«Porque ese cielo azul que todos vemos ni es cielo es azul. Lástima grande que no sea verdad tanta belleza.»
Estos hermosos versos de Lupercio de Argensola suelen citarse como ejemplo del desengaño barroco ante los descubrimientos de la naturaleza.
Ciertamente fue durante el siglo XVII cuando el hombre descubrió con asombro la razón del color del cielo, que hasta entonces se había creído compacto e inmutable. La teoría del color, desarrollada a la sazón por Newton, explica que la luz blanca está formada por la suma de todos los colores del arco y punto y que cuando vemos un objeto de un color es porque refleja cierta longitud de onda que absorbe el resto, o lo que es lo mismo, refleja ese color mientras absorbe los demás. En un extremo del espectro visible se encuentra el rojo, cuya longitud de onda es más larga y por ello su frecuencia la más baja, por eso llamamos infrarrojos a las ondas con menor frecuencia, y en el otro extremo, el violeta, cuya longitud de onda que es la más corta y por ello su frecuencia la más alta, por eso llamamos ultravioletas a las ondas con mayor frecuencia.
Pero el cielo, además de a la composición de la luz, debe su color otro factor importante: la atmósfera. En efecto, la luz del sol tiene que atravesar la atmósfera para llegar a nosotros, viene ese camino se ve alterada. Las minúsculas partículas de polvo y agua en suspensión presentes en el aire son más pequeñas que las longitudes de onda de la luz visible, que no tienen tamaño suficiente para repeler la onda, pero sí para desviarla ligeramente de su camino original. Es lo que se conoce como dispersión. Y como las longitudes de onda del extremo azul del espectro son más cortas, son dispersadas en mayor medida que las del resto de colores, y esto da el color azul a nuestro cielo.
Para ser exactos, hay que añadir un tercer factor para determinar porque vemos el cielo azul, y éste es nuestra propia fisiología. Sucede así pues que, siendo coherentes con lo que acabamos de decir, el cielo debería ser violeta, por las longitudes de onda de ese color son todavía menores que las de su punto si no lo vemos violeta es porque nuestros ojos captan el color a su manera, pues cuentan sólo con células sensibles a tres colores rojo verde y azul, y el resto de los colores los percibimos por combinación, es decir, porque excitan varios de estos tipos de células a la vez. Así pues, como nuestra vista es más sensible a color azul que al violeta, es aquel color que observamos a contemplar el cielo.
Mira si es una pregunta que se hacen todos los niños que yo he llegado aquí porque me la he hecho mi hijo. Me acaba de preguntar mamá ¿por qué el cielo es azul si el sol es amarillo?
La verdad es que es un poco difícil explicar a los niños estos temas. Muchas gracias.
A mí, de niño, siempre me decían que el cielo era azul porque reflejaba el color del agua del mar. Yo vivo en la costa y siempre me decían eso, pero una vez, cuando fui al interior, y no estaba el mar cerca, y seguía viendo el cielo azul, deduje que era imposible.
Creo que es una pregunta que se hacen todos los niños y no tan niños y que habéis aportado una gran explicación. Muchas gracias.