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Charla «Tres ideas. Tres contradicciones. O no.» de TED2019 en español.
El especial «Nanette» de Hannah Gadsby rompió la comedia. En una charla sobre verdad y propósito, ella comparte tres ideas y tres contradicciones. O no.
- Autor/a de la charla: Hannah Gadsby
- Fecha de grabación: 2019-04-15
- Fecha de publicación: 2019-04-29
- Duración de «Tres ideas. Tres contradicciones. O no.»: 1113 segundos
Traducción de «Tres ideas. Tres contradicciones. O no.» en español.
Mi nombre es Hannah.
Y es un palíndromo.
Es una palabra que puedes deletrear igual al derecho y al revés, si puedes deletrear.
Pero la cuestión es…
(Risas)
toda mi familia tiene nombres palíndromos.
Es como una tradición.
Tenemos Mum [mamá], Dad (papá)…
(Risas)
Nan, Pop
(Risas)
y mi hermano, Kayak.
(Risas)
Ahí lo tienen.
Es solo una broma.
(Risas)
Me gusta comenzar las cosas con una broma porque soy comediante.
Ahora bien, hay dos cosas que ya saben de mí: Mi nombre es Hannah y soy comediante.
No estoy perdiendo el tiempo.
Y esto es lo tercero que pueden saber sobre mí: no creo estar calificada para dar mi opinión.
Una manera audaz de comenzar una charla, sí, pero es verdad.
Siempre he tenido mucha dificultad para transformar mi pensamiento en habla.
Entonces parece un poco contradictorio, que alguien como yo, que es mala hablando, pueda ser algo como una comediante de stand-up.
Pero aquí lo tienen.
Aquí lo tienen.
Es lo que es.
Primero intenté ser comedi..
comedia…
¿Lo ven?
¿Lo ven?
¿Lo ven?
(Risas)
Primero intenté ser comediante de stand-up a finales de mis 20, y a pesar de ser patológicamente tímida, virtualmente muda, con baja autoestima, y de no haber sujetado nunca un micrófono supe tan pronto como entré y estuve frente a la audiencia, supe, antes incluso de soltar mi primera broma, supe que de verdad me gustaba el stand-up, y que yo le gustaba al stand-up.
Pero de verdad, no pude resolver porqué.
¿Por qué podía hacer tan bien algo que en realidad me salía tan mal?
(Risas)
Simplemente no podía resolverlo, no lo podía entender.
Esto es, hasta que pude.
Ahora bien, antes de que les explique porqué es que puedo ser buena haciendo algo para lo que soy tan mala, déjenme prevenir mediante otra contradicción diciéndoles que no mucho después de resolver el porqué, decidí renunciar a la comedia.
Y antes de explicar ese «gato» oposicionista que acabo de lanzar entre las «palomas» pensantes, también debo contarles esto: renunciar catapultó mi carrera como comediante.
(Risas)
De verdad la impulsó, hasta el punto en que luego de abandonar la comedia, me volví la comediante de la que más se hablaba en el planeta, porque aparentemente, soy incluso peor planificando mi retiro que dando mi opinión.
Todo lo que he hecho hasta este momento, aparte de salpicarles algunos detalles biográficos es decirles indirectamente que tengo tres ideas que quiero compartir con Uds.
hoy.
Y lo hice compartiendo tres contradicciones: una, soy mala hablando, soy buena hablando; abandoné, no abandoné.
Tres ideas, tres contradicciones.
Y si se preguntan por qué hay solo dos cosas en mi llamada «lista de tres»…
(Risas)
les recuerdo que es literalmente una lista de contradicciones.
Sigan el paso.
(Risas)
La gente de TED me aconsejó que para una charla de esta duración, es mejor compartir una sola idea.
Yo dije que no.
(Risas)
¿Qué sabrían ellos?
Para explicar por qué decidí ignorar lo que es claramente un buen consejo, quiero llevarlos al principio de esta charla, específicamente, a mi broma sobre palíndromos.
Esa broma usa mi truco favorito del oficio del comediante, la regla de tres, en la cual se hace una declaración y luego se respalda con una lista.
Mi familia entera tiene nombres palíndromos: Mum, Dad, Nan, Pop.
Las dos primeras ideas de esa lista crean un patrón, y ese patrón crea expectativa.
Y luego lo tercero – ¡bam!, Kayak.
¿Qué?
Esa es la regla de tres.
Una, dos, ¡sorpresa! Ja ja.
(Risas)
La regla de tres no es solo fundamental en la manera que expreso mi arte, es también fundamental en la manera en que me comunico.
No cambiaré nada por nadie, ni siquiera para TED, lo cual, señalaré, se basa en tres ideas: tecnología, entretenimiento y decerebrados.
(Risas)
Funciona siempre,
¿no es así?
Pero se necesita más que solo bromas para ser capaz de triunfar como comediante profesional.
Es necesario ser capaz de transitar por esa delgada línea entre encantadora y conciliadora.
Y descubrí la manera más eficaz para lograr la cantidad de encanto necesario para compensar mi personalidad conciliadora no mediante bromas sino historias.
Entonces mis rutinas stand-up están llenas de historias: historias sobre crecer, mi historia de cuando salí del armario, historias sobre el abuso que que enfrenté, no solo por ser mujer sino una de mujer de talla grande y una mujer masculina.
Si miran mi trabajo en Internet, verifiquen la sección de comentarios para ver ejemplos de abuso.
(Risas)
Es el momento de la charla en el que pongo segunda marcha, y voy a contarles una historia sobre todo lo que acabo de decir.
En los últimos días de su vida, mi abuela estaba rodeada de gente, mucha gente, porque mi abuela era una matriarca del amor de una enorme y amorosa familia.
Si no han hecho la relación todavía, yo soy miembro de esa familia.
Tuve la suerte de poder despedirme de mi abuela el día que murió.
Pero ya que ella estaba aislada en sí misma para entonces, fue como un adiós unilateral.
Entonces pensé sobre muchas cosas, cosas que no había pensado por un tiempo largo, las cartas que solía escribirle a mi abuela cuando comencé la universidad, cartas que llené con historias divertidas y anécdotas que adorné para su diversión.
Y recordé que no podía articular la ansiedad y el miedo que me llenaba intentando darle forma a mi vida pequeñita en un mundo que sentía demasiado grande para mí.
Pero recordé encontrar consuelo en esas cartas, porque las escribí pensando en mi abuela.
Pero a medida que el mundo se volvía más y más abrumador y mi habilidad para manejarlo empeoró, en lugar de mejorar, dejé de escribir esas cartas.
No pensé que tuviese la vida sobre la que mi abuela hubiera querido leer.
La abuela no sabía que era gay, y seis meses antes de morir, de la nada, me preguntó si yo tenía novio.
Recuerdo hacer una decisión consciente en ese momento de no salir del armario con mi abuela.
Y lo hice porque sabía que su vida estaba llegando a su fin, y mi tiempo con ella era limitado, y no quería hablar sobre lo que nos hacía distintas.
Quería hablar sobre lo que nos conectaba.
Entonces cambié de tema.
Y en ese momento, se sintió como la decisión correcta.
Pero mientras fui testigo de como la vida de mi abuela se estrechaba hacia su final inevitable, no pude sino sentir que había cometido un error al no compartir una parte tan significativa de mi vida.
Pero también supe que había perdido mi oportunidad, como mi abuela solía decir, «Ah, bueno, ya es todo parte de la sopa.
Es demasiado tarde para sacar las cebollas».
(Risas)
Y pensé sobre eso, y pensé sobre cómo tuve que enfrentarme a demasiadas cebollas siendo una niña, siendo gay en un estado donde la homosexualidad era ilegal.
Y con ese pensamiento, pude ver lo acorralada que estaba en un bucle de vergüenza interna.
Y con eso, pensé sobre todos mis traumas: la violencia, el abuso, la violación que sufrí.
Y con todo ese puñado de pensamientos una idea, una pregunta, seguía viniéndome a la mente, para la que no tenía respuesta:
¿Cuál es el propósito de mi humanidad?
De toda mi familia, me sentí más parecida a mi abuela.
Quiero decir, compartimos la mayoría de los rasgos.
Últimamente no tanto.
La muerte cambia mucho a la gente.
Pero ese…
(Risas)
es el sentido del humor de mi abuela.
Pero la persona a la que más sentí que me asemejaba en el mundo era una madre, una abuela, una bisabuela, una tatarabuela.
¿Yo?
Yo representaba el final de mi rama en nuestro árbol genealógico.
Y no estaba muy segura de seguir conectada al tronco.
¿Cuál es el propósito de mi humanidad?
El año siguiente a la muerte de mi abuela fue el más intenso de mi vida en términos creativos.
Y supongo que es porque, al final mis pensamientos se reunieron más que dispersarse.
Mi proceso pensativo no es lineal.
Soy una pensadora visual.
Veo mis pensamientos.
No tengo memoria fotográfica, ni mi cabeza es una galería estática de pensamientos sensatamente recopilados.
Es más bien este lenguaje de jeroglíficos que evoluciona constantemente que he desarrollado y puedo entender fluidamente, y con el que puedo pensar profundamente, pero me es difícil traducirlo.
No sé pintar, dibujar, esculpir, ni siquiera sé tejer, y en cuanto a la escritura, soy buena en ello, pero es un proceso tortuoso de traducción y no siento que cumpla con lo que quiero lograr.
Y como dije, no soy muy buena a la hora de decir lo que pienso.
El habla siempre ha sido como un fotograma inadecuado para mi vida interior.
Todo esto para decir, que siempre entendí mucho más de lo que he sido capaz de comunicar.
El año anterior a que mi abuela falleciera, me diagnosticaron formalmente con autismo.
Para mí, fueron mayormente buenas noticias Siempre pensé que no podía llevar mi vida como una persona normal porque estaba deprimida y ansiosa.
Pero parece ser que estaba deprimida y ansiosa porque no pude llevar mi vida como una persona normal porque no era una persona normal, y no lo sabía.
Esto no significa que todavía no luche.
Cada día es una pequeña batalla, siendo honesta.
Pero al menos ahora sé cuál es mi lucha, y volver a la línea de salida de la normalidad no lo es.
Mi lucha no es escapar de la tormenta.
Mi lucha es encontrar el ojo de la tormenta lo mejor que pueda.
Quienes estamos en el espectro, además de encontrar calma mediante conductas repetitivas, rutinas y pensamiento obsesivo, encontré otra puerta sorpredente al ojo de la tormenta: la comedia de stand-up.
Y si necesitan más pruebas de que soy neurodivergente, sí, estoy calmada haciendo algo que horroriza a la mayoría de personas.
Aquí arriba estoy casi muerta por dentro.
(Risas)
El diagnóstico me dio un marco de trabajo en el que podría colgar partes de mí que nunca lograba entender.
Mi incompatibilidad de repente era compatible.
y por un tiempo, estuve mareada con esta nueva confianza en mi manera de pensar.
Pero después de que mi abuela falleció, esa confianza se desplomó, porque mi forma de hacer el duelo es mediante el pensamiento.
Y en ese dolor de pensamiento, pude entender claramente lo profundamente aislada que estaba y que siempre estuve.
¿Cuál era el propósito de mi humanidad?
Comencé a pensar mucho sobre como el autismo y el TEPT tenían tanto en común.
Y empecé a preocuparme, porque tenía ambos.
¿Podría desenredarlos alguna vez?
Siempre me dijeron que salir de un trauma se hacía a través de una narrativa cohesiva.
Yo tenía una narrativa cohesiva, pero seguía a merced de mis traumas.
Todo era parte de mi sopa, pero las cebollas seguían apestando.
Y en ese punto, me di cuenta de que contaba mis historias para hacer reír.
Había recortado la oscuridad, quitando el dolor y aferrándome a mi trauma para la comodidad de mi audiencia.
Estaba conectando otras personas mediante el humor, mientras yo quedaba profundamente desconectada.
¿Cuál era el propósito de mi humanidad?
No tenía una respuesta, pero sí tenía una idea.
Tuve la idea de contar mi verdad, toda mi verdad, no para compartir risas, sino para compartir el dolor literal, visceral de mi trauma.
Y pensé que lo mejor sería hacerlo a través de un espectáculo de comedia.
Y eso fue lo que hice.
Escribí un espectáculo de comedia que no respetaba el remate, esa remate donde se espera que los humoristas saquen sus golpes y los conviertan en cosquillas.
No paré.
Atravesé de un golpe ese remate directo al estómago metafórico de mi audiencia.
No los quería hacer reír.
Les quería quitar el aliento, dejarlos en shock, para que pudiesen escuchar mi historia y sentir mi dolor como individuos, no como una muchedumbre inconsciente y que ríe.
Y eso hice, y llamé a ese espectáculo «Nanette».
Ahora bien, muchos…
(Aplausos)
Muchos argumentan que «Nanette» no es un espectáculo de comedia.
Y pese a que estoy de acuerdo con que «Nanette» no es un espectáculo de comedia, esa gente aún está equivocada
(Risas)
porque han enmarcado su argumento para decir que he fallado en hacer comedia.
No fallé en hacer comedia.
Tomé todo lo que sabía sobre comedia todos los trucos, las herramientas, el conocimiento, lo tomé todo, y con ello, rompí la comedia.
No se puede romper la comedia con comedia si fallas en hacer comedia.
Flácido sea tu martillo.
(Risas)
(Aplausos)
Ese no era mi propósito.
Mi propósito no era simplemente romper la comedia.
Mi propósito era romper la comedia para poder reconstruirla y reformarla, reformarla en algo que pudiese sostener mejor todo lo que necesitaba compartir, y eso es a lo que me refería cuando dije que dejé la comedia.
Probablemente llegados a este punto dirán, «Sí, genial, pero
¿cuáles son las tres ideas exactamente?
Es un poco impreciso».
Me alegra haber hecho de cuenta que preguntaron.
(Risas)
Estoy segura de que algunos ya han identificado las tres ideas.
Son una multitud inteligente, según dicen, por lo que no estaría nada sorprendida.
Pero estarían sorprendidos de descubrir que no tengo tres ideas.
Les dije que tenía tres ideas, y eso fue una mentira.
Fue pura desorientación…
Soy muy divertida.
Lo que he hecho en su lugar es coger a manos llenas mis ideas como semillas, y las he esparcido a través de mi charla.
¿Y por qué hice eso?
Bueno, aparte de risitas, se reduce a algo que mi abuela solía decir.
«No es el jardín, es la jardinería lo que cuenta».
Y «Nanette» me enseñó la verdad de esa perogrullada.
Esperé que al romper el contrato de la comedia contando mi historia con toda su verdad y dolor que eso me empujaría más lejos en los márgenes de la vida y el arte.
Esperaba eso, y estaba dispuesta a pagar el costo para contar mi verdad.
Pero eso no fue lo que pasó.
El mundo no me alejó, me acercó.
Mediante un acto de desconexión, encontré conexión.
Y me llevó mucho tiempo entender que en el centro de esa contradicción está también en el corazón de la contradicción de porqué puedo ser tan buena en algo que soy tan mala.
Verán, en el mundo real, me es difícil hablar con personas porque mi neurodiversidad me dificulta pensar, escuchar, hablar y procesar nueva información todo a la vez.
Pero en el escenario, no tengo que pensar.
Preparo mis pensamientos por adelantado.
No tengo que escuchar.
Ese es su trabajo.
(Risas)
Y no tengo que hablar realmente, porque, estrictamente hablando, estoy recitando.
Entonces todo lo que queda es que yo lo haga lo mejor que pueda en crear una conexión auténtica con mi audiencia.
Y si algo me ha enseñado la experiencia de «Nanette», es que la conexión depende no solo de mí.
Uds.
juegan una parte.
«Nanette» puede haber empezado en mí, pero ella ahora vive y crece en un mundo entero en otras mentes, mentes que no comparto.
Pero con las que confío estar conectada.
Y en eso, ella es mucho más grande que yo, como el propósito de ser humano es mucho más grande que todos nosotros.
Hagan de eso lo que quieran.
Gracias, y hola.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/hannah_gadsby_three_ideas_three_contradictions_or_not/