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Zamba y la revolución de los niños – Charla TEDxRiodelaPlata

Charla «Zamba y la revolución de los niños» de TEDxRiodelaPlata en español.

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

¿Cómo lograr que los niños aprendan la historia utilizando dibujos animados? ¿Cómo se pueden transformar los contenidos educativos en experiencias que los niños no olviden nunca? ¿Qué podemos aprender de nuestros maestros preferidos? En una emotiva charla Fernando Salem nos cuenta cómo fue el proceso de crear el dibujo animado educativo que revolucionó la manera en la que los chicos aprende la historia.

  • Autor/a de la charla: Fernando Salem
  • Fecha de grabación: 2016-10-22
  • Fecha de publicación: 2019-03-01
  • Duración de «Zamba y la revolución de los niños»: 1131 segundos

 

Traducción de «Zamba y la revolución de los niños» en español.

Bueno, no sé a Uds., pero a mí la parte que más me gustaba de ir a la escuela es cuando nos sacaban de excursión o cuando íbamos de campamento.

Me parece que me gustaba mucho porque en ese momento uno se sentía libre, uno podía ver a sus compañeros con la luz del día, podíamos ver a la señorita interactuar con el mundo real.

Pero me parece que lo más importante es que cuando estábamos de excursión aprender y vivir eran parte de la misma cosa.

Yo trabajo como director y guionista y en el 2009 teníamos un problema.

Resulta que había que pensar un programa infantil que le contara a los chicos la Revolución de Mayo.

Y el problema es que no se nos ocurría nada.

Para colmo, con Sebastián Mignona y Nicolás Dardano, habíamos tenido la maravillosa idea de proponerle al canal del Ministerio de Educación hacer un programa de animación cuando ninguno de nosotros tenía la menor idea de cómo se hacía un dibujito animado.

Si Uds.

me preguntan a mí, cuando era chico qué quería ser cuando sea grande yo contestaba: «Quiero trabajar de hacer dibujos animados».

Pero se ve que con el tiempo me fui dando cuenta que los dibujos animados se hacían en Estados Unidos, que yo iba a tener que estar lejos de mis papás si quería trabajar de eso, y se ve que me fui resignando.

Pero bueno, ahora estaba frente a la posibilidad de escribir y dirigir uno.

Así que, un poco para volver a conectarme con eso que tanto me gustaba de la escuela y otro poco, creo yo, para ver si se me ocurría alguna idea, me fui solo de excursión al Cabildo de Buenos Aires.

Llego al Cabildo, subo al primer piso, doblo a la izquierda, y me encuentro con esta imagen.

La Primera Junta de Gobierno.

Entonces me acerco, leo los nombres, Saavedra, Moreno, Castelli, Belgrano, Paso, les miro las expresiones, las caras, y ahí tuve una primera revelación.

«Esto es un embole».


(Risas)
No hay manera…


(Aplausos)
No hay manera de hacer algo entretenido con esto.

Los chicos siempre van a preferir ver Pokémon, o Dragon Ball Z.

Si nos lo ponemos a pensar, son capaces de almacenar en el cerebro cinco generaciones completas de Pokémon en japonés, vuelven a ver las películas que les gustan un millón quinientas mil veces y se saben los diálogos de memoria.

¿Y cuál es la diferencia entre ese contenido y este?

¿Podemos hacer que la Revolución de Mayo sea tan atractiva como eso?

Es como que uno, frente al contenido que se le presenta como pedagógico, educativo, levanta una barrera.

Es como cuando te quieren vender algo que no necesitás.

Ahí me di cuenta que yo mismo pasé por la primaria y por la secundaria sin entender bien por qué San Martín había cruzado los Andes.

Y eso que me lo deben haber explicado todos los 17 de agosto.

Pero a mí no me llegó, no lo entendí, o no me quedó.

Cuando volvía del Cabildo me puse a pensar: «Bueno,

¿y entonces?

¿Qué me quedó?

¿Qué me quedó de la escuela?

» Y ahí, ¡ping! Se me viene la imagen de mi maestro favorito.

Uds.

también deben tener un maestro favorito de la primaria o la secundaria.

Bueno, Claudio Simari fue el mío.

Fue mi maestro de 4º grado.

Y me acordé de él porque él había sabido saltearse esa barrera que yo le había puesto.

Y me acordé de dos momentos en los que Claudio supo hacerlo, y en una de esas ahí había alguna idea para hacer este dibujo animado.

Una mañana Claudio llegó y nos puso música.

Claudio eligió una canción de Teresa Parodi que se llama «Apurate José» y nos quería explicar el drama de las inundaciones en Formosa.

Para el que no la conoce, la canción cuenta el llamado desesperado de una mujer a su marido para poder escapar juntos antes que llegue la crecida.

Bastó eso solo para que yo, de las inundaciones de Formosa, no me olvide nunca más.

Y para que cada vez que escuche «Apurate José» me vuelva a conmover.

La otra cosa que me acordé de Claudio es que un día decidió compartir con nosotros una historia personal.

Y lo debe haber hecho de una forma tan sensible que yo hasta puedo acordarme en dónde estaba sentado en el aula.

Resulta que a Claudio lo estaban mandando a la guerra.

Claudio estaba en la fila para subir al avión que lo iba a llevar a las Islas Malvinas.

Ya estaba con el uniforme puesto, era de madrugada, y en eso mira y se da cuenta que habían llegado su mamá y su papá para despedirse.

Entonces Claudio se fue corriendo de la fila, les dió un último abrazo, y cuando volvió lo mandaron al fondo.

Y fue uno de los pocos que no logró subir al avión.

Fueron los últimos vuelos que lograron llegar a las Islas, y un compañero de Claudio murió en combate.

Con eso solo yo, de la Guerra de Malvinas, no me olvidé nunca más.

Y de esa historia, tampoco.

¿Cómo había hecho Claudio?

¿Cómo hizo para sembrar en nosotros ideas que 30 años después todavía me siguen acompañando?

Me di cuenta de una cosa.

Lo que hacía Claudio, en principio, era contarnos historias.

Y nosotros las vivíamos como si estuviéramos ahí con él.

Claudio era una especie de mediador.

Y nosotros vivíamos esa experiencia y estábamos en el aula y nos sentíamos de excursión.

Y la otra cosa que me di cuenta de Claudio es que él nunca nos subestimó.

Nosotros siempre se lo agradecimos mucho, porque Claudio no nos infantilizaba.

Nosotros preferíamos a Claudio a esos señores o señoras de la tele que se disfrazan de nenes o nenas, y primero vienen y se hacen tus amigos, y después resulta que te das cuenta que te quieren enseñar los números o los colores, o venderte algo.

Parece que Claudio sabía que si vos tratas a un chico como si fuera un tonto corres el riesgo de que, o el chico crea que vos sos un tonto, porque le estás hablando así, o el chico crezca pensando que es un tonto, lo cual es bastante peor.

Los chicos pueden ser encantadores, tiernos, sensibles, pero la verdad es que son los mismos que inventaron el bullying.

Pueden ser tiranos, crueles, caprichosos, como nosotros.

Y si son como nosotros, entonces,

¿por qué deberíamos tratarlos de otra manera?

Ahora,

¿cómo somos nosotros?

Esa es una pregunta que nos hacíamos en ese momento.

Uno de mis primeros trabajos como director en «El perro en la Luna», mucho antes de hacer «Zamba», fue viajar por escuelas públicas de todo el país entrevistando chicos.

Debo haber entrevistado, no sé, como 1500 o 2000 chicos.

Ellos me enseñaron a dejar de mirarlos desde arriba, a bajar la cámara, a mirarlos a los ojos, y a mirar el mundo como lo ven ellos.

Eso terminó impactando muchísimo en el proyecto, porque hay algo de cada uno de esos chicos en Zamba.

Cualquiera que conozca la Argentina profunda sabe perfectamente que la representación de la infancia que vemos en la tele es bien diferente a la realidad.

Y es lógico, porque la televisión está pensada para tratar a los chicos como consumidores.

Paka-Paka llega para tratar a los chicos como chicos, y para nosotros, como contadores de historias, esa era una oportunidad increíble.

Así que nos pusimos a diseñar el personaje.

Había que pensar un chico argentino.

Si Uds.

tuvieran que dibujar un chico argentino,

¿cómo lo harían?

¿Cómo sería el color de pelo?

¿Cómo sería el color de piel?

¿Cómo sería el ancho de la nariz?

Estos son los primeros bocetos de Zamba.

En ese momento nosotros nos preguntábamos si los chicos y las chicas se iban a identificar con un nene que no tuviera súper poderes, y que en vez de capa tuviera un guardapolvo blanco como ellos.

Finalmente, este es el diseño definitivo de Zamba.


(Aplausos)
Lo hicimos bajito como Messi para que sea escurridizo y se pueda escapar.

Tiene una mochilita para que sea como esos nenes hiperquinéticos que van corriendo de un lado a otro con la mochila puesta.

Le pusimos el piyama abajo del guardapolvo.

Le hicimos piel trigueña.

Si se fijan bien, tiene como una especie de cuernitos acá, para que parezca un poco más travieso.

Y le hicimos un diente roto, como herida de guerra de esa batalla que libramos todos y se llama «infancia».

En una de esas, a esta altura, Uds.

se deben estar preguntando: «Bueno,

¿y cómo es que un tipo que pasó por la primaria y por la secundaria sin saber por qué San Martín cruzó los Andes, puede escribir y dirigir un programa sobre historia?

«.

Gabriel Di Meglio, que es historiador e investigador del CONICET, estaba en el equipo.

Gaby, entre otras cosas, eligió ser historiador porque de chico leía Ásterix.

Y yo me pude sentar con él, mano a mano, y preguntarle sobre historia de la misma forma que Zamba le pregunta a San Martín.

Entonces algo que en principio parecía un impedimento terminó siendo una ventaja porque pude escribir a Zamba desde la ingenuidad, sin solemnidad.

Pudimos bajar a los próceres del caballo, pudimos sacarles el bronce, pudimos contar nuestra historia desde el humor.

Hoy vivimos en un tiempo de paz.

Pero a lo largo de nuestra historia hubo un montón de hombres y mujeres que dejaron su vida, la única vida que tenían, por luchar por valores como la libertad y la independencia.

Y no pudieron ver el resultado de esa lucha.

Me dió mucha pena, por ejemplo, cuando me enteré que Belgrano se murió en un período de anarquía con el sentimiento de que todo lo que había hecho no había servido para nada.

Sí sirvió.

A todos los que hacemos Zamba nos gusta pensar que a Belgrano, a San Martín, a Sarmiento o a Juana Azurduy les gustaría saber que esos valores de libertad e independencia están pasando a la próxima generación.

Hoy los chicos reconocen sus luchas y los reconocen como personajes de Zamba en los billetes.


(Aplausos)

¿Zamba debe haber sido revolucionario?

Qué sé yo; no lo podemos saber ahora.

Por ahí vamos a tener que esperar 20 o 30 años, me parece.

Y algo parecido le debe pasar a los maestros,

¿no?

¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que se vea el resultado de su esfuerzo, de su dedicación?

Y cuando estaba preparando esta charla, ¡tin!, se me vuelve a aparecer mi maestro favorito, Claudio.

Dije: «Bueno, le tengo que contar esto, tengo que compartir esto con él».

Así que lo googleé.

Claudio no tenía Facebook.

Y lo único que encontré fue una cuenta de e-mail bastante improbable, y le escribí un mail que dice así, se los voy a leer.

«Hola Claudio.

Fui alumno tuyo hace como 30 años, quizás no te acuerdes de mí.

Te escribo porque resulta que soy uno de los que hizo un dibujo animado que se llama Zamba y lo pasan por Paka-Paka y tengo que dar una charla sobre eso.

Necesitaba contarte que Zamba se llama José por «Apurate José», la canción que un día nos pasaste para explicarnos las inundaciones en Formosa.

Y no por nada Zamba es de Clorinda.

Necesitaba que sepas también que si ves el capítulo de Malvinas vas a encontrar un maestro excombatiente y es en homenaje a vos.

Si de casualidad ves este mail espero que andes bien y que te llegue un poco de reconocimiento y agradecimiento por el trabajo que hiciste con nosotros».


(Aplausos)
Se acercaba el día de hoy y la respuesta de Claudio no llegaba.

Y hace muy poquito me llegó su respuesta.

Claudio sigue siendo el tipo que yo recordaba.

Se fue a vivir a Bariloche, fue maestro rural, dedicó toda su vida a la docencia y hoy trabaja allá, en el centro de formación docente.

¿Qué iba a hacer?

Fui a encontrarme con él.

Y resulta que cuando llegué, Claudio me tenía preparada una sorpresa.

Yo no me acordaba, pero el último día de clases Claudio nos pidió que escribiéramos qué fue lo que más nos había gustado de 4º grado.

Y estos 30 años Claudio había guardado como un tesoro mi respuesta y la de mis compañeros.


(Aplausos)
«Lo que más me gustó del año -puse- fue el campamento, porque jugamos mucho y nos divertimos».

Hoy Claudio está acá sentado entre nosotros.


(Aplausos)
Y tengo la posibilidad de agradecerle a Claudio personalmente y frente a Uds.

esos gestos, esa dedicación, porque un día nos haya pasado una canción, porque un día haya tenido el gesto de compartir con nosotros una historia tan personal y tan íntima como es la de Malvinas.

Porque esas pequeñas cosas colaboraron, son las que en definitiva hacen que las futura ingenieras, los futuros científicos, los futuros maestros, las futuras artistas, obreros, en una de esas los futuros presidentes, hoy, en la escuela, cuando salen al recreo lo hacen gritando: «Seamos libres, que lo demás no importa nada».


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/fernando_salem_como_los_ninos_pueden_aprender_historia/

 

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