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Visiones del futuro de África, de cineastas africanos – Charla TEDGlobal 2017

Charla «Visiones del futuro de África, de cineastas africanos» de TEDGlobal 2017 en español.

Al expandir los límites, explorar las posibilidades y transmitir la verdad, las películas han ayudado a cambiar la realidad de África (incluso antes de «Black Panther»). Dayo Ogunyemi nos invita a imaginar el futuro de África a través de la lente de cineastas inspiradores de todo el continente, mostrándonos cómo pueden inspirar a África para dar un salto de cien años.

  • Autor/a de la charla: Dayo Ogunyemi
  • Fecha de grabación: 2017-08-27
  • Fecha de publicación: 2018-04-24
  • Duración de «Visiones del futuro de África, de cineastas africanos»: 705 segundos

 

Traducción de «Visiones del futuro de África, de cineastas africanos» en español.

Como niño que crecí en Nigeria, los libros despertaron mi imaginación más temprana, pero las películas, las películas me transportaron a lugares mágicos con autos voladores, al espacio infinito con universos enteros de mundos por descubrir.

Y este viaje de descubrimiento me llevó a muchos lugares y posibilidades, todos vinculados con ideas e imaginación.

Hace una década y media, me mudé de trabajar en derecho y tecnología en Nueva York para financiar, producir y distribuir películas en Nairobi, Lagos y Johannesburgo.

He tenido el privilegio de ver de primera mano cómo en África, el cine explora poderosamente lo maravilloso y lo mundano, cómo eso transmite infinitas posibilidades y verdades fundamentales.

Películas afrofuturistas como «Pumzi», la magnífica película de ciencia ficción de Wanuri Kahiu, pinta imágenes brillantes del futuro de África, mientras «No soy una bruja» de Rungano Nyoni y «Vaya» de Akin Omotoso nos muestra y cataloga nuestro presente.

Estos cineastas ofrecen instantáneas matizadas de la realidad imaginada y vivida de África, en contraste con algunas de las imágenes de África que vienen del exterior, y las perspectivas que acompañan a todas estas imágenes, que, ya sea comprensivamente o de forma desdeñosa, modelan o distorsionan la mirada sobre África.

Y la verdad es que muchas personas piensan que África está jodida.

Las imágenes en gran medida son la razón de eso.

Muchos tropos sobre África persisten a partir de imágenes, imágenes de la hambruna en Etiopía hace 30 años, imágenes de la guerra de Biafra hace medio siglo.

Pero en un continente donde la edad promedio es 17 años, estos acontecimientos trágicos parecen casi prehistóricos.

Sus imágenes están muy alejadas de cómo la gente en muchos países de África se ve a sí misma y a sus vecinos.

Para ellos, estas imágenes no representan su realidad.

Entonces,

¿cuál es la realidad de África?

O más bien,

¿en cuál de las muchas realidades de África elegimos enfocarnos?

¿Aceptamos la idea de Emmanuel Macron de África en 2017 como un lugar en el que todas las mujeres tienen siete u ocho hijos?

¿O confiamos en el número de la ONU de solo 1 de los 54 países de África tiene una tasa de fertilidad de siete hijos?

¿Nos enfocamos en el hecho de que la mortalidad infantil y la esperanza de vida en África hoy es aproximadamente comparable a EE.UU.

hace cien años, o nos enfocamos en el progreso, el hecho de que África ha reducido la mortalidad infantil a la mitad en las últimas cuatro décadas y ha aumentado la esperanza de vida en 10 años desde el año 2000?

Todas estas perspectivas son precisas.

Bueno, salvo la de Macron.

Él está equivocado.


(Risas)
Pero una versión hace que sea fácil descartar a África por falta de esperanza, mientras que la otra abriga la esperanza de que mil millones de personas puedan seguir avanzando hacia la prosperidad.

El hecho de que los africanos no podamos darnos el lujo de volver la mirada hacia otro lado, el hecho de que debamos progresar o vivir con la consecuencia del fracaso, son la razón por la que debemos seguir contando nuestras propias historias y mostrando nuestras propias imágenes, con honestidad y ante todo a un público africano, porque la imagen que más importa es la imagen de África en el imaginario africano.

Ahora, por honestidad debemos reconocer que África va a la zaga del resto del mundo y necesita moverse rápidamente para ponerse al día.

Pero pensando en un camino a seguir, me gustaría que hinchiéramos un ejercicio de reflexión.

¿Qué pasaría si pudiéramos retroceder cien años, digamos, a los EE.UU.

de 1917, pero pudiéramos llevar todas las ideas modernas, las innovaciones e invenciones que tenemos hoy?

¿Qué podríamos lograr con este conocimiento?

¿Cuánto podríamos mejorar la calidad y las las condiciones de vida de las personas?

¿Cuán ampliamente podríamos difundir la prosperidad?

Imaginen si, hace cien años el sistema educativo hubiera tenido todo el conocimiento que tenemos hoy, incluyendo la mejor manera de enseñar.

Y los médicos y científicos supieran todo lo que hacemos sobre medidas de salud pública, técnicas de cirugía, secuenciación de ADN, investigación y tratamiento del cáncer?

¿Y si tuviéramos acceso a los semiconductores modernos, computadoras, dispositivos móviles, Internet?

Solo imaginen.

Si lo hiciéramos, podríamos dar un gran salto adelante,

¿no?

Bueno, África puede dar un salto de esa magnitud hoy.

Hay suficiente innovación sin explotar para hacer avanzar a África un siglo en las condiciones de vida si hay voluntad y compromiso.

Esto no es solo una posibilidad; es un imperativo para el futuro de África, un futuro que verá duplicarse a la población de África 2500 millones de personas en solo tres décadas, un futuro que hará que África tenga la fuerza de trabajo más grande del mundo, así como la idea de que el trabajo en sí se está reconsiderando radicalmente.

Pero dar el salto hacia adelante no es exagerado.

Hay muchos ejemplos que demuestran el potencial de cambio en África.

Hace solo 20 años, Nigeria tenía menos de medio millón de líneas telefónicas en funcionamiento.

Hoy tiene cien millones de suscripciones de teléfonos móviles, y este milagro móvil se refleja en todos los países africanos.

Hoy, hay más de 750 millones de teléfonos móviles en uso en África, y esto ha estimulado la excitación justificada respecto del salto, sobre traer la economía colaborativa, la inteligencia artificial y las máquinas autónomas a África.

Todo esto es prometedor, pero debemos pensar en la secuencia.

Olvídense de poner el carro delante del caballo.

No se puede poner el auto sin conductor antes de las carreteras.


(Aplausos)
Hay toda una capa de infraestructura y lógica para la innovación que damos por hecho, pero que tenemos que sortear en África, porque algunas de las brechas de infraestructura más grandes son para cosas tan básicas que los occidentales rara vez tienen que pensar en ellas.

Analicemos esto.

¿Imaginan si su acceso a Internet se apaga durante un día y, al regresar, solo funciona de a tres horas cada vez, con interrupciones al azar de 15 horas?

¿Cómo cambiaría su vida?

Ahora reemplacen el acceso a Internet por la electricidad.

Piensen en sus refrigeradores, sus televisores, tus microondas, ociosos durante días.

Ahora extiendan esta pesadilla a las oficinas gubernamentales, a las empresas, a las escuelas, a los hospitales.

Este o peor es el tipo de acceso que cientos de millones de africanos tienen a la electricidad, al agua, a la salud, al saneamiento, y a la educación.

Debemos arreglar esto.

Debemos solucionar esto porque garantizar un acceso amplio y asequible a infraestructura y servicios decentes no es solo algo fácil de alcanzar: es fundamental para lograr el salto de cien años.

Y, al arreglarlo, podemos encontrar algunos beneficios inesperados.

Un beneficio inesperado del milagro móvil fue que condujo a lo que es quizás el mayor resurgimiento cultural que África ha visto en una generación: el renacimiento de la música popular africana.

Para músicos como P-Square, Bongo Maffin y Wizkid, los teléfonos móviles allanaron el camino hacia el dominio local y el estrellato global.

Y el impacto no se limita solo a la música.

Se extiende al cine, también.

Películas hermosas y atractivas como estos fotogramas de «Pumzi» «Vaya» y el programa «No soy una bruja».

Porque si bien su imagen externa puede ser anticuada, África sigue evolucionando, al igual que el cine africano.

Ahora, de vez en cuando, el resto del mundo se da cuenta, quizás con el contundente «¡Viva Riva!» de Djo Munga con la intenso «Ezra» de Newton Aduaka o con la poética «Tombuctú» de Abderrahmane Sissako.

Con el móvil, los africanos están descubriendo más y más estas películas, y eso significa que realmente importa menos en Kinshasa o Cotonou lo que Cannes piense sobre el cine africano, o si esas opiniones son informadas o justas.

¿A quién le importa lo que piense «The New York Times»?

Lo que importa es que los africanos estén validando el arte y las ideas africanas, tanto críticamente como comercialmente, que están viendo lo que quieren, y que los cineastas africanos se están conectando con su público principal.

Y esto es importante.

Es importante porque el cine puede iluminar e inspirar.

El cine puede traernos visiones del futuro aquí en el presente.

Las películas pueden servir como una cinta transportadora para la esperanza.

Y cambiar las perspectivas más rápidamente de lo que podemos construir carreteras.

En poco más de una década, la industria cinematográfica de Nigeria, la más grande de África, ha transformado la palabra y el idioma del país en el vocabulario y el imaginario de millones en muchos otros países africanos.

Ha derribado fronteras, quizá de manera más efectiva desde que la Conferencia de Berlín sembrara la división lingüística y geográfica por toda África.

El cine habla una lengua universal, y vaya si el cine nigeriano habla en voz alta.

Hacer que África dé el salto de cien años requerirá que los africanos evoquemos la creatividad para generar ideas y nos abramos para aceptar y adaptar ideas de cualquier otro lugar del mundo para resolver nuestros problemas generalizados.

Con foco en la inversión, las películas pueden ayudar a impulsar ese cambio en la gente de África, un cambio que es necesario para dar el salto de cien años, un cambio que ayudará a crear una África próspera, una África diametralmente mejor de lo que es hoy.

Gracias.

Asante sana.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/dayo_ogunyemi_visions_of_africa_s_future_from_african_filmmakers/

 

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