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Charla «Tres maneras de solucionar el problema de los residuos textiles» de TED@Tommy en español.
¿Qué destino tiene la ropa que no compramos? Podría pensarse que los abrigos, los pantalones y los jerseys con cuello de tortuga terminan recibiendo algún uso, pero la mayoría (casi 13 millones de toneladas por año en los Estados Unidos) son arrojados a la basura. La industria de la moda genera residuos, y Amit Kalra quiere encontrar la solución. En esta charla, comparte algunas formas creativas en que la industria puede ir tomando mayor conciencia sobre el medio ambiente, y ganar ventaja competitiva al mismo tiempo.
- Autor/a de la charla: Amit Kalra
- Fecha de grabación: 2017-11-14
- Fecha de publicación: 2018-02-15
- Duración de «Tres maneras de solucionar el problema de los residuos textiles»: 587 segundos
Traducción de «Tres maneras de solucionar el problema de los residuos textiles» en español.
Hace unos años decidí buscar la forma más económica de vestir a la moda.
Lógicamente fui a parar a una tienda de segunda mano, un maravilloso mundo de trastos ajenos, listos para ser recogidos y transformarse en mi preciado tesoro.
Ahora bien, no buscaba la típica camiseta retro de segunda mano.
Para mí, el verdadero estilo es el punto donde se cruzan el diseño y la individualidad.
Y para poder aprovechar al máximo lo que iba comprando, compré una máquina de coser para poder adaptar prendas del estilo de los 90 a una estética más contemporánea.
Desde ese momento yo mismo hago y reformo mi ropa, y por ello mi guardarropa es absolutamente personal.
Pero mientras miraba esa cantidad interminable de ropa en estas tiendas de segunda mano, me empecé a preguntar:
¿Adónde va a parar toda la ropa que no compro, las cosas que ya no están de moda y quedan allí, arruinándose en estas tiendas de segunda mano?
Yo trabajo en la industria de la moda, en el área mayorista, y noté que algunos de los artículos que vendemos terminan en las estanterías de estas tiendas.
Así, esa pregunta empezó a resonar en mi vida laboral también.
Comencé a investigar y al poco tiempo descubrí una cadena de distribución alarmante que me introdujo a una inquietante realidad.
Descubrí que las prendas que yo miraba en estas tiendas de segunda mano representaban una pequeña porción del total de prendas que desechamos cada año.
En EE.
UU., sólo el 15 % de todos los desechos textiles y de prendas que anualmente se generan termina siendo donado o reciclado de alguna manera.
Esto significa que el otro 85 % de los desechos textiles y de vestimentas termina en vertederos de basura cada año.
Quiero ahora ponerlo en perspectiva, porque no creo que ese 85 % le hace justicia al problema.
Significa que casi 13 millones de toneladas de desechos textiles y de vestimentas terminan en vertederos de basura todos los años solo en EE.
UU.
Esto equivale, en promedio, a 200 camisetas por persona que terminan en la basura.
En Canadá desechamos tal cantidad de ropa que alcanza para llenar el estadio más grande de mi ciudad, Toronto, cuya capacidad es para 60 000 personas, con una montaña de ropa que triplica el tamaño de ese estadio.
Ahora bien, aun así, creo que los canadienses son los más corteses en América del Norte, así que no se enojen con nosotros.
(Risas)
Lo que me sorprendió aun más fue que la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, detrás del gas y del petróleo.
Es importante hacer esta comparación.
No defiendo la industria del gas y del petróleo pero no sorprende saber que es la más contaminante.
Simplemente, di por sentado que esa industria, con o sin razón, no se preocupa demasiado por adherir al status quo, donde la tecnología no cambia demasiado y el objetivo está puesto en la rentabilidad a expensas de un futuro sustentable.
Pero lo sorprendente fue que la industria de la moda ocupaba el segundo lugar.
Porque mantener el status quo se opone a lo que la industria de la moda representa.
La lamentable realidad es no sólo que desperdiciamos gran parte de lo que consumimos, sino que usamos mucho para producir las prendas que compramos cada año.
En promedio, las prendas que compra una familia por año requieren 1000 cubos de baño llenos de agua para ser producidas.
Mil cubos de baño, por familia, por año.
Es mucha agua.
Parece ser que la industria, que siempre ha estado y probablemente siempre estará a la cabeza del diseño, crea productos diseñados para ser cómodos, modernos y expresivos, pero no están realmente diseñados para ser sustentables o reciclados, para el caso.
Pero esto puede cambiar.
Creo que la aptitud de la industria de la moda para el cambio es justamente lo que debería llevarla a defender prácticas comerciales sustentables.
Para empezar, habría que diseñar indumentaria que fuera reciclable al final de su vida útil.
Eso sí, el diseño de vestimentas reciclables debe ser tarea exclusiva de los profesionales.
Pero, como aficionado de 24 años a las tiendas de segunda mano, equipado con una máquina de coser, humildemente propondría diseñar ropa con el concepto de los bloques de Lego.
Cuando unimos los ladrillos de Lego, son fuertes, pero fáciles de manipular.
Por naturaleza, se basa en módulos.
El diseño de ropa, tal y como está concebido hoy, es muy poco modular.
Tomemos esta chaqueta como ejemplo.
Es una chaqueta común, con sus botones, sus cremalleras y sus ribetes.
Pero para poder reciclarla de manera efectiva, primero hay que poder retirar esos accesorios con facilidad y quedarse con el género.
Una vez que tenemos el género, hay que rasgarlo, deshilacharlo y volver a fabricar hilos para hacer una nueva tela y, finalmente, nuevas prendas, sea una nueva chaqueta o camiseta, por ejemplo.
Pero este proceso se dificulta por los elementos extra: los botones, las cremalleras y los ribetes.
Ocurre que estas cosas son realmente difíciles de quitar, y suele demandar más tiempo o más dinero desmontar una chaqueta como esta.
A veces, resulta más económico deshacerse de ella que reciclarla.
Pero esto puede cambiar si diseñamos prendas con el concepto de módulos para poder desmontarlas fácilmente una vez cumplida su vida útil.
Esta chaqueta podría rediseñarse con una estructura de alambre oculta en su interior, como el esqueleto de un pez, que mantiene unidas las piezas importantes.
Esta estructura invisible en forma de esqueleto puede contener las cremalleras, los botones y los ribetes cosidos a esa estructura y luego adosados a la tela.
Así, cuando la vida útil de la prenda llega a su fin, basta retirar el esqueleto y la tela queda libre mucho más rápido y fácil que antes.
Ahora bien, el reciclado de prendas es una pieza del rompecabezas.
Pero si deseamos tomar más en serio la solución al impacto ambiental causado por la industria de la moda, debemos dar otro paso, que es empezar a diseñar prendas que puedan descomponerse al final de su vida útil.
La mayoría de la ropa que usamos tiene una vida media de tres años.
Sé que muchos guardamos joyas en los cajones, desde hace mucho más tiempo que esa ropa, lo cual está muy bien.
Porque prolongar la vida útil de una prenda por al menos nueve meses reduce en un 20-30 % los residuos y el uso de agua que esa prenda ha ocasionado.
Pero la moda es la moda.
Esto significa que los estilos siempre irán cambiando y quizá, de acá a ocho temporadas, usaremos una ropa distinta a la que usamos hoy, por mucho que queramos defender el medio ambiente.
Pero, por suerte, algunos artículos nunca pasan de moda.
Me refiero a las prendas básicas: calcetines, ropa interior, incluso los pijamas.
Nos da culpa usar estas prendas hasta dejarlas en pésimas condiciones, y muchas veces las tiramos a la basura porque no quedaría muy bien donar nuestros calcetines, viejos, rotos y agujereados a una tienda de segunda mano.
Pero
¿y si pudiéramos descomponer estas prendas en lugar de tirarlas al bote de basura?
Los beneficios ambientales podrían ser inmensos, y lo único que debemos hacer es asignar más recursos para fabricar este tipo de prendas usando fibras más naturales, como 100 % de algodón orgánico.
Ahora bien, el reciclado y la descomposición son dos prioridades fundamentales.
Pero hay algo más que debemos replantearnos: la forma en que se tiñen los géneros.
Actualmente, del 10 al 20 % de las tinturas químicas en uso terminan en cuerpos de agua cercanos a centros de producción en países en desarrollo.
El tema es que estos químicos agresivos son muy efectivos en mantener el color de una prenda un largo período de tiempo.
Son estos los químicos los que hacen que el rojo intenso de un vestido conserve ese tono por muchos años.
Pero
¿y si usáramos algo diferente?
¿Qué pasaría si usáramos lo que hay en el armario de la cocina para teñir la ropa?
¿Por qué no usar especias y hierbas para teñir las prendas?
Existe una infinidad de alimentos que permiten teñir telas, pero esas tinturas cambian de color con el tiempo, dándoles una apariencia muy distinta a las teñidas con químicos agresivos, que son las que usamos.
Pero teñir las prendas de manera natural nos permitiría adoptar un estilo más personal y ser más respetuosos del medio ambiente.
Pensémoslo.
La moda actual está ligada a la individualidad.
Tiene que ver con manejar la apariencia personal y ser lo suficientemente distinto para destacarse.
Hoy en día, todos pueden mostrar su marca, su estilo personal, a todo el mundo, en las redes sociales.
Los pequeños anuncios que vemos en las publicaciones de Instagram están repletas de modelos y creadores de tendencias que exhiben su individualidad a través de sus micromarcas personales.
Pero
¿qué podría ser más personalizado, más exclusivo, que prendas que cambian de color con el tiempo?
Prendas que con cada lavado y con cada postura se transforman en únicas.
Los jeans rasgados tienen gran aceptación desde hace varios años, de manera que serían otro ejemplo de prendas que tenemos en el closet y que evolucionan con nosotros.
Esta camisa, por caso, para disgusto de mi madre y del estado de su cocina, la teñí en mi casa, con cúrcuma, antes de venir hoy aquí.
Esta camisa nunca aparecerá en publicaciones de nuestro Instagram.
Es única, pero lo más importante es que está teñida de manera natural.
No sugiero con esto que todos deberían teñir sus prendas en el fregadero de la cocina.
Pero si pudiéramos aplicar este proceso, u otro parecido, a escala comercial, seríamos mucho menos dependientes de estos químicos agresivos para poder teñir prendas.
La industria de la moda se estima en USD 2.4 billones, y es ferozmente competitiva.
Por ello, si un producto puede comercializarse a escala y a su vez se le asegura al cliente que cada prenda será más exclusiva con el tiempo, ese producto tendrá una gran ventaja competitiva.
Hace años que las marcas ofrecen personalizar sus productos.
El ascenso de servicios de comercio electrónico, como Indochino, plataforma para diseñar la propia ropa, y Tinker Tailor, otra plataforma para personalizar prendas, han permitido al cliente adaptar las prendas a su gusto, desde el sofá.
Nike y Adidas llevan años liderando las plataformas de personalización de calzado.
Poder ofrecer individualidad a escala es un desafío que debe enfrentar la mayoría de los negocios de venta directa al público.
En definitiva, si esto se logra y a la vez se ofrece un producto ecológico, podría producirse un verdadero cambio sísmico en la industria.
Y en este punto, no se trata sólo de beneficiar al medio ambiente, sino de cuál es el balance final.
No existe una solución para todo y ninguna se logra en un solo paso.
Pero podemos empezar diseñando prendas con la idea de que alguna vez les llegará su fin.
La industria de la moda es la industria perfecta para experimentar y adoptar los cambios que nos lleve al futuro sustentable que tan imperiosamente necesitamos.
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/amit_kalra_3_creative_ways_to_fix_fashion_s_waste_problem/