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Charla «Tres maneras ingeniosas para ahorrar agua» de TED@BCG Milan en español.
Según la ONU, aproximadamente una de cada tres personas en el mundo vive en un país donde el agua escasea. Y el 95 % de la población mundial vive en países que tienen menos agua hoy de la que tenían hace 20 años. Lana Mazahreh creció en Jordania, donde el agua escasea desde 1973, por lo que aprendió a ahorrar agua desde niña. En esta charla práctica, Lana comparte tres lecciones procedentes de los países pobres en agua que pueden ayudar a encarar lo que rápidamente se está convirtiendo en una crisis global.
- Autor/a de la charla: Lana Mazahreh
- Fecha de grabación: 2017-10-04
- Fecha de publicación: 2018-01-03
- Duración de «Tres maneras ingeniosas para ahorrar agua»: 682 segundos
Traducción de «Tres maneras ingeniosas para ahorrar agua» en español.
En marzo del 2017, el alcalde de Ciudad del Cabo declaró a la ciudad zona de desastre, oficialmente, ya que su suministro de agua se agotaría en menos de cuatro meses.
Los residentes estaban limitados a 100 litros de agua por persona, por día.
Pero
¿qué significa eso realmente?
Con 100 litros de agua por día uno puede ducharse cinco minutos, lavarse la cara dos veces y quizá activar el agua del inodoro unas cinco veces.
Todavía no se han lavado los dientes, no han lavado la ropa y, definitivamente, no han regado las plantas.
Desafortunadamente, no se lavaron las manos tras activar el inodoro.
Y no han tomado ni un sorbo de agua.
El alcalde dijo que esto requería establecer una nueva relación con el agua.
Hoy, siete meses más tarde, puedo compartir con Uds.
dos cosas sobre mi segundo hogar.
Primera: Ciudad del Cabo aún tiene agua potable.
Pero desde el 3 de septiembre el límite de 100 litros bajó a 87 litros.
El alcalde dijo que, de ahora en adelante, la sequía será el estado normal.
Segunda: lo que está pasando en Ciudad del Cabo está sucediendo en muchas otras ciudades y países del mundo.
Según la FAO de Naciones Unidas, excluyendo los países de los cuales no tenemos datos, menos del 5 % de la población mundial vive en un país que tiene más agua ahora de la que tenía hace 20 años.
Todo el resto está viviendo en un país que ahora tiene menos agua.
Y casi uno de cada tres vive en un país que enfrenta una crisis de agua.
Crecí en Jordania, un país pobre en agua que ha tenido escasez absoluta desde 1973.
En el 2017 solo 10 países del mundo tenían menos agua que Jordania.
Así que lidiar con la falta de agua es algo que está arraigado en mi alma.
A la edad que aprendí a escribir mi nombre también aprendí la necesidad de conservar el agua.
Constantemente, mis padres nos recordaban a mis hermanos y a mí que debíamos cerrar el grifo al lavarnos los dientes.
Solíamos llenar globos con harina, en lugar de agua, cuando jugábamos.
Es igual de divertido.
(Risas)
Y hace unos años, cuando mis amigos y yo hicimos el ‘Reto del balde de agua fría’, usamos arena.
(Risas)
Y puede que piensen que es fácil, que la arena no está helada.
Pero les prometo, la arena se mete en todas partes y nos llevó siglos librarnos de ella.
Pero quizá no me daba cuenta, mientras jugaba con globos de harina de niña o vertía arena sobre mi cabeza de adulta, que algunas de estas técnicas, que nos resultan tan naturales a mí y a quienes viven en países secos, pueden ayudarnos a solucionar lo que rápidamente se está convirtiendo en una crisis mundial.
Deseo compartir tres lecciones hoy, tres lecciones de los países pobres en agua.
Y hablar de cómo sobrevivieron, y hasta prosperaron, pese a su crisis de agua.
Primera lección: decirle a la gente cuánta agua tiene realmente.
Para resolver un problema necesitamos aceptar que lo tenemos.
Cuando se trata del agua la gente puede, fácilmente, hacer la vista gorda, pretendiendo que si el agua sale del grifo ahora, todo siempre estará bien.
Pero algunos países inteligentes afectados por la sequía han adoptado medidas simples e innovadoras para asegurar que sus ciudadanos, sus comunidades y compañías sepan qué tan secos son sus países.
Este año estuve en Ciudad del Cabo y vi esta valla en la autopista que indicaba cuánta agua le quedaba a la ciudad.
Es una idea que pueden haber tomado de Australia.
Cuando ese país encaró una de las peores sequías de su historia entre 1997 y 2009, los niveles de agua en Melbourne bajaron a casi el 26 %.
Pero la ciudad no les gritó a las personas.
No les rogó que no usaran agua.
Usaron vallas electrónicas que centellaban los niveles de agua disponibles para que las vieran todos los ciudadanos.
Le contaban a la gente cuánta agua tenían, honestamente, para que, por sí mismos, actuaran responsablemente.
Hacia el final de la sequía esto había generado sentido de urgencia y espíritu comunitario.
Casi uno de cada tres ciudadanos de Melbourne había invertido en instalar en sus casas tanques que recogen agua de lluvia.
Los ciudadanos hicieron más que instalar tanques.
Ayudados por la ciudad hicieron algo que tuvo un impacto aún mayor.
Esto me lleva a la segunda lección: empoderar a la gente para que ahorre agua.
Melbourne quería que la gente gastara menos agua en sus hogares.
Y una manera era pasando menos tiempo en la ducha.
Pero las entrevistas revelaron que algunas personas, particularmente las mujeres, no estaban muy dispuestas a ahorrar agua de esa manera.
Algunas dijeron honestamente: «En la ducha no solo me limpio, es mi santuario.
Es un lugar donde voy a relajarme».
Así que la ciudad empezó a ofrecer cabezales de ducha eficientes, gratuitamente.
Ahora algunos se quejaron de que los cabezales eran feos o que no combinaban con sus baños.
Así que «El equipo de cabezales», como me gusta llamarlo, desarrolló un pequeño regulador para el flujo de agua que puede ser utilizado con los cabezales existentes.
Aunque la belleza del cabezal no me importa mayormente, me encanta cómo el equipo no se rindió y llegó a una solución simple y única que empodera a la gente para que ahorre agua.
En el lapso de cuatro años reemplazaron más de 460 000 cabezales de ducha.
Cuando introdujeron el pequeño regulador, hubo más de 100 000 órdenes.
Melbourne logró reducir su demanda de agua per cápita en el 50 %.
En los Emiratos Árabes Unidos, el segundo país con mayor escasez de agua del mundo, unos oficiales diseñaron el «El kit de herramientas para los héroes de los negocios» en el 2010.
La meta era motivar y empoderar a las empresas para que redujeran su consumo de agua y energía.
El kit enseñó a las compañías a medir su consumo de agua de manera práctica e incluía consejos para disminuirlo.
Y funcionó.
Cientos de organizaciones descargaron el kit.
Y varias se unieron a la «Red de Héroes Corporativos», donde las compañías pueden, voluntariamente, asumir el reto de reducir su consumo de agua hasta niveles predeterminados en el periodo de un año.
Las compañías que completaron el reto ahorraron un 35 % de agua en promedio.
Una compañía, por ejemplo, implementó todos los consejos de ahorro que pudo en sus oficinas.
Reemplazaron sus técnicas de desagüe de inodoros, sus grifos, cabezales…
todo lo que pudieron.
Si ahorraba agua, lo reemplazaron.
Finalmente, redujeron el consumo de sus empleados a la mitad.
Empoderar a individuos y compañías para que ahorren es crítico pero no es suficiente.
Los países necesitan mirar más allá del status quo e implementar acciones a nivel nacional para ahorrar agua.
Lo que me lleva a la tercera lección: buscar soluciones innovadoras.
El ahorro de agua puede venir de lugares inesperados.
Singapur es el octavo en la lista de países del mundo con menos agua.
Depende de la importación de agua para el 60 % de sus necesidades de agua.
También es una isla muy pequeña.
Por ello, necesita usar todo espacio posible para recolectar la lluvia.
Así que en el 2008 construyeron Marina Barrage, el primer reservorio urbano de agua construido en medio de una ciudad-estado.
Es el recolector de agua más grande del país, su tamaño es casi un sexto del de Singapur.
Lo que es más asombroso de Marina Barrage es que fue construido para aprovechar al máximo su gran tamaño y su inesperada pero importante ubicación.
Ofrece al país tres valiosos beneficios: ha incrementado la reserva de agua de Singapur en un 10 %, protege las áreas bajas de inundaciones, por su conexión con el mar; y, como pueden ver, actúa como una hermosa atracción turística donde se organizan eventos, desde exhibiciones de arte hasta festivales de música, atrae a trotadores, ciclistas y turistas a toda el área.
No todas las iniciativas necesitan ser despampanantes ni siquiera necesitan ser visibles.
Mi primer hogar, Jordania, se dio cuenta de que la agricultura consume la mayor parte de su agua dulce.
Querían alentar a los granjeros a enfocarse en cultivos que necesitaran poca agua.
Para conseguirlo, la agricultura local aumentó sus cultivos de palmeras datileras y viñedos.
Los dos toleran las sequías mucho mejor que otros frutos y vegetales y, al mismo tiempo, son considerados cultivos de alto valor, tanto local como internacionalmente.
La gente de Namibia, uno de los países más áridos del sur de África, ha bebido agua reciclada desde 1968.
Puede que me digan que muchos países reciclan agua.
Y diría que sí, pero muy pocos la usan para beber.
Sobre todo, porque a la gente no le gusta la idea de que el agua del inodoro termine en el grifo.
Pero Namibia no podía permitirse pensar de esa manera.
Buscaron soluciones innovadoras para ahorrar agua.
Ahora son un gran ejemplo de cómo, cuando un país purifica las aguas servidas hasta el estándar del agua potable, puede aliviar su escasez de agua y, en el caso de Namibia, proveer de agua potable a más de 300 000 ciudadanos en su capital.
Ahora que países que solían ser ricos en agua están volviéndose escasos en agua, yo opino que no es necesario reinventar la rueda.
Podemos ver lo que los países pobres en agua han hecho, las soluciones que ya existen.
Realmente, depende de todos nosotros el tomar cartas en el asunto.
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/lana_mazahreh_3_thoughtful_ways_to_conserve_water/