La cerámica es un material obtenido mediante la cocción de la arcilla.
La cerámica fue inventada en Oriente Próximo durante el sexto milenio a.C. Los primeros recipientes de cerámica probablemente consistían en un armazón de mimbre, u otro material similar, recubierto de arcilla.
Posteriormente se aprendió a modelar la arcilla y a crear cuencos mediante la superposición de cilindros de este material.
También se descubrió que la arcilla cocida al fuego podía almacenar líquidos y se inició la producción de cacharros de barro cocido. Esta cerámica primitiva, cocida en hoyos excavados bajo el fuego, resultaba todavía muy porosa, hasta que alguien inventó el horno.
Éste permitió alcanzar temperaturas mayores y lograr el vidriado de la cerámica, que de este modo se volvía impermeable. Otro invento fundamental fue el torno de alfarero, desarrollado por primera vez en Oriente Próximo hacia el año 4000 a.C.
Durante el primer milenio a.C., los chinos perfeccionaron el vidriado, desarrollaron hornos capaces de alcanzar temperaturas superiores a los 1.000 ºC e idearon la forma de fabricar porcelana. En el siglo VIII, los árabes llevaron las técnicas del vidriado a la Península Ibérica y desde allí se extendieron al resto de Europa a partir del siglo XIV.
Las primeras porcelanas chinas llegaron a Occidente durante el siglo XVII, lo que estimuló la búsqueda de métodos de fabricación capaces de imitarlas. La primera porcelana blanda europea se fabricó a finales de aquel mismo siglo y la porcelana dura fue desarrollada en Alemania durante el siglo siguiente.