ese es el nombre que todos usamos con ella.

No lo usamos porque es su nombre legal sino por respeto.

Lo mismo va para la Sra.

Jenner.

No estuvo de acuerdo y no nos hablamos desde hace años.


(Risas)
Así que…

Me llaman el «cívico».

Probablemente sea una palabra con la que no están familiarizados.

No se usa comúnmente, proviene del latín y el francés, y se refiere al individuo que trata de vivir siguiendo un código moral e intenta ser un buen ciudadano.

La palabra «civismo» viene de allí y en su definición original se refiere a los ciudadanos dispuestos a sacrificarse por el beneficio de la ciudad y el bienestar común de todos.

En esta charla espero enseñarles tres maneras de actuar cívicamente según la definición original de civismo.

Mi primer problema es que el civismo es una palabra obsoleta.

Mi segundo problema es que el civismo se ha vuelto una mala palabra en este país, sin importar si eres de la derecha o de la izquierda.

En parte es porque el uso moderno de la palabra la relaciona con el decoro, que se refiere a la cortesía y el comportamiento formal.

Nos hemos alejado de la idea de ser buenos ciudadanos.

Voy a comenzar a hablarles sobre mis amigos de la derecha que relacionan el civismo con el lenguaje políticamente correcto.

Para ellos, hacer un llamado al civismo es similar a lo que George Orwell escribió en «1984»…

lo que él llamó la neolengua.

Este fue un intento por cambiar la forma en la que hablamos al cambiar forzosamente el lenguage que utilizamos.

Cambiar nuestras ideas mediante el cambio del significado de las palabras.

Creo que mi anfitriona tenía un poco a eso cuando se quejaba.

Entendí personamente el problema de la derecha con el civismo cuando escribí una columna sobre el entonces candidato Donald Trump.

Él había dicho que no tenía tiempo para el lenguage políticamente correcto, y creía que el país tampoco.

Lo tomé en serio, fue muy …

La audiencia estaba muy entregada al tópico, como se imaginarán.

Hubo miles de respuestas y esta me llamó la atención porque era representativa: «El lenguaje políticamente correcto es un sistema patológico que le permite a los liberales dominar la conversación, etiquetar, demonizar y callar la oposición».

Así que creo que para la derecha el civismo se traduce en censura.

Esa es la derecha.

Mis amigos de la izquierda también tienen un problema con él.

Por ejemplo, están esos que acosan a los funcionarios de la administración de Trump por apoyar el muro en la frontera.

Los han llamado groseros, repugnantes, de lo peor.

Luego de incidentes similares el año pasado, hasta el Washington Post…

que se inclina hacia la izquierda…

escribió una editorial y se puso de parte del decoro.

Decía que a los funcionarios habían que dejarlos cenar en paz.

Mm.

«Lo que realmente no es cívico aquí es el muro.

Le lanzan bombas lacrimógenas a los niños, separan a las familias».

Era lo que decían los manifestantes.

Imagínense si en este país nos hubiésemos puesto del lado del decoro y la cortesía a lo largo de la historia.

Piensen en las sufragistas.

Ellas marcharon, se pusieron en huelga.

Las asediaron y las arrestaron cuando demandaban el voto para las mujeres en la década de los 20.

También pienso en el reverendo Martin Luther King Jr., el padre de la desobediencia civil no violenta en EE.

UU.

Decían que su intento por promover la justicia racial y económica no era cívico.

Creo que ya pueden darse una idea de por qué el civismo se ha vuelto un problema, una mala palabra.

¿Acaso esto significa que no podemos estar en desacuerdo, expresar lo que sentimos?

Claro que no.

Recientement conversé con la Dra.

Carolyn Lukensmeyer.

Es una autoridad en materia de civismo en este país y la directora ejecutiva del Instituto Nacional para el Discurso Cívico.

Me dijo: «El civismo no significa aplacamiento o evitar discutir diferencias importantes.

Se trata de escuchar y hablar sobre esas diferencias con respeto».

En una democracia sana necesitamos hacer eso.

Yo lo llamo el compromiso respetuoso.

Pero el discurso civil también necesita reglas y límites.

Por ejemplo, hay una diferencia entre el lenguaje que es simplemente irrespetuoso o degradante y el discurso que incita al odio y a la intolerancia.

Y específicamente hacia ciertos grupos, como grups raciales y étnicos, como la comunidad LGBTQ, como las personas discapacitadas.

Lo que la generación copo de nieve llamamos «discurso del odio».

Y el discurso del odio conlleva a la violencia.

Para eso, en el otoño de 2018 escribí una columna sobre la Dra.

Christine Blasey Ford.

Recordarán que ella fue una de las mujeres que acusaba a Brett Kavanaugh, nominado a la Corte Suprema, de violación.

Entre los comentarios recibí este mensaje, un mensaje personal, que pueden ver aquí en la diapositiva.

Está bastante editada.


(Risas)
El mensaje tenía 50 palabras, de las cuales 10 eran insultos.

Insultaba a los demócratas, al presidente Obama, y hacia mí utilizaron un lenguaje bastante fuerte y vulgar.

Había una amenaza muy explícita en ese mensaje, por lo que los editores de The Post lo enviaron a las autoridades.

Ocurrió justo apenas después del incidente de las bombas que enviaron a los medios, por lo que todos estaban muy alertas.

En un contexto más amplio, hacía apenas unos meses que cinco empleados de un periódico de Maryland fueron asesinados.

Habían sido abaleados por un lector enojado.

«Callénse o verán».

Por la misma época uno de mis lectores había comenzado a acecharme en línea.

Al comienzo fue algo de poca importancia.

Era como por esta época el año pasado, yo aún tenía puesta la decoración de navidad, y él me envió un mensaje que decía: «Deberías guardar la decoración de navidad».

Luego un día comentó que mi perro estaba sin su collar y que yo había ido al mercado.

Más tarde me escribió y dijo: «Si alguien te disparara y te matara, no serías una pérdida».

Ojalá ese hubiese sido el final de la historia.

Porque unos meses más tarde, llegó a la puerta de mi casa todo enojado e intentó tirar la puerta.

Ahora tengo mi propio mazo, un sistema de seguridad y un bate de béisbol de Louisville Slugger.

(Suspira) «Cállate o verás».

¿Qué se puede hacer para evitar que el civismo se vuelva desagradable y violento?

Mi primera regla es desescalar el lenguaje.

He dejado de usar en mis artículos palabras que puedan causar reacciones.

Me refiero a palabras como «homofóbico», «racista», «xenófobo», «sexista».

Todas esas palabras.

Ellas causan reacciones.

Son incendiarias y no nos permiten llegar a un terreno en común.

No nos permiten conseguir un corazón en común.

En relación a esto, cuando John MacCain falleció en 2018 sus seguidores decían que él nunca hizo ataques personales.

En eso su opositores estaban de acuerdo y creo que eso fue lo que lo hacía notable.

Él desafió las políticas y las posiciones de otra gente pero nunca lo hizo personal.

Y esa es la segunda regla.

El problema del civismo no solo ocurre en EE.

UU.

En Holanda, están haciendo un llamado a la ofensiva del civismo, y como nos dice un filósofo holandés, el país está bajo el hechizo de «verhuftering».

Era una palabra que desconocía por lo que la investigué un poco.

En sentido general significa acoso y la desaparición de los buenos modales.

Significa algo mucho peor, pero eso es todo lo que les digo aquí.

Cuando existe una palabra para describir semejante problema es porque realmente hay un problema.

Y en el Reino Unido en el voto por el Brexit en 2016…

ha dividido al país incluso mucho más.

Un crítico de la ruputura llamó a los que la favorecían…

Amo esta frase…

«el cobarde cerebro de lagarto parroquial de la Gran Bretaña».

El cobarde cerebro de lagarto parroquial de la Gran Bretaña.

Eso es personal.

Eso me hace extrañar «Downton Abbey» y su patina de civismo.

Allí es donde yace la tercera regla: no confundamos decoro con civismo.

Incluso si tienes una condesa viuda tan fabulosa como Dame Maggie Smith.


(Risas)
[No seas derrotista.

Es tan de clase de media.] Voy a concluir con una última historia.

No hace mucho estaba en una panadería donde hacen unos panecillos ingleses espectaculares.

Una cola larga…

muchos panecillos.

Uno a uno los panecillos ingleses iban desapareciendo hasta que quedó una mujer entre el último panecillo y yo.


(Risas)
Gracias a Dios dijo: «Quiero un croissant».


(Risas)
Cuando llegó mi turno dije, «Quiero ese panecillo».

La persona detrás de mí…

No me había volteado, nunca lo vi…

gritó, «¡Ese es mi panecillo! Llevó esperando por 20 minutos en la cola».

Le dije: «

¿Quién eres tú?

Llevo esperando por 20 minutos en la cola y tú estás detrás de mí».

Crecí en Nueva York y fui a la escuela secundaria no lejos de aquí.

Y puedo parecerles muy cívico aquí, pero en estas calles puedo arrebatarle el taxi a cualquiera aquí.

Así que me sorprendí diciéndole a esta persona…

«

¿Quieres la mitad?

» «

¿Quieres la mitad?

» No lo pensé, solo lo dije.

Y él estaba sorprendido, podía verlo en su cara, me dijo, «Bueno,

¿qué tal si compro otro pastelillo y así compartimos?

» Y fue lo que hicimos.

Y nos sentamos a conversar.

No teníamos nada en común.


(Risas)
No teníamos nada en común: nacionalidad, orientación sexual, ocupación.

Pero gracias a ese gesto de amabilidad, a ese momento de conexión entablamos una amistad y nos mantenemos en contacto.


(Risas)
Aunque estaba sorprendido de que me llamaban el «cívico» luego de lo ocurrido.


(Risas)
Yo lo llamo la alegría del civismo.

La alegría del civismo.

Lo que me llevó a preguntarme, qué es lo bueno que dejamos pasar y no solo los problemas que evitamos cuando dejamos de actuar cívicamente.

Y cuando digo lo bueno me refiero a la amistad, a la conexión.

A compartir 1000 calorías.

También me refiero a eso, pero en una escala mayor.

En comunidades, en un país, en el mundo.

¿Qué nos estamos perdiendo?

Hoy estamos envueltos en una gran guerra civil de ideas y de identidad.

Y no tenemos reglas para ella.

Como saben, en la guerra existen reglas.

Piensen en los Convenios de Ginebra.

Es para garantizar que cada soldado sea tratado de forma humana, dentro y fuera del campo de batalla.

Creo que necesitamos un Convenio de Ginebra para el civismo para establecer las reglas y los parámetros para el discurso.

Que nos ayude a ser mejores ciudadanos en nuestras comunidades y países.

Si tengo algo que decir al respecto, basaría esas reglas en la definición original de civismo, del latín y del francés.

Civismo: Ciudadanos dispuestos a sacrificarse por el bienestar común de todos.

Por el beneficio de la ciudad.

Creo que entender civismo en esos términos no es una mala palabra.

Y espero que el ser cívico no desparezca o se haga obsoleto.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/steven_petrow_3_ways_to_practice_civility/

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *