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Charla «Un nuevo fármaco biológico que podría cambiar nuestra forma de tratar el cáncer» de TEDMED 2018 en español.
Carl June es el pionero de la terapia de células T con CAR: un tratamiento revolucionario para el cáncer que potencia parte del propio sistema inmunitario del paciente para atacar y eliminar tumores. En esta charla, nos cuenta cómo tres décadas de investigación médica culminaron en la terapia que ha erradicado casos de leucemia, alguna vez considerados incurables. También explica cómo podría usarse esta terapia para tratar otros tipos de cáncer.
- Autor/a de la charla: Carl June
- Fecha de grabación: 2018-11-15
- Fecha de publicación: 2019-09-10
- Duración de «Un nuevo fármaco biológico que podría cambiar nuestra forma de tratar el cáncer»: 909 segundos
Traducción de «Un nuevo fármaco biológico que podría cambiar nuestra forma de tratar el cáncer» en español.
Es la primera vez que comparto esta historia con el público, los aspectos personales, al menos.
Yogi Berra fue un jugador de béisbol muy famoso que dijo: «Si te encuentras con un obstáculo en el camino, supéralo».
Los investigadores han estudiado por más de un siglo el sistema inmunitario como forma de combatir al cáncer, y las vacunas contra el cáncer han sido decepcionantes, desafortunadamente.
Funcionan únicamente en cánceres provocados por virus, como el cáncer cervical o el cáncer hepático.
Los investigadores del cáncer prácticamente descartaron la idea de usar el sistema inmunitario para combatir al cáncer.
Y el sistema inmunitario, de todas formas, no evolucionó para combatir al cáncer, sino para eliminar patógenos invasores externos.
Es decir, su función es eliminar bacterias y virus.
El sistema inmunitario tiene problemas con la mayoría de los cánceres porque no se trata de invasores externos, sino de algo que se origina en las células propias.
El sistema inmunitario o bien no identifica al cáncer como un problema, o ataca tanto al cáncer como a las células saludables, provocando así enfermedades autoinmunitarias como colitis o esclerosis múltiple.
¿Cómo solucionar esto? Nuestra respuesta fueron los sistemas inmunitarios sintéticos diseñados para identificar y eliminar células cancerosas.
Repito: sistema inmunitario sintético.
Puede hacerse gracias a la ingeniería genética y a la biología sintética.
Lo hicimos con las partes naturales del sistema inmunitario, las llamadas células B y células T.
Ellas fueron nuestros bloques fundamentales.
Las células T han evolucionado para eliminar células infectadas por virus, y las células B son aquellas que crean los anticuerpos que se secretan y se unen a las bacterias para eliminarlas.
¿Y si combinásemos estas dos funciones de una forma tal que tuviesen el objetivo de combatir al cáncer? Nos dimos cuenta de que era posible insertar los genes de los anticuerpos de las células B en las células T.
¿Cómo lo hacemos? Usamos el VIH como caballo de Troya para evadir a las células T del sistema inmunitario.
El resultado es una quimera, una criatura fantástica y escupe fuego de la mitología griega, que tiene cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente.
Decidimos que esta paradoja que habíamos creado con los anticuerpos de las células B, las células T como transportadoras y el VIH como caballo de Troya debía llamarse «células T con receptor de antígeno quimérico» o «células T con CAR».
El virus también introduce información genética para activar las células T y programarlas para actuar.
Al inyectar células T con CAR a un paciente con cáncer, ¿qué sucede cuando esas células T con CAR localizan y se unen al tumor? Actúan como células T asesinas superpoderosas.
Dan inicio a la construcción de un sistema de defensa en el organismo y se dividen y multiplican por millones, literalmente, allí donde pueden atacar y eliminar tumores.
Esto significa que las células T con CAR son el primer fármaco biológico de la medicina.
No existe nada igual.
A diferencia de los fármacos tradicionales que uno toma —que cumplen su función, se metabolizan y deben tomarse nuevamente—, las células T con CAR permanecen con vida y cumplen su función durante años.
Tenemos pacientes en cuyo organismo las células T con CAR se han mantenido por más de ocho años hasta el momento.
Y estas células T diseñadas, las células T con CAR, tienen una vida media estimada de más de 17 años.
Una sola infusión basta, y protege el organismo por el resto de su vida.
Estamos ante un nuevo paradigma en la medicina.
Ahora bien, las infusiones de células T enfrentan un desafío.
Las únicas células T que funcionarán en un paciente son sus propias células T, a menos que tengan un gemelo.
Así que no es el caso para la mayoría de nosotros.
Entonces, creamos células T con CAR.
Tuvimos que aprender a crear células T del propio paciente.
Desarrollamos una plataforma enorme para esto en los 90.
En 1997, probamos las células T con CAR en pacientes con VIH-sida avanzado.
Descubrimos que estas células T sobrevivieron en los pacientes por más de una década.
Su sistema inmunitario mejoró y sus virus disminuyeron, pero no se curaron.
Así que regresamos al laboratorio y durante la siguiente década optimizamos el diseño de las células T con CAR.
Y durante el 2010 comenzamos a tratar pacientes con leucemia.
Nuestro equipo trató tres pacientes con leucemia linfática crónica avanzada en 2012.
Se trata de una forma de leucemia incurable que afecta aproximadamente a 20 000 adultos cada año en EE.
UU.
El primer paciente que tratamos era un sargento retirado de la marina y oficial de prisión.
Le quedaban semanas de vida e incluso ya había pagado su funeral.
Se le administró la infusión y en los días siguientes sufrió fiebres altas.
Desarrolló disfunción multiorgánica, y se lo trasladó a terapia intensiva en un estado de coma.
Pensamos que moriría y, de hecho, se le dio la extremaunción.
Pero entonces tuvimos otro imprevisto.
Unos 28 días después de la infusión de las células T con CAR, el paciente despertó.
Los médicos finalmente lo examinaron y el cáncer había desparecido.
Los grandes tumores que tenía se habían disipado.
Las biopsias de médula ósea no encontraron rastros de leucemia, y ese año, de nuestros primeros tres pacientes, dos de tres han estado en remisión por ocho años, el tercero experimentó una remisión parcial.
Las células T con CAR atacaron la leucemia en el organismo de estos pacientes y disolvieron entre 13 y 35 kg de tumores en cada paciente.
Sus organismos se habían vuelto auténticos bioreactores de las células T con CAR, pues producían millones y millones de células T con CAR en la médula ósea, la sangre y en las masas cancerosas.
Descubrimos además que las células T con CAR pueden combatir pesos más pesados, por usar una analogía del boxeo.
Una sola célula T con CAR puede eliminar 1000 células cancerosas.
Así es: la proporción es de 1/1000.
La célula T con CAR y sus células hija pueden multiplicarse repetidas veces en el organismo hasta eliminar todas las células cancerosas.
Esto no tiene precedentes en la medicina contra el cáncer.
Los primeros dos pacientes que tuvieron remisión total permanecen hasta hoy libres de leucemia, y consideramos que están curados.
Son personas que se habían quedado sin alternativas, no tenían tratamiento posible con los métodos tradicionales.
Fueron casos modernos de la historia de Lázaro.
Todo lo que puedo decir es «gracias por esos obstáculos en el camino».
El siguiente paso fue conseguir permiso para tratar niños con leucemia aguda, el cáncer más común que se da en niños.
La primera paciente que tuvimos en el ensayo clínico fue Emily Whitehead, en esa época tenía seis años.
Había experimentado una serie de tratamientos de quimio y radioterapia durante varios años, pero su leucemia siempre reaparecía.
De hecho, había reaparecido tres veces.
Cuando la examinamos por primera vez, Emily estaba muy enferma.
Su diagnóstico oficial era leucemia avanzada e incurable.
El cáncer se había extendido hasta la médula ósea, el hígado y el bazo.
Cuando le inyectamos las células T con CAR, en la primavera de abril de 2012, permaneció sin mejoras durante varios días.
De hecho, empeoró mucho.
Al igual que nuestro oficial de prisión en 2010, ella también fue trasladada a terapia intensiva en 2012.
Este evento fue el más aterrador de toda esta historia.
Al tercer día, se encontraba en coma y con reanimación cardiopulmonar por falla renal y pulmonar.
Tuvo fiebre alta de hasta 41 ºC durante tres días, y no entendíamos qué causaba las fiebres.
Realizamos todos los exámenes de sangre para infecciones, y no encontramos una infección que estuviese causando la fiebre.
Pero sí encontramos algo inusual en su sangre, algo que no se ha visto nunca antes en la medicina.
Tenía altos niveles de una proteína llamada interleucina-6 o IL-6 en sangre.
Los niveles eran más de lo normal en una escala de miles.
Y en ese momento se dio otro evento inesperado.
Por pura coincidencia, una de mis hijas padece una forma de artritis juvenil.
Por ello, como médico de cáncer he estado siguiendo de cerca las terapias experimentales para la enfermedad de mi hija, en caso de que lo necesitase.
Y resulta que justo unos meses antes de que Emily ingresara al hospital, la FDA había aprobado una nueva terapia para tratar los niveles altos de interleucina-6.
Se aprobó para el tratamiento de la artritis de mi hija.
Se llama «tocilizumab».
Y había sido recientemente adquirido por la farmacia del hospital de Emily, para la artritis.
Así que cuando descubrimos que Emily tenía semejantes niveles de IL-6, me comuniqué con sus médicos en TI y les dije: «¿Y si la tratan con este fármaco para la artritis?».
Me contestaron que eso era muy arriesgado.
Pero dado que la fiebre y la baja presión arterial no respondían a ninguna terapia, su médico se apresuró a solicitar permiso al comité de revisión institucional y a sus padres.
Y todos contestaron que sí.
Así que lo probaron y los resultados fueron sorprendentes.
Unas horas después del tratamiento con tocilizumab, Emily empezó a mejorar rápidamente.
Tras 23 días de iniciado el tratamiento, se declaró que ya no tenía cáncer.
Y hoy tiene 12 años y continúa en remisión.
[6 años sin cáncer] (Aplausos) Hoy día denominamos a esta reacción violenta de la fiebre alta y el coma tras la aplicación de las células T con CAR «síndrome de liberación de citocinas», o CRS.
Descubrimos que se da en casi todos los pacientes que responden a la terapia, pero no se presenta en aquellos que no.
Por lo que, de forma paradójica, nuestros pacientes ahora desean tener estas fiebres altas tras la terapia, que se sienten como el peor resfrío de su vida, cuando se someten a esta terapia.
Desean que se dé esta reacción porque saben que es parte del difícil y tortuoso camino hacia la recuperación.
Por desgracia, no todos los pacientes se recuperan.
Los pacientes que no sufren el CRS por lo general no se curan.
Hay una fuerte relación entre el CRS y la capacidad del sistema inmunitario de erradicar la leucemia.
Por eso este verano pasado, cuando la FDA aprobó la terapia de células T con CAR para la leucemia, también aprobaron la administración de tocilizumab para bloquear los efectos de la IL-6 y el subsiguiente CRS en estos pacientes.
Fue un evento muy inusual en la historia de la medicina.
Los médicos de Emily ya han realizado más ensayos e informaron que 27 de 30 pacientes, los primeros 30 que tratamos, o sea el 90 %, tuvieron una remisión completa un mes después de la terapia con células T con CAR.
Un índice de remisión del 90 % en pacientes con cáncer avanzado es algo que nunca se ha dado en más de 50 años de investigación del cáncer.
De hecho, las empresas suelen considerar los ensayos clínicos un éxito si el 15 % de los pacientes tienen remisión total.
Se publicó un estudio en el «New England Journal of Medicine» en 2013.
Un estudio internacional posterior confirmó esos resultados.
Eso impulsó a la FDA a aprobar el tratamiento de la leucemia en jóvenes en agosto del 2017.
Como se trata de la primera terapia génica y celular, la terapia de células T con CAR también se ha puesto a prueba en adultos con linfoma refractario.
Esta enfermedad afecta a unas 20 000 personas al año en EE.
UU.
Los resultados fueron igualmente impresionantes y perduran hasta la fecha.
Hace seis meses, la FDA aprobó la terapia de este linfoma avanzado con células T con CAR.
Por lo que hoy hay muchos laboratorios, médicos y científicos en el mundo que ya han probado las células T con CAR en numerosas enfermedades, y todos ellos estuvieron emocionados por el acelerado ritmo de mejora.
Estamos muy agradecidos de ver pacientes considerados terminales retomar sus vidas sanas, como Emily lo consiguió.
Estamos emocionados por estas remisiones que podrían considerarse una cura.
Al mismo tiempo, nos preocupan los costos financieros.
Puede costar hasta 150 000 dólares preparar las células T con CAR para cada paciente.
Y, al sumarse el costo de tratar el CRS y otras complicaciones, el precio puede llegar a un millón de dólares por paciente.
Debemos recordar, sin embargo, que el precio del fracaso es incluso mayor.
Las actuales terapias que no curan también son costosas y, además, el paciente muere.
Por supuesto que desearíamos investigar ahora mismo formas de hacer esto más eficiente y de aumentar su asequibilidad para todos los pacientes.
Por suerte, se trata de un campo nuevo y en desarrollo y, como sucede con otras terapias y servicios, los precios disminuirán a medida que la industria consiga mayor eficiencia.
Cuando pienso en todos los obstáculos que condujeron a la terapia de células T con CAR, hay una cosa que me parece lo más importante.
Recordamos que descubrimientos de esta magnitud no se dan de la noche a la mañana.
La terapia de células T con CAR es el resultado de 30 años de trabajo, un periodo lleno de contratiempos y sorpresas.
En este mundo actual de gratificación instantánea y de resultados al momento las 24 horas del día, los científicos requieren de persistencia, visión y paciencia para sobreponerse a todo eso.
Pueden darse cuenta de que un obstáculo en el camino no es siempre un dilema o un desvío.
En ocasiones, aunque no lo reconozcamos así en el momento, el obstáculo nos brinda la respuesta.
Muchas gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/carl_june_a_living_drug_that_could_change_the_way_we_treat_cancer/