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Charla «Una «aldea» para personas con demencia que redefine el cuidado de los ancianos» de TEDWomen 2018 en español.
¿Cómo preferirías pasar los últimos años de tu vida: en una institución estéril con aspecto de hospital o en un pueblo con un supermercado, un bar, un teatro y un parque muy cerca de donde vives? La respuesta ahora parece obvia, pero cuando Yvonne Van Amerongen ayudó a desarrollar el innovador centro para el cuidado de personas con demencia en Hogeweyk, Ámsterdam, hace 25 años, se veía como una arriesgada empresa que rompía con lo tradicional. Viajemos con Van Amerongen a Hogeweyk y echemos un vistazo a lo que es un centro geriátrico reinventado, basado en la libertad, el significado y la vida social.
- Autor/a de la charla: Yvonne van Amerongen
- Fecha de grabación: 2018-11-28
- Fecha de publicación: 2019-03-11
- Duración de «Una «aldea» para personas con demencia que redefine el cuidado de los ancianos»: 630 segundos
Traducción de «Una «aldea» para personas con demencia que redefine el cuidado de los ancianos» en español.
Esto es Hogeweyk.
Es un barrio en una pequeña ciudad muy cerca de Ámsterdam, en Holanda.
Hay 27 casas con seis o siete personas cada una.
Hay un pequeño centro comercial con un restaurante, un bar, un supermercado y un club.
Tiene también calles, senderos y un teatro.
En realidad se trata de un geriátrico.
Un geriátrico para gente con demencia avanzada que necesita atención las 24 hs del día los siete días de la semana.
La demencia es una enfermedad terrible para la que aún no tenemos cura.
Se está convirtiendo en un problema grave, para la gente, para los políticos, para el mundo.
Se está volviendo un problema muy serio.
En los geriátricos tenemos listas de espera.
La mayor parte de la gente con demencia que entra en un geriátrico son mujeres.
Eso se da también porque las mujeres están acostumbradas a cuidar personas, así que se las arreglan para cuidar a sus maridos con demencia.
Pero a la inversa, no es tan fácil para los caballeros.
La demencia es una enfermedad que afecta al cerebro.
La mente está confundida.
La gente ya no sabe qué hora es, qué pasa, quiénes son las demás personas.
Están muy confundidos.
Y por culpa de esa confusión se vuelven nerviosos, deprimidos, agresivos.
Este es un geriátrico tradicional.
Trabajé allí en 1992 como administradora en el sector de atención médica.
Y muy a menudo comentábamos que lo que hacíamos allí no era lo que queríamos para nuestros padres, para nuestros amigos, para nosotros mismos.
Y un día dijimos: «Si solo seguimos hablando, nada va a cambiar.
Nosotros estamos a cargo.
Deberíamos hacer algo que nos invite a querer traer a nuestros padres aquí».
Hablamos de esos temas, y lo que veíamos a diario era que las personas que vivían en nuestro geriátrico estaban confundidas con respecto a su entorno, porque lo que veían era como un ambiente de hospital, con médicos, enfermeros y paramédicos con uniforme.
Vivían en una sala y no entendían por qué estaban allí, entonces buscaban el lugar por donde salir.
Buscaban con esperanza la puerta para volver a casa.
Y pensamos que lo que estábamos haciendo en esa situación era dar a esta gente, que ya tiene la mente confusa, más confusión.
Añadíamos más confusión a la confusión.
Y eso no era lo que esta gente necesitaba.
Esta gente quería tener una vida, y nuestra ayuda para tratar esa demencia.
Esta gente quería vivir en una casa normal, no en una sala.
Querían tener un hogar normal donde pudieran sentir el olor de la comida mientras se cocina, o ser libres de ir a la cocina por algo para comer o beber.
Eso es lo que esta gente necesitaba.
Y eso era lo que deberíamos organizarles.
Pensamos que debíamos organizar este lugar como una casa, de modo que no vivieran con un grupo de 15, 20 o 30 personas, como en una sala, sino con un grupo pequeño, de seis o siete, como en una familia.
Como vivir con amigos.
Y debíamos encontrar un modo de agruparlos según su manera de pensar para que tuvieran la oportunidad real de hacerse amigos cuando vivieran juntos.
Entrevistamos a todas las familias de los residentes y preguntamos: «
¿Qué es importante para tu padre?
¿Qué es importante para tu madre?
¿Cómo es su vida?
¿Qué deseos tienen?
«.
Y encontramos siete grupos, a los que llamamos «grupos de estilos de vida».
Y, por ejemplo, encontramos un estilo de vida formal.
En este estilo de vida, la gente tiene un modo de interactuar más formal, más distante.
Su ritmo diario empieza tarde y acaba tarde.
En este estilo de vida se escucha más música clásica que en los otros grupos.
Y en cuanto al menú, es más afín a la cocina francesa que a la holandesa tradicional.
(Risas)
Es lo contrario al estilo de vida del artesano.
Ese es un estilo muy tradicional, en el que se levantan temprano y se acuestan temprano, porque han trabajado duro toda la vida, mayormente con las manos.
En muchos casos tuvieron un pequeño negocio familiar, una pequeña granja, una tienda, o como el Sr.
B., que trabajaba en el campo.
Me contó que iba a trabajar cada mañana con su comida en una bolsa de papel y un puro.
Ese puro era el único lujo que se podía pagar.
Y después de comer lo fumaba.
Hasta el día que murió en Hogeweyk, iba cada día después de comer a un pequeño cobertizo a fumar su puro.
Esta es mi madre.
Es del estilo de vida cultural.
Lleva seis meses viviendo en Hogeweyk.
Y ese estilo de vida se trata de viajar, conocer gente, otras culturas, el interés por las artes y la música.
Hay más estilos de vida.
De eso hablamos y eso es lo que hicimos.
Pero eso no es la vida, en una casa con un grupo de personas de ideas afines, tu propia vida, tu hogar.
Hay más cosas en la vida.
Todo el mundo quiere divertirse y darle sentido a su vida.
Somos animales sociales, y necesitamos vida social.
Y eso es lo que pusimos en marcha.
Queremos salir de casa, hacer compras, conocer gente.
O ir al bar, y tomar una cerveza con amigos.
O como el Sr.
W., a quien le gusta salir a diario, ver si hay mujeres bonitas en los alrededores.
(Risas)
Es muy caballeroso con ellas; solo espera que le sonrían y lo consigue.
Y baila con ellas en el bar.
Cada día es una fiesta.
Hay gente que prefiere ir a un restaurante, tomar un vino con los amigos, o almorzar o cenar con amigos y celebrar la vida.
Y mi madre pasea por el parque y se sienta en un banco al sol, esperando que venga alguien y se siente a su lado a conversar sobre la vida o sobre los patos de la laguna.
Esa vida social es importante.
Significa que eres parte de la sociedad, que tienes tu lugar.
Y eso es lo que todos necesitamos, incluso si tenemos demencia avanzada.
Esto es lo que veo desde la ventana de mi oficina.
Un día vi a una señora que venía de un lado, y a otra señora desde el otro lado y se encontraron en la esquina.
Y yo conocía muy bien a ambas.
Con frecuencia las veía pasear afuera.
Y en algunas ocasiones traté de conversar con ellas, pero su conversación era…
bastante difícil de entender.
Pero las vi encontrarse, y las vi hablar, y las vi gesticular.
Y se divertían juntas.
Luego se dijeron adiós y cada una se fue por su lado.
Eso es lo que queremos en la vida: encontrarnos con otra gente y formar parte de la sociedad.
Y eso es lo que vi allí.
Hogeweyk se ha convertido en un lugar donde la gente con estados muy avanzados de demencia puede vivir, tener libertad y seguridad, porque los profesionales y voluntarios que trabajan allí saben cómo tratar la demencia.
Y los profesionales saben cómo hacer su trabajo de manera que se ajuste con naturalidad a la vida de los residentes.
Y eso significa que la administración tiene que proporcionar todo lo que esa gente necesita para hacer su trabajo.
Se necesita una administración que se atreva a hacerlo, a hacer las cosas de modo diferente a como siempre se han hecho en un geriátrico tradicional.
Sabemos que funciona.
Creemos que esto se puede hacer en todas partes, porque esto no es para los ricos.
Lo hemos logrado con el mismo presupuesto que tiene cualquier geriátrico tradicional en nuestro país.
Trabajamos solo con el presupuesto estatal.
(Aplausos)
Porque tiene que ver con pensar diferente, con mirar a la persona que está frente a ti y darse cuenta de lo que esa persona necesita ahora.
Se trata de sonreír, de pensar diferente, de como actúas, y eso no cuesta nada.
Y hay algo más: se trata de tomar decisiones.
Se trata de decidir en qué gastas el dinero.
Yo siempre digo: «Las cortinas rojas son tan caras como las grises».
(Risas)
Es posible, en todas partes.
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/yvonne_van_amerongen_the_dementia_village_that_s_redefining_elder_care/