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¿Por que febrero tiene un día más cada 4 años?

… y porque febrero tiene 28 días explicación para niños y adultos

Cayo Julio César, político y guerrero romano. quien hizo reformar el antiguo calendario en el año 46 antes de Jesucristo.

En esta reforma se determinó que febrero tuviese un día más cada cuatro años.

Sabemos que cada 4 años el mes de febrero tiene 29 días y no 28 como los tres años anteriores.


Este hecho parece muy extraño, como extraña es la desigual distribución de los días en los otros meses.


Así, hay cuatro (abril, junio, setiembre y noviembre) que tienen 30 días, otros siete (enero, marzo, mayo, julio, agosto, octubre y diciembre) que tienen 31 y uno (febrero) que cuenta 28 o 29 días.

¿Por qué esto es así?

Si nos remontamos a los calendarios más antiguos y a las reformas de los mismos a través del tiempo, se advierte que ello se debe a un enorme esfuerzo por conciliar el año astronómico con el año calendario, o sea la división exacta del año en meses y días.

¿QUÉ ES EL AÑO?

Para dar una vuelta completa alrededor del Sol, la Tierra emplea 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos, lo que llamamos comúnmente un año.

Pero el año tiene tan sólo 365 días, de modo que las horas, los minutos y los segundos sobrantes que se van acumulando en el transcurso del tiempo ocasionan serias diferencias.

Si se considera que la Tierra inicia su viaje en un punto llamado A, al cabo del año debería estar en el mismo lugar; pero en cambio se comprueba que está en B, es decir, casi un cuarto de día atrasada.
Sumando los atrasos, vemos que en un siglo el primer día del año o año nuevo estaría atrasado casi 20 días.
¡Calcula lo que ocurriría a lo largo de toda la historia!

LOS CALENDARIOS MÁS ANTIGUOS

Los calendarios más antiguos que se conocen (como el de los sumerios y babilonios) se basaban en las fases de la Luna y dividían el año en 12 meses lunares de 30 días.
Ello traía inconvenientes, pues el año que se basa en la órbita de la Tierra alrededor del Sol equivale a 365 días y cuarto, y el mes medido por las fases de la Luna equivale a 29 días y medio.
Por lo tanto, los 12 meses que componen el año no son exactamente iguales sino que equivalen a 12 meses y un tercio.
Esto obligaba a hacer frecuentes correcciones.

Unos 3.000 años antes de Jesucristo, los sacerdotes egipcios elaboraron un calendario de 365 días, divididos en 12 meses de 30 días, y añadían cinco días más, que destinaban a celebraciones religiosas en honor de la estrella Sotis.

LA REFORMA DE JULIO CÉSAR

El calendario de los romanos tenía 355 días, por lo tanto, en el siglo I antes de Jesucristo tenía un error de casi 2 meses con respecto a las estaciones.
Julio César, el famoso político y militar, se propuso reformar el calendario y, siguiendo el consejo del astrónomo greco-egipcio Sosígenes, decretó que el año 46 antes de Jesucristo tuviera 445 días.
Al finalizar febrero se le debían añadir 23 días y entre los meses de noviembre y diciembre, 67 días.
Es de imaginar la gran confusión que crearon tantos días de más, pero al menos ese año las estaciones comenzaron en las fechas correspondientes.
Además, se estableció que cada cuatro años se añadiera un día, de modo que tuviera 366.
El agregado se hizo en febrero, que tuvo 29 días en lugar de 28.

¿Por que se le llama al año con 266 dias «bisiesto»?

El año así modificado recibió el nombre de bisiesto porque, según el cómputo romano, el día 25 de febrero, que en los años ordinarios era el sexto kalendas Martius, se convertía en bisexto kalendas Martius.
Son bisiestos, pues, los años que en la expresión numeral de los últimos números, son divisibles por cuatro, como 1912, 1920, 1976, 1980, 1984, etcétera.

NECESIDAD DE UNA NUEVA REFORMA

El calendario juliano rigió durante el imperio romano y, luego, en las naciones europeas que se formaron a la caída de éste y en los nuevos territorios conquistados. Pero al cabo de seis siglos la diferencia acumulada provocaba un gran desequilibrio. Por eso, en el siglo XVI el calendario llevaba 13 días de atraso con relación al Sol, y las fiestas religiosas no se celebraban en la estación correspondiente.

En el año 1582, el Papa Gregorio XIII, que había consultado al astrónomo, físico y profesor de medicina Aloisus Lilius y al matemático alemán Cristóbal Clavius, quitó 10 días al año, y el día 4 de octubre fue seguido por el día 15.

Además, estableció que no serían bisiestos los años no divisibles por 400 (por ejemplo, 1700 o 1800. Pero en cambio, será bisiesto el año 2000). Este calendario fue aceptado por los países católicos y, posteriormente, por casi todos los países del mundo.

Este esquema permite comprender la necesidad de instituir el año bisiesto.
Si se considera que la Tierra inicia su viaje en un punto llamado A, al cabo del año debería estar en el mismo lugar; pero en cambio está en B, es decir, un cuarto de día atrasada.

En los años siguientes el atraso llega a C, O y E, o sea que al cabo de cuatro años está un día atrasada con respecto a A.
De allí que se deba incluir un día cada cuatro años. De aquí deriva lo que llamamos año bisiesto.

Para corregir el error acumulativo de los minutos y segundos, el Papa Gregorio XIII dispuso una nueva reforma en el año 1582.

Según ella, no serian bisiestos los años en que comienzan los siglos cuando no puedan ser divisibles por 400.

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