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Charla «Una oda a la envidia» de TEDSalon NY2013 en español.
¿Qué son los celos? ¿Qué los impulsa, y por qué en secreto nos encantan? Ningún estudio ha podido captar «la soledad, la larga duración, la tristeza» – como dice, dice Parul Sehgal – a excepción de la ficción. En esta elocuente meditación ella recorre las páginas de la literatura para mostrarnos cómo los celos no son diferentes de la búsqueda del conocimiento.
- Autor/a de la charla: Parul Sehgal
- Fecha de grabación: 2013-07-25
- Fecha de publicación: 2013-10-23
- Duración de «Una oda a la envidia»: 791 segundos
Traducción de «Una oda a la envidia» en español.
Cuando tenía 8 años, una nueva niña ingresó a nuestra clase.
Era tan notable, como se ven todas las nueva chicas.
Tenía grandes cantidades de pelo muy brillante y un pequeño estuche de lápices, lindo.
Era super fuerte para las capitales de los estados, muy buena para ortografía.
Terminó ese año y yo estaba llena de celos, hasta que tramé mi siniestro plan.
Un día me quedé un tiempo después de la salida de la escuela.
Era un poco tarde y me escondí en el baño de las chicas.
Cuando la costa estaba despejada, salí, entré en el salón de clases, tomé de la mesa de mi maestra el libro de calificaciones.
Y luego, lo hice.
Alteré las calificaciones de mi rival, sólo un poco, sólo algunas As.
Todas las As.
(Risas)
Y me dispuse a devolver el libro al cajón.
Pero, a ver, algunos de mis otros compañeros tenían muy buenas notas también.
Así, en un frenesí, corregí las notas de todo el mundo, sin ninguna imaginación.
Les puse a todos filas de Ds y a mí misma una fila de As, sólo por estar allí, Ya que podía…
Todavía me sorprende lo que hice.
No entiendo cómo surgió la idea.
No entiendo por qué me sentí bien haciéndolo.
Me sentí importante.
No entiendo por qué nunca me atraparon.
Es que todo era descaradamente obvio Nunca me descubrieron.
Pero sobre todo, me desconcierta la razón por la que me molestaba que esta niñita, tan pequeña, fuera tan buena para ortografía.
Me intrigan los celos.
Son tan misteriosos y tan penetrantes.
Sabemos que los bebés sufren de celos.
También los primates.
Los pájaros azulejos son muy propensos.
Sabemos que los celos son la causa número uno de asesinatos de cónyuges en los EE.UU.
Y, sin embargo, nunca he visto un estudio que analice la soledad, o la larga duración o la tristeza.
Por eso, hay que ir a la ficción, porque las novelas son como el laboratorio en que se estudian los celos en todas sus posibles formas.
De hecho, no sé si es una exageración decir que si no hubiera celos, ho habría tampoco literatura.
Pues no habría Helena la infiel, ni habría «Odisea».
No habría rey celoso, ni «Las mil y una noches».
No habría Shakespeare.
Desaparecerían las listas de lecturas de la escuela secundaria, porque estaríamos perdiendo «El Ruido y la Furia», no habría «Gatsby» ni «Fiesta».
Nos perderíamos de «Madame Bovary» y «Anna K.» Sin celos, no hay Proust.
Sé que está de moda decir que Proust tiene las respuestas para todo, y, en cuanto a los celos, casi que las tiene todas.
Este año se cumplen 100 años de su obra maestra, «En busca del tiempo perdido», el estudio más exhaustivo de los celos sexuales y también de la competitividad ordinaria, lo mío, todo lo que podríamos tener.
(Risas)
Y pensando en Proust, tenemos los detalles sentimentales,
¿verdad?
Pensamos en un niño tratando de conciliar el sueño.
Pensamos en una magdalena humedecida en té de lavanda.
Nos olvidamos de lo dura que es esa imagen.
Nos olvidamos de lo implacable que es.
Es decir, se trata de libros que Virginia Woolf dijo eran tan duros como tripa de gato.
No sé cómo es la tripa de gato, pero suponemos que es superfuerte.
Veamos por qué van tan bien juntos, la novela y los celos; los celos y Proust.
¿Será muy obvio como que los celos, que se reducen a la persona, a su deseo, a sus impedimentos, son una base narrativa bien sólida?
No sé.
Creo que llegamos muy cerca del hueso, cuando pensamos en lo que sucede cuando sentimos celos.
Cuando sentimos celos, nos contamos a nosotros mismos una historia.
Una historia sobre la vida de otras personas, y esas historias nos hacen sentir terrible porque están diseñadas para eso, para hacernos sentir mal.
Siendo a la vez narradores y audiencia, sabemos exactamente qué detalles incluir, para clavar el cuchillo,
¿no?
Los celos nos hacen a todos novelistas aficionados, y eso es algo que Proust entendía.
En el primer volumen de «En el Camino de Swann», la serie de libros, Swann, uno de los principales personajes, está pensando con mucho cariño en su amante y lo buena que es en la cama, y de pronto, en el curso de unas pocas frases,..
frases Proustianas, largas como los ríos…
En el curso de unas pocas frases, de repente retrocede y se da cuenta, «Un momento.
Todo lo que me gusta de esta mujer, a otros también les gustaría.
Todo lo que ella hace para darme placer podría darle placer a otro, tal vez ahora mismo».
Y empieza a decirse a sí mismo esa historia, y desde entonces, Proust dice que cada encanto fresco que Swann detecta en su amante, lo añade a su colección de instrumentos de tortura en su cámara privada.
Hay que admitir que Swann y Proust, eran notoriamente celosos.
Ya saben, los novios de Proust tendrían que abandonar el país, si querían romper con él.
Pero no tienes que ser tan celoso para reconocer que es un trabajo duro.
¿Cierto?
Los celos son agotadores.
Es una emoción hambrienta.
Hay que alimentarla.
Y
¿cómo son los celos?
Los celos se nutren de la información.
Los celos usan los detalles.
A los celos les gustan las grandes cantidades de pelo brillante y el lindo y pequeño estuche de lápices.
Los celos se nutren de las fotos.
Es por eso que Instagram es tan exitoso.
(Risas)
Proust enlaza bien el lenguaje académcio con el de los celos.
Cuando Swann está en su agonía de celos, de pronto escucha detrás de las puertas y soborna a los sirvientes de su amante, entonces defiende esos comportamientos.
Él dice: «Miren, sé que Uds.
piensan que esto es repugnante, pero no es diferente a la interpretación de un texto antiguo o a mirar un monumento».
Él dice: «Son investigaciones científicas con verdadero valor intelectual».
Proust está tratando de demostrar que los celos se ven intolerables y nos hacen parecer absurdos, pero, en su meollo, son búsqueda de conocimiento, búsqueda de la verdad, una verdad dolorosa.
De hecho, a lo que a Proust concierne, cuanto más dolorosa la verdad, mejor.
El dolor, la humillación, la pérdida: Estas eran las vías hacia la sabiduría de Proust.
Él dice: «Una mujer a quien necesitamos, que nos hace sufrir, provoca en nosotros una gama de sentimientos mucho más profundos y vitales que un hombre sabio que nos pueda interesar».
¿Nos está diciendo que vayamos a buscar mujeres crueles?
No.
Creo que está tratando de decir que los celos nos revelan a nosotros mismos.
¿Y existe alguna otra emoción que nos haga abrirnos de esta manera tan particular?
¿Hay alguna otra emoción nos revele nuestra agresividad, nuestra horrible ambición y nuestros derechos?
¿Alguna otra emoción que nos enseñe a mirar con intensidad tan peculiar?
Freud escribiría sobre esto más adelante.
Un día, Freud fue visitado por un joven muy inquieto que se consumía con la idea de que su mujer lo engañaba.
Y Freud dice que había algo extraño en ese hombre, que no se fijaba en lo que hacía su esposa.
Pues ella era inocente; todo el mundo lo sabía.
La pobre criatura estaba bajo sospecha sin ninguna causa.
Pero él buscaba cosas que hacía su esposa, sin darse cuenta, comportamientos involuntarios.
¿Sonreía demasiado?
o
¿acaso accidentalmente se rozó con un hombre?
Freud dice que el hombre se estaba convirtiendo en el custodio del inconsciente de su esposa.
Las novelas son muy buenas en esto.
Las novelas describen muy bien cómo los celos nos hacen a mirar con intensidad pero sin precisión.
De hecho, cuanto más intensamente celosos somos, más nos convertimos en residentes de la fantasía.
Y por esta razón, creo, los celos nos llevan a hacer actos violentos o ilegales.
Los celos nos impulsan a comportarnos de maneras totalmente inimaginadas.
Ahora estoy pensando en mí caso a los 8 años, lo reconozco.
Pero también estoy pensando en esta historia que escuché en las noticias.
Una mujer de Michigan de 52 años de edad fue capturada por haber creado una cuenta falsa en Facebook desde la que se enviaba mensajes viles, horribles a sí misma, durante un año.
Durante un año.
Todo un año.
Ella estaba tratando de inculpar a la nueva novia de su ex novio.
Tengo que confesar que cuando oí esto, reaccioné con admiración.
(Risas)
Porque, seamos realistas.
Qué enorme, aunque desafortunada, creatividad.
¿Cierto?
Es como de novela.
Como de una novela de Patricia Highsmith.
Highsmith es una de mis favoritas.
Ella es un personaje muy extraño y brillante de la literatura estadounidense.
Es la autora de «Extraños en un Tren» y «El Talentoso Sr.
Ripley», libros que tratan de cómo los celos, confunden nuestras mentes, y una vez que estamos en la esfera, en el reino de los celos, la membrana que separa lo que es de lo que podría ser, puede ser perforada en un instante.
Tomemos a Tom Ripley, su personaje más famoso.
Tom Ripley va de quererte o querer lo que tienes a apropiarse de tu ser y a posesionarse de lo que alguna vez tuviste, y está bajo el piso.
Responde a tu nombre, lleva tus anillos, vacía tus cuentas bancarias.
Es una manera.
Pero
¿qué hacemos?
No podemos tomar la ruta de Tom Ripley.
No te puedo dar Ds a todo el mundo, tanto como a veces quisiera.
Es una lástima, porque vivimos en tiempos de envidia.
Vivimos en tiempos de celos.
Es decir,
¿somos buenos ciudadanos de las redes sociales, dónde la moneda es la envidia?
¿verdad?
¿Las novelas nos muestran la salida?
No estoy segura.
Así que vamos a hacer lo que los personajes siempre hacen cuando no están seguros, cuando están ante un misterio.
Vayamos al 221B de Baker Street y preguntemos por Sherlock Holmes.
Cuando la gente piensa en Holmes, piensa en la maldición encarnada en el Profesor Moriarty, ese genio criminal.
Pero siempre he preferido [al Inspector] Lestrade, el jefe cara de rata de Scotland Yard que necesita a Holmes desesperadamente, necesita el genio de Holmes, pero le molesta.
Ay, me suena tan familiar…
Lestrade necesita su ayuda, pero lo resiente, y burbujea con amargura en el cada uno de los misterios.
Pero como trabajan juntos, algo empieza a cambiar, y finalmente en «La Aventura de los Seis Napoleones», una vez que Holmes entra, deslumbra a todos con su solución, Lestrade vuelve a Holmes y dice: «No estamos celosos, señor Holmes.
Estamos orgullosos de usted».
Y le dice que no hay una persona en Scotland Yard que no quisiera estrecharle la mano.
Es una de las pocas veces que vemos a Holmes trasladado en la historia.
Me parece esto muy emotivo.
Esa escena también es misteriosa,
¿verdad?
Parece tratar los celos como un problema de geometría, sin emoción.
Ya saben, en un minuto Holmes está del lado opuesto de Lestrade.
Al minuto siguiente están del mismo lado.
De repente, Lestrade se permite admirar esa idea de ser él el resentido.
¿Podría aún ser tan simple?
¿Qué pasa si los celos son realmente un asunto de geometría, sólo una cuestión de dónde nos permitimos estar en relación con el otro?
Bueno, tal vez no tengamos que resentirnos de la excelencia del otro.
Podemos alinearnos con ella.
Pero me gustan los planes de contingencia.
Así que mientras esperamos a que eso pase, recordemos que tenemos la ficción para consolarnos.
Solo la ficción desmistifica los celos.
La ficción sola los domestica, los invita a la mesa.
Y miren lo que agrupa: el dulce Lestrade, el aterrador Tom Ripley, el loco Swann, el mismísimo Marcel Proust.
Estamos en excelente compañía.
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/parul_sehgal_an_ode_to_envy/