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Viviendas ingeniosas en lugares inesperados – Charla TEDCity2.0

Charla «Viviendas ingeniosas en lugares inesperados» de TEDCity2.0 en español.

En el centro de Caracas, Venezuela, se encuentra la Torre de David, un rascacielos de 45 pisos inacabado y abandonado. Pero hace unos 8 años, la gente empezó a mudarse allí. El fotógrafo Iwan Baan nos muestra cómo la gente construye hogares en lugares insospechados, guiándonos por los apartamentos familiares de la Torre de David, por una ciudad sobre el agua en Nigeria, y por un pueblo subterráneo en China. Sus magníficas imágenes celebran la capacidad de la humanidad para sobrevivir y construir una casa… en cualquier lugar.

  • Autor/a de la charla: Iwan Baan
  • Fecha de grabación: 2013-09-28
  • Fecha de publicación: 2013-10-16
  • Duración de «Viviendas ingeniosas en lugares inesperados»: 1018 segundos

 

Traducción de «Viviendas ingeniosas en lugares inesperados» en español.

A lo largo de mi vida profesional, he tenido la fortuna de trabajar con muchos de los grandes arquitectos internacionales, documentando su trabajo y observando cómo sus diseños tienen la capacidad de influenciar las ciudades en las que se encuentran.

Pienso en las ciudades modernas como Dubái o las ciudades antiguas como Roma con el increíble museo MAXXI de Zaha Hadid, o aquí mismo, en Nueva York con la High Line, una ciudad que se ha visto enormemente influenciada por su construcción.

Pero lo que encuentro realmente fascinante es lo que pasa cuando se van los arquitectos y diseñadores y es la gente la que se apropia de estos lugares, como aquí en Chandigarn, India, una ciudad completamente diseñada por el arquitecto Le Corbusier.

Ahora, 60 años después, la ciudad se ha visto invadida por gente de maneras totalmente distintas de lo que quizás fuera la intención original, como aquí, donde se ve la gente sentada en las ventanas del pabellón de reuniones.

Pero a lo largo de muchos años, he estado documentando el edificio de CCTV de Rem Koolhaas en Beijing y el estadio olímpico de la misma ciudad obra de los arquitectos Herzog y de Meuron.

En estas obras a gran escala en China, pueden ver una especie de campamento improvisado donde viven los obreros durante todo el proceso de construcción.

Como las obras de construcción duran años, los obreros acaban formando una especie de ciudad informal tosca pero funcional, creando una yuxtaposición con las sofisticadas estructuras que están construyendo.

En los últimos 7 años he perseguido mi fascinación por el entorno de la construcción.

y aquellos de ustedes que me conocen podrían decir que esta obsesión me ha llevado a vivir maleta en mano los 365 días del año.

Estar constantemente en movimiento me permite a veces capturar los momentos más impredecibles de la vida, como aquí en Nueva York el día después de que el huracán Sandy sacudiera la ciudad.

Hace poco más de tres años, fui por primera vez a Caracas, Venezuela, y al volar sobre la ciudad, me quedé impresionado por la extensión de los barrios bajos que alcanzaban cada rincón de la ciudad, un lugar donde casi el 70% de la población vive en barrios marginales, formando un cinturón por las montañas.

Mientras conversaba con los arquitectos locales Urban-Think Tank me hablaron de la Torre de David, un edificio de oficinas de 45 pisos situado justo en el centro de Caracas.

El edificio estuvo en construcción hasta el momento en que se hundió la economía venezolana y la muerte del empresario responsable a principios de los 90.

Hace unos ocho años, la gente empezó a mudarse a la torre abandonada y comenzaron a construir sus viviendas entre cada una de las columnas de esta torre inacabada.

Sólo hay una entrada pequeña para todo el edificio, y los 3000 habitantes entran y salen por esa única puerta.

Juntos, los habitantes crearon espacios públicos y los diseñaron para sentirse más como en casa y menos como en una torre inacabada.

En el vestíbulo, pintaron las paredes y plantaron árboles.

También construyeron una cancha de baloncesto.

Pero cuando lo miran de cerca, verán los grandes agujeros por donde habrían pasado los ascensores y las instalaciones.

En el interior de la torre, la gente ha inventado todo tipo de soluciones en respuesta a las distintas necesidades que surgen al vivir en una torre inacabada.

Sin ascensores, la torre conlleva un ascenso de 45 pisos.

Diseñada de maneras muy específicas por este grupo de gente que no tiene estudios ni de arquitectura ni de diseño.

Y al buscar cada habitante su propia manera única de salir adelante, esta torre se convierte en una ciudad viviente, un lugar que está vivo con microeconomías y pequeños negocios.

Los ingeniosos habitantes, por ejemplo, encuentran oportunidades en los casos más inesperados, como el garaje anexo de aparcamiento, que se ha reconvertido en un circuito de taxi que sube a los habitantes por las rampas con el objetivo de acortar la caminata de subida a los apartamentos.

Un paseo por la torre desvela cómo los residentes han encontrado maneras de crear paredes, conductos para el aire, de crear transparencia, circulación a través de la torre, creando en esencia un hogar que está completamente adaptado a las condiciones del lugar.

Cuando un nuevo habitante se muda a la torre, ya tiene un tejado sobre la cabeza, así que lo normal es que simplemente marquen su espacio con algunas cortinas o sábanas.

Poco a poco, a partir de materiales encontrados, se alzan las paredes, y la gente crea un espacio a partir de objetos o de materiales que va encontrando.

Es admirable ver las decisiones de diseño que van haciendo, por ejemplo cuando todo está hecho de ladrillos rojos, algunos residentes cubren el ladrillo rojo con una capa de papel pintado estampado en ladrillo rojo para crear una especie de acabado fino.

Los habitantes construyen estas casas literalmente con sus propias manos, y este entusiasmo infunde un gran sentido del orgullo en muchas familias que viven en esta torre.

Lo normal es que saquen lo que puedan de las condiciones existentes, y que intenten que los espacios queden bonitos y hogareños, o al menos hasta donde puedan llegar.

Por toda la torre se pueden encontrar todo tipo de servicios, como el barbero, pequeñas fábricas, y cada piso tiene un pequeño almacén o tienda de comestibles.

Podrán encontrar hasta una iglesia.

Y en el piso 30 hay un gimnasio donde todas las pesas y halteras están hechas a partir de poleas sobrantes de los ascensores que nunca se instalaron.

Desde el exterior, tras esta fachada en cambio permanente, se puede ver cómo las vigas fijas de hormigón proporcionan una estructura que los habitantes utilizan para crear sus hogares de manera orgánica, intuitiva que responde directamente a sus necesidades.

Vayamos ahora a África, a Nigeria, a una comunidad llamada Makoko, un barrio bajo donde 150 mil personas viven sólo unos metros por encima de la laguna de Lagos.

A pesar de que parece un lugar completamente caótico, cuando lo ven desde arriba, parece haber toda una red de conductos de agua y canales que conectan todos y cada uno de los hogares.

Desde el muelle principal, la gente navega en largas canoas de madera que los llevan hacia sus diversos hogares y tiendas situados en un área muy extensa.

Desde el agua, está claro que la vida se ha adaptado completamente a esta forma tan específica de vida.

Hasta las canoas se convierten en comercios variados donde las señoras reman de casa a casa, vendiendo de todo, desde dentífrico hasta fruta fresca.

Tras cada ventana y cada puerta, verán un niño pequeño que los está observando, y aunque en apariencia Makoko está lleno de gente, en realidad lo que más impresiona es el número de niños asomados hacia el exterior en cada edificio.

El crecimiento de población en Nigeria, y en especial en zonas como esta de Makoko, es un recuerdo doloroso de lo verdaderamente incontroladas que están las cosas.

En Makoko existen muy pocos sistemas e infraestructuras.

La electricidad es una chapuza y el agua más fresca viene de pozos dispersos cavados por la gente.

Todo este modelo económico está diseñado para satisfacer una forma de vida específica basada en el agua, por lo que la pesca y la construcción de barcas son profesiones comunes.

Hay un grupo de empresarios que han instalado sus negocios por toda la zona, como barberos, tiendas de CDs y de DVDs, cines, sastres, aquí hay de todo.

Hay hasta un estudio de fotografía donde se pueden ver las aspiraciones locales a vivir en una casa de verdad o a estar asociado con un lugar lejano, como ese hotel en Suecia.

Una noche, me encontré con un grupo de música en vivo impecablemente vestidos con atuendos coordinados.

Iban flotando por los canales en una gran canoa en la que habían instalado un generador para el disfrute de toda la comunidad.

Al anochecer, la zona se oscurece casi por completo, salvo alguna bombilla pequeña o una fogata.

Lo que en un principio me trajo a Makoko fue un proyecto de un amigo mío, Kunlé Adeyemi, quien acababa de terminar de construir una escuela flotante de tres pisos para los niños de Makoko.

Como el pueblo entero se encuentra sobre el agua, el espacio público es muy limitado, así que ahora que la escuela está terminada, el piso bajo es un patio de juego para los niños, pero cuando no hay clases, la plataforma se convierte en la plaza mayor del pueblo donde los pescadores arreglan las redes y los tenderos flotantes fondean las barcas.

Otro lugar que me gustaría compartir con ustedes es el Zabbaleen en El Cairo.

Son descendientes de granjeros que comenzaron a migrar desde el alto Egipto en los años 40, y hoy se ganan la vida coleccionando y reciclando desechos de las casas de todo El Cairo.

Durante años, los Zabbaleen solían vivir en poblados provisionales con los cuales solían irse mudando intentando evitar a las autoridades locales, pero a principios de los 80, se asentaron en las colinas de Mokattam justo al límite del este de la ciudad.

Hoy, viven en esta zona, aproximadamente entre 50 y 70 mil personas, que viven en esta comunidad de edificios de varias plantas construidos por ellos mismos donde hasta tres generaciones viven en una estructura.

Mientras que estas viviendas que construyen ellos mismos carecen aparentemente de planificación o diseño formal, el que cada familia se especialice en una forma de reciclaje significa que el piso bajo de cada edificio se reserva a actividades relacionadas con la basura y el piso superior se dedica a la vivienda.

Me parece increíble ver que estos montones y montones de basura son invisibles para la gente que vive allí, como este hombre tan distinguido que posa con toda esta basura desparramada detrás de él, o como estos dos hombres jóvenes que están sentados y charlando entre toneladas de basura.

Mientras que para la mayoría de nosotros, vivir entre estos montones y montones de basura puede parecer totalmente inhabitable, para los del Zabbaleen, esto es un tipo diferente de normalidad.

En todos estos lugares de los que he hablado hoy, lo que encuentro fascinante es que en realidad lo normal no existe, y esto prueba que la gente es capaz de adaptarse a cualquier tipo de situación.

Durante el día, es bastante normal encontrarse con una pequeña celebración en la calle, como esta fiesta de compromiso.

En esta tradición, la que pronto será la novia muestra todas sus pertenencias, que pronto entregará a su nuevo marido.

Una reunión como esta ofrece tal yuxtaposición donde se muestra todo lo nuevo y se utiliza toda la basura como los útiles para la demostración de sus nuevos accesorios del hogar.

Como Makoko y la Torre de David, por todo el Zabbaleen se pueden encontrar los mismos servicios que en cualquier vecindario público.

Hay tiendas, cafés restaurantes, y la comunidad es esta comunidad de cristianos coptos, así que podrán encontrar una iglesia, incluido un gran número de iconografías religiosas por toda la zona, así como los servicios del día a día como las tiendas de reparación electrónica, los barberos, todo.

La visita a las casas de los Zabbaleen está también llena de sorpresas.

Mientras que desde el exterior, estas casas son como cualquier otra estructura informal de la ciudad, cuando uno entra, se encuentra con todo tipo de decisiones de diseño y de decoración de interiores.

A pesar de las limitaciones de espacio y dinero, las casas de la zona están diseñadas con cuidado y detalle.

Cada apartamento es único, y su individualidad cuenta la historia de las circunstancias y valores de cada familia.

Muchos de ellos se toman muy en serio sus hogares y espacios interiores, y ponen en los detalles mucho trabajo y cuidado.

Los espacios comunes también reciben la misma atención, en ellos las paredes se decoran con motivos de falso mármol.

Pero a pesar de esta elaborada decoración, a veces estas viviendas reciben usos muy inesperados, como esta casa que me llamó la atención mientras que el barro y la hierba se salían literalmente por debajo la puerta de entrada.

Cuando me invitaron a entrar, resulta que esta vivienda del quinto piso se estaba transformando completamente en una granja, en la que había seis o siete vacas pastando en lo que podría haber sido la sala de estar.

Pues bien, en el apartamento frente al establo de vacas vive una pareja de recién casados en el que los vecinos describen como uno de los mejores apartamentos de la zona.

La atención prestada a este detalle me asombró, y mientras que el dueño de la vivienda me guiaba orgulloso por el apartamento, de suelo a techo, cada elemento estaba decorado.

Pero si no fuera por el olor nauseabundo, extrañamente familiar, que se filtra constantemente por el apartamento, sería fácil olvidar que uno está junto a un establo de vacas y encima de un vertedero.

Lo que más me emocionó fue que a pesar de estas condiciones aparentemente inhóspitas, me dieron la bienvenida con los brazos abiertos a una casa hecha con amor, cuidado, y pasión ilimitada.

Crucemos el mapa hasta China, a una zona llamada Shanxi, Henan y Gansu.

En una región famosa por la tierra blanda y porosa de la meseta de Loess, vivían hasta hace poco unos 40 millones de personas en estas casas bajo tierra.

Estas viviendas se llaman yaodongs.

Por medio de esta arquitectura substractiva, estos yaodongs están construidos literalmente dentro de la tierra.

En estos pueblos pueden ver un paisaje totalmente alterado, y oculto tras estos montículos de suelo y estas casas cuadradas, rectangulares localizadas a 7 metros bajo tierra.

Cuando le pregunté a la gente por qué excavaban sus casas en la tierra, se limitaron a decirme que son malos cultivadores de trigo y de manzanas y que no tenían el dinero para comprar materiales, por lo que la excavación resultó ser la forma más lógica de vivir.

De Makoko al Zabbaleen, estas comunidades se han planteado las tareas de planificación, diseño y gestión de las comunidades y vecindarios de varias formas que responden específicamente a su entorno y circunstancias.

Creados por las personas que de verdad viven, trabajan y juegan en estos espacios concretos, estos vecindarios se han diseñado intuitivamente para sacarle el máximo partido a sus circunstancias.

En la mayoría de estos lugares, la ausencia de gobierno es completa, dejando a los habitantes sin otra elección que recuperar materiales encontrados, y aunque estas comunidades están muy desfavorecidas, presentan verdaderos ejemplos de brillantes formas de ingenio, y demuestran que es cierto que tenemos la capacidad de adaptarnos a todo tipo de circunstancias.

Lo hace que lugares como la Torre de David sean particularmente extraordinarios es esta especie de armazón-esqueleto que la gente utiliza como base que pueden aprovechar.

Ahora, imaginen lo que estas comunidades tan ingeniosas podrían crear por sí mismas, y lo singulares que serían sus soluciones si se les proporcionaran infraestructuras básicas que pudieran aprovechar.

Hoy en día se pueden ver esos grandes proyectos de complejos residenciales que ofrecen soluciones para la vivienda hechas en serie para un enorme número de personas.

De China a Brasil, el propósito de estos proyectos es proporcionar tantas casas como sea posible, pero son totalmente genéricos y la verdad es que no son la solución a las necesidades individuales de la gente.

Me gustaría terminar con una cita de una amiga mía y fuente de inspiración, Zita Cobb, la fundadora de la maravillosa Fundación Shorefast, con sede en la isla Fogo, en Terranova.

Ella dice que «existe esta plaga de invariabilidad que está matando la alegría humana», y estoy totalmente de acuerdo con ella.

Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/iwan_baan_ingenious_homes_in_unexpected_places/

 

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