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Charla «Un ícono del mundo del espectáculo habla de una vida llena de sentido» de TED2016 en español.
Desde la década del 70 en adelante, el productor televisivo Norman Lear tuvo un impacto en las vidas de millones de personas con las comedias de situación que se convirtieron en hitos culturales, como por ejemplo «All in the Family», «The Jeffersons» y «Good Times», más allá de los límites de la época y que dieron voz en horario de máxima audiencia a grupos poco representados en la sociedad estadounidense. En una entrevista íntima y elegante con Eric Hirshberg, Norman comparte con humildad y humor la experiencia de su temprano contacto con «el absurdo de la condición humana» que marcó su vida y su visión creativa.
- Autor/a de la charla: Norman Lear
- Fecha de grabación: 2016-02-16
- Fecha de publicación: 2016-06-02
- Duración de «Un ícono del mundo del espectáculo habla de una vida llena de sentido»: 1186 segundos
Traducción de «Un ícono del mundo del espectáculo habla de una vida llena de sentido» en español.
Eric Hirshberg: Supongo que Norman no necesita presentación.
Pero el público de TED es global, es diverso, así que me pidieron partir de su biografía, para la cual fácilmente necesitaré 18 minutos.
Así que cubriremos 93 años en 93 segundos o menos.
(Risas)
Nació en New Hampshire.
Norman Lear: New Haven, Connecticut.
EH: New Haven, Connecticut.
(Risas)
NL: Acabo de perder 7 segundos.
EH: Eso es.
(Risas)
Nació en New Haven, Connecticut.
Su padre era un estafador si no me equivoco.
Fue encarcelado cuando Ud.
tenía nueve años.
Ud.
participó en 52 misiones como piloto de combate en la Segunda Guerra Mundial.
Luego…
NL: Radiofonista.
EH: Llegó a Los Ángeles para conquistar Hollywood, empezó en la publicidad, luego hizo carrera en televisión.
No tenía formación como escritor pero se abrió camino.
Debutó con una pequeña serie llamada «All in the Family» y siguió su ascenso a la fama con un sinfín de éxitos que hasta la fecha siguen inigualables en Hollywood: «Sanford and Son», «Maude», «Good Times», «The Jeffersons», «One Day at a Time», «Mary Hartman, Mary Hartman», solo para nombrar algunos.
No solo todos fueron un éxito comercial,
(Aplausos)
sino que cambiaron la cara de la cultura popular estadounidense, dando voz a grupos poco representados en la sociedad en horario de máxima audiencia.
Ud.
tuvo 7 series en el top 10 al mismo tiempo.
En un momento dado, la audiencia que veía sus programas alcanzó los 120 millones por semana.
Eso es más que la audiencia del Super Bowl 50, evento que ocurre una vez al año.
NL: Mierda.
(Risas)
(Aplausos)
EH: ¡Y ni siquiera hemos llegado a esta parte sorprendente!
(Risas)
Terminó en la lista de enemigos de Nixon, ya que el presidente tenía una.
¡Algo digno de aplaudir también!
(Aplausos)
Fue admitido en el Salón de la Fama en el primer día de su apertura.
Luego vinieron las películas.
«Tomates verdes fritos», «La princesa prometida», «Stand By Me», «This Is Spinal Tap».
(Aplausos)
Y solo para nombrar algunas.
(Aplausos)
Luego empezó de cero.
Inició el tercer acto de su vida como activista político centrándose en la protección de la Primera Enmienda y la separación de la Iglesia del Estado; fundó «People For The American Way».
Compró la Declaración de la Independencia y la devolvió al pueblo estadounidense.
Siguió activo en el showbiz y la política hasta bien alcanzada la edad de 93 años cuando decidió escribir un libro y rodar un documental sobre su vida.
Después de todo eso, se dio cuenta de que por fin estaba listo para una charla TED.
(Risas)
(Aplausos)
NL: Me encanta estar aquí.
Y agradezco haber sido invitado.
EH: Gracias por preguntar.
Es mi honor.
Aquí está mi primera pregunta.
¿Tu madre estaba orgullosa de ti?
(Risas)
NL: Mi madre…
Qué manera para empezar.
Permíteme empezar así: cuando volví de la guerra, me mostró las cartas que yo le había enviado desde el extranjero, y eran auténticas cartas de amor.
(Risas)
Esto dice mucho de cómo era mi madre.
Eran cartas de amor, como si las hubiera escrito para…
Eran cartas de amor.
Un año más tarde le pregunté a mi madre si podía dármelas, porque me hubiera gustado tenerlas yo por el resto de mi vida…
Las había tirado.
(Risas)
Esa es mi madre.
(Risas)
El mejor resumen que puedo hacer de los últimos años, bueno, más recientemente, es que hace unos años, — cuando lanzaron el Salón de la Fama que mencionaste antes — un domingo por la mañana, recibí una llamada de la Academia de TV, Artes y Ciencias.
y me dijeron que el día anterior estuvieron reunidos todo el día y que me comunicaban confidencialmente que lanzarán el Salón de la Fama y que estos serán los nominados.
Yo pienso en «Richard Nixon» porque Richard Nixon…
EH: No creo que estuviera en aquella lista.
NL: Estaban William Paley, el fundador de la CBS, David Sarnoff, fundador de la NBC, Edward R.
Murrow, el mejor de todos los corresponsales en el extranjero, Paddy Chayefsky, en mi opinión, el mejor guionista televisivo, Milton Berle, Lucille Ball y yo.
EH: No está mal.
NL: En seguida llamo a mi madre en Hartford, Connecticut.
«Madre, ha pasado esto; abrirán el Salón de la Fama».
Le digo la lista con todos los nombres, y el mío, y me dice: «Si eso es lo que quieren hacer,
¿quién soy yo para opinar?
»
(Risas)
(Aplausos)
Esa es mi mamá.
Creo que todos se ríen, porque todos tenemos algo de esto en nuestras madres.
(Risas)
EH: Y es así como nació la madre judía de la comedia de situación.
Su padre también jugó un papel importante en su vida, sobre todo por su ausencia.
NL: Sí.
EH: Cuéntenos lo que pasó cuando Ud.
tenía nueve años.
NL: Él estaba de camino a Oklahoma, en avión, con 3 tipos que a mi madre no le gustaban y que no quería ver en compañía de mi padre porque no se fiaba de ellos.
Es cuando le oí, quizás por primera vez, decir: «Dame un respiro, Jeanette, me voy».
Y se fue.
Resulta que traficaba con bonos falsos, y los vendía por todo el país.
Pero para mí, el hecho de que iba a Oklahoma en avión de donde me trajo un sombrero de vaquero igual que el de Ken Maynard, mi actor favorito, — recuerden que era a poco tiempo después de que Lindbergh cruzó el Atlántico — era algo muy exótico.
Pero cuando regresó, lo detuvieron nada más bajar del avión.
Aquella noche hubo periódicos por toda la casa, mi padre salía en las fotos con el rostro cubierto por el sombrero, y esposado a un detective.
Mi madre tuvo que vender todos los muebles porque nos íbamos a mudar — ella no quería quedarse allí más, por la vergüenza — a Chelsea, Massachusetts.
Al vender los muebles la casa se llenó de gente.
Y, en medio de todo eso, un fulano imbécil me puso la mano en el hombro y me dijo: «Bueno, ya eres el hombre de la casa ahora».
Yo lloraba mientras que ese idiota me dice que soy el hombre de la casa.
Y creo que ese fue el momento en que empecé a entender el absurdo de la condición humana.
Así que…
Me costó años volver a mirar atrás y ver aquella experiencia como positiva.
Pero…
EH: Es interesante que lo catalogue como algo bueno.
NL: Si, en el sentido de que me impulsó hacia delante.
Quiero decir, darme cuenta de lo ridículo que fue decir a un niño de 9 años, llorando, que ahora es el hombre de la casa.
Así que estaba llorando y siguió: «Y los hombres de la casa no lloran».
Y…
(Risas)
Así que…
Por esto digo que al mirar atrás vi la necedad de la condición humana, y es algo que usé como algo positivo en mi vida.
EH: Así que tiene un padre que está ausente, una madre para la que nada parece ser lo suficientemente bueno.
¿Cree que empezar como un niño que tal vez nunca se sintió comprendido fue lo que le llevó a emprender este viaje que culminó con Ud.
como adulto con una audiencia semanal de 120 millones de personas?
NL: Me encanta el giro de esa pregunta, porque creo que sí, me he pasado la vida en todo caso, con ganas de ser escuchado.
Creo…
Es una respuesta simple, sí, aquello fue lo que provocó…
Aunque hubo otras cosas también.
Cuando mi padre estuvo detenido me entretenía con una radio de galena que habíamos hecho juntos, e sintonicé una señal que resultó ser del Padre Coughlin.
(Risas)
Sí, al menos una persona se rió.
(Risas)
Pero no es gracioso, hablamos de otro estúpido, otro idiota, muy volcado en odiar el New Deal, a Roosevelt y a los judíos.
Y fue la primera vez que me di cuenta de que había gente en este mundo que me odiaban porque mis padres eran judíos.
Y esto tuvo un efecto enorme en mi vida.
EH:
¿Así que tuvo una infancia con pocos modelos varoniles, excepto su abuelo.
Háblenos de él.
NL: Ah, mi abuelo.
Bueno, esto es lo que siempre digo de este abuelo mío.
Había muchos desfiles, un montón de desfiles cuando yo era niño.
En el Día de los Veteranos — no había para el día del presidente — para el cumpleaños de Abraham Lincoln, de George Washington…
se celebraba el Día de la Bandera…
Y un montón de pequeños desfiles a los cuales mi abuelo me llevaba, nos parábamos en la esquina de la calle, me tomaba de la mano; y siempre tenía lágrimas en los ojos.
Mi abuelo significó mucho para mí.
Solía escribirle a los presidentes de Estados Unidos.
Y cada una de sus cartas comenzaba con: «Mi querido, querido señor presidente», y luego continuaba con algo maravilloso sobre alguna de sus acciones.
Pero también, cuando no estaba de acuerdo con el presidente escribía, «Mi querido, querido señor presidente,
¿No te dije la semana pasada…?
»
(Risas)
Y de vez en cuando me dejaba venir para recoger el correo.
Vivíamos tres casas más arriba en la misma calle, en el número 74 York Street, New Haven, Connecticut.
Un día recojo un pequeño sobre blanco: «Esperamos a Shya C.
en esta dirección».
Y esa es la historia que solía contar sobre mi abuelo…
EH: Comentaban en el dorso de los sobres…
NL: Sí, se hacía así.
Y la historia que seguí contando en las entrevistas con Phil Donahue y otros antes que él, — literalmente docenas de entrevistas en las que conté esa historia — pero hoy será la segunda vez que reconoceré que era mentira.
Es verdad que mi abuelo me llevaba a los desfiles, en un montón de ocasiones.
Y es verdad que se emocionaba con todos y lloraba.
También que ocasionalmente escribía una carta y que yo recogía esos pequeños sobres.
Pero lo de «Mi querido, querido señor presidente», y todo lo demás, es de hecho una historia que tomé prestada del abuelo de un buen amigo mío que fue el personaje real, no era mi abuelo el que escribía esas cartas.
Quiero decir, me apropié del abuelo de Arthur Marshall y dije que era el mío.
Siempre lo hice.
Cuando empecé a escribir mi libro de memorias — incluso en este caso;
¿qué te parece?
— en mi libro «Even This I Get to Experience», cuando empecé a escribirlo y a pensar en todo aquello y luego…
yo…
al llegar a llorar por ello, me di cuenta de lo mucho que necesité a mi padre.
Tanto que tome al padre del padre de Arthur Marshall, para que la palabra «padre» — tengo seis hijos por cierto y es mi papel favorito en esta vida; y la de ser el marido de mi esposa Lyn — robé la identidad de este hombre porque necesitaba un padre.
A estas alturas de mi vida, después de pasar por muchas cosas y lograr superarlas, he perdonado a mi padre; y la mejor palabra, la peor quiero decir, la palabra que me gusta usar para definirlo y pensar en él es que era un sinvergüenza.
El hecho de que mintió y robó y engañó y fue a la cárcel; todo esto está reunido en la palabra «sinvergüenza».
EH: Se dice que los aficionados toman prestado y los profesionales roban.
NL: Soy un profesional.
EH: Ud.
es un profesional.
(Risas)
Y esa cita es ampliamente atribuida a John Lennon, pero resulta que John se la robó a T.
S.
Eliot.
Así que está en buena compañía.
(Risas)
EH: Quiero hablar sobre su trabajo.
Es evidente que se ha escrito sobre el impacto de su obra y ha oído eso toda su vida: lo que significó para la gente, para nuestra cultura, que escuchó los aplausos cuando nombraron a sus series y películas, que inspiró a la mitad de los aquí presentes con su trabajo.
Pero
¿hubo alguna vez alguna historia sobre el impacto de su trabajo que le sorprendió?
NL: Oh, Dios…
me sorprendió y me encantó sobremanera.
Este año un grupo de empresarios organizó «Una tarde con Norman Lear» empresarios de hip-hop, junto a varios artistas y miembros de la Academia.
El mensaje del evento era,
¿Qué tiene un viejo judío de 92 años — tenía 92 años el año pasado — en común con el mundo del hip-hop?
Russell Simmons fue uno de los 7 invitados en el escenario.
Y cuando hablaba de mi trabajo, y no estaba hablando de Hollywood, de George Jefferson en «The Jeffersons» o mi quinta serie.
Más bien habló de lo que más…
EH:
¿Le impactó?
NL: Bueno, sí, lo que más le impactó — es que dudé en usar la palabra «cambiar» — porque es difícil para mí imaginarme que, ya sabes, cambié la vida de alguien, pero esto es lo que dijo.
Vio a George Jefferson escribir un cheque en «The Jeffersons» y dijo que nunca se imaginó que un hombre negro podría escribir un cheque.
Y dice que aquello le impactó tanto que cambió su manera de ver la vida.
Y cuando escucho cosas por el estilo, detalles pequeños…
Porque sé que no hay nadie aquí hoy que no sea responsable de algún detalle que ayudó a otro, algo así como una sonrisa o un «Hola» inesperado por poco que esto parezca.
Podría haber sido un encargado de vestuario del escenario que puso el talonario de cheques allí y que George no tuvo nada que hacer mientras hablaba, así que lo usó.
No sé.
Pero…
EH: Así que a la larga lista que mencioné al principio, debería también añadir que inventó el hip-hop.
(Risas)
NL: Bueno…
EH: Quiero hablar de…
NL: Pues bien, hazlo.
(Risas)
EH: Su vida está repleta de éxitos pero también Ud.
añadió sentido a esta vida.
Y todos nosotros tratamos de hacer ambas cosas…
No todos lo logran.
Pero incluso los que logran ambas cosas, saben muy pocas veces cómo hacerlo a la vez.
Se las arregló para impulsar la cultura a través de su arte y al mismo tiempo lograr el éxito comercial a escala.
¿Cómo hacer las dos cosas?
NL: Esto es lo que pienso cuando oigo la lista de todo lo logrado.
Este planeta es uno de los millones que nos dicen que hay en un universo donde hay miles de millones de ellos, con miles de millones de universos, y miles de millones de planetas, que por cierto, estamos tratando de salvar porque lo necesita.
Pero…
cualquiera de mis logros es…
Mi hermana me preguntó una vez qué tenía que hacer al respecto de algo que estaba pasando en Newington, Connecticut.
Y le dije: «Escribe al concejal, o alcalde o algo así».
Y me respondió: «Bueno, yo no soy Norman Lear, soy Claire Lear».
Y esa fue la primera vez que dije lo que voy a repetir aquí, y es: «Claire, a pesar de lo que piensas que solo yo podría lograr y a pesar de todo lo que he hecho, — ya que ella nunca dejó Newington — podrías tener un poco más de fe al tener en cuenta el tamaño del planeta cuando comparas lo que yo pude hacer con lo que tú también podrías lograr.
Así que…
Estoy convencido de que todos somos responsables de llegar a la misma cima que yo logré llegar.
Y entiendo lo que estás diciendo…
EH: Es una inflexión que se sale un poco…
NL: Pero hay que realmente tener en cuenta el tamaño y el alcance de la obra del creador aquí.
EH: Pero aquí en este planeta Ud.
realmente tiene su peso.
NL: Soy un tipo de mucho cuidado.
(Risas)
EH: Tengo una pregunta más para Ud.
¿Qué edad siente que tiene?
NL: La misma que mi interlocutor.
EH: Bueno, siento que tengo 93 años.
(Aplausos)
NL:
¿Ya está?
EH: Bueno, siento que tengo 93, pero espero que algún día me sienta tan joven como la persona que está a mi lado.
Damas y caballeros, el incomparable Norman Lear.
(Aplausos)
NL: Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/norman_lear_an_entertainment_icon_on_living_a_life_of_meaning/