Los biólogos adjudican a cada organismo un nombre científico, que consiste en un género y una especie.
Aparte de poseer un nombre científico, cada especie debe también estar situada en los grupos superiores que le corresponden, es decir la familia y el reino.
La rama de la biología que trata de este proceso de clasificación se denomina taxonomía.
Hay varios sistemas de clasificación en taxonomía, cada uno de los cuales tiene su grupo de defensores entusiastas.
Algunos de estos sistemas se fundamentan en las relaciones evolutivas, mientras que otros se basan simplemente en las similitudes entre las especies.
Contenidos
Nomenclatura binomial
En la base de la clasificación está la especie. Las especies similares se agrupan formando géneros.
Cada organismo se identifica por un nombre genérico y un nombre específico, que se escriben normalmente en cursiva.
Esta convención, llamada el sistema binomial de nomenclatura, fue diseñada por el naturalista sueco Carolus Linneo.
Los géneros que guardan una cierta similitud básica se agrupan formando familias; las familias se agrupan en órdenes, los órdenes en clases, las clases en filos, y los filos en reinos.
Dentro de estos grupos principales se pueden establecer otras categorías, como las subclases o las superfamilias.
Por ejemplo, el leopardo se clasifica como sigue: especie jubatus; género Acinonyx; familia félidos (felinos); orden carnívoros (gatos, perros, comadrejas, osos y hienas); clase mamíferos (animales de sangre caliente que amamantan a sus crías); filo cordados (animales con columna vertebral); reino animal (animales).
Sistemas de clasificación
Adjudicar un nombre a una nueva especie descubierta es fácil.
Sin embargo, averiguar en cuál de los grupos superiores encaja suele ser mucho más difícil, especialmente por el hecho de que las estructuras de clasificación cambian a medida que los biólogos revisan sus ideas sobre las relaciones evolutivas.
Algunos biólogos creen que la clasificación debe basarse en criterios estrictamente evolutivos, mientras que otros piensan que debe basarse más en la conveniencia práctica.
El enfoque fenético
La clasificación fenética (a veces llamada taxonomía numérica) define grupos de especies mediante semejanzas compartidas únicamente, e ignoran todas las hipótesis respecto a relaciones evolutivas.
La clasificación fenética empezó a perder popularidad en los años setenta.
El enfoque filogenético
Las clasificaciones filogenéticas intentan reflejar el curso de la evolución agrupando las especies que están relacionadas.
Las especies de un grupo se definen como relacionadas si comparten ciertas características clave que se piensa que aparecieron primero en el más reciente ancestro común del grupo.
Estas características clave se describen como evolutivamente avanzadas.
Por ejemplo, en los vegetales, la posesión de semillas se considera una característica avanzada y la posesión de esporas, una característica primitiva, porque las plantas que tienen semillas evolucionaron a partir de plantas con esporas hace un tiempo relativamente reciente y luego se diversificaron para formar un grupo más amplio.
Todas las plantas con semillas se clasifican en un mismo grupo (espermatófitos), mientras que las que poseen esporas constituyen otro grupo aparte.
Un peligro de este enfoque es que características similares a veces evolucionan de forma coincidente en grupos diferentes.
Las alas, por ejemplo, se encuentran tanto en murciélagos como en aves, pero no han sido heredadas de un ancestro común. En este caso, las alas son descritas como análogas.
Las características heredadas de un ancestro común se denominan homólogas.
Sólo aquellas características que son a la vez homólogas y avanzadas se utilizan para definir relaciones filogenéticas.
Cladística
La cladística es una aplicación estricta del enfoque filogenético de la clasificación. Los cladistas intentan situar las especies en un cladograma – un diagrama en forma de árbol ramificado que refleja su evolución. Se hacen los mayores esfuerzos para que todos los puntos de ramificación sean bifurcaciones (una especie que se divide en dos) y todos los descendientes de un ancestro común se colocan en un único grupo llamado clade.
Taxonomía evolutiva
La taxonomía evolutiva, como la cladística, se basa en la filogenia.
Sin embargo, los taxónomos adoptan un enfoque más pragmático que los cladistas permitiendo que los grupos que han divergido de forma significativa sean clasificados separadamente del resto del clade.
Por ejemplo, los cladistas clasificarían los humanos como reptiles (porque han evolucionado a partir de éstos) o no reconocerían a los reptiles como clade; mientras que los taxonomistas evolutivos separarían los reptiles, los mamíferos, las aves, etc.
Aunque se base primordialmente en las pruebas filogenéticas, la taxonomía evolutiva también puede tomar en consideración los estudios fenéticos.
Técnicas moleculares
Una técnica cada vez más utilizada en la clasificación filogenética es comparar el ADN de diferentes especies. Esto puede hacerse directamente, analizando la secuencia de ADN, o indirectamente, analizando la secuencia de aminoácidos de las moléculas de proteína.
La taxonomía molecular evita el problema de confusión entre homología y analogía, porque secuencias de ADN muy similares es improbable que hayan evolucionado en grupos diferentes al azar.
Dichas técnicas han revolucionado nuestra comprensión de las relaciones entre reinos y filo.
Las pruebas del ADN han servido también para estimar la fecha de divergencia entre grupos aunque, de hecho, este tipo de investigación presupone una tasa constante de cambio en la molécula de ADN, que no se ha demostrado que ocurra en todos los genes.