El Satelite artificial es un vehículo no tripulado puesto en órbita alrededor de la Tierra o que la abandona.
Desde 1957 se han lanzado 4.800 vehículos, en su gran mayoría no tripulados; de ellos todavía permanecen 2.400 en órbita, y de éstos funcionan aún unos mil.
Sus masas están entre un kilo y veinte toneladas, más las 115 de la estación orbital rusa Mir; les acompañan otros miles de objetos de cierto tamaño y miríadas de partículas procedentes de la desintegración de otros satélites o de los lanzadores abandonados.
La mayor parte están a menos de 1.500 kilómetros de altura, pero otras dos alturas especialmente ocupadas son los 20.000 kilómetros, correspondientes a las órbitas semisíncronas, y los 35.000 de las geosíncronas (la de un satélite que gire sobre el ecuador a la misma velocidad que la Tierra).
1984 fue el año en que más satélites se lanzaron, 129; el que menos desde 1963, 1996, con 73; en 1997 fueron 86 (esta disminución refleja la caída de la actividad espacial de Rusia). Los satélites que giran alrededor de la Tierra cumplen misiones muy distintas: meteorológicos, de telecomunicaciones, militares, astronómicos, etcétera. El 4 de octubre de 1957 se lanzó el primer satélite artificial, el Sputnik I (es decir, en ruso, el Satélite I, una bola de 54 centímetros de diámetro de aleación de aluminio, de la que salían unas finas antenas, pulida como un espejo para que reflejase la luz solar y rellena de nitrógeno a presión, con dos transmisores que funcionaron 21 días), y causó una conmoción mundial.
El primer satélite americano fue el Explorer I, en febrero de 1958. El primer satélite meteorológico propiamente dicho fue el TIROS (Television and Infrared Observation Satellite), lanzado el 1 de abril de 1960. Para 1965 se habían lanzado ya nueve satélites TIROS más. En 1966 les sucedieron los TOS (Satélites Operacionales Tiros), y desde entonces se han lanzado varios ITOS (Improved TOS, «TOS mejorado»), que están entre los instrumentos meteorológicos más poderosos.
Otra serie importante de satélites meteorológicos es la Nimbus, con varios ejemplares desde 1964. Tras el lanzamiento de los primeros satélites, la NASA se dedicó a lanzar satélites de comunicaciones pasivos, meros espejos para las señales terrestres (el ECHO), mientras que los del departamento de Defensa de los Estados Unidos eran satélites activos, amplificadores. En 1960 ATT consiguió que se concediera permiso para construir un satélite de comunicaciones, que lanzaría la NASA (el TELSTAR), que a su vez tenía con RCA y Hughes los proyectos RELAY y SYNCOM.
Un momento clave en la historia de las comunicaciones mundiales es la fundación de INTELSAT (International Telecommunications Satellite Organisation), un organismo que desde entonces regiría el sistema mundial de comunicaciones por satélite y sería propietaria de satélites; hoy día ofrece servicios a todos los países del mundo.
Early Bird fue su primer satélite, al que siguieron Intelsat II e Intelsat III que, al cubrir también el océano Índico, inauguraba el primer sistema mundial de comunicaciones.
A finales del siglo la televisión por satélite y el «sistema personal de comunicaciones» (PCS), un sistema de telefonía por satélite, son un nuevo aspecto de las comunicaciones vía satélite; de los nuevos servicios de voz se encargan los LEO (Low Earth Satellites), satélites que giran en órbitas muy bajas; el sistema de LEO más importante es Iridium, de Motorola, 66 satélites en órbita polar (en 1998 se han lanzado ya tres cuartas partes de ellos); Globalstar contará con 44.
Otra tendencia nueva a finales de siglo es la comunicación personal de datos vía satélite; los sistemas de satélites dedicados a este fin serán tanto geosíncronos como LEO (destacan Teledesic, 288 satélites LEO, y Celestri, de Motorola, 63 LEO y 9 geosíncronos; ambos ofrecerán comunicaciones de datos a muy alta velocidad).
Los satélites que han abandonado la Tierra se han dirigido hacia la Luna, Venus, Marte, Mercurio y los planetas exteriores, y alguno ha llegado incluso a abandonar el sistema solar, aunque ya inerte.
Hay misiones especiales, como visitar un cometa o investigar el Sol. Ya en 1958 rusos y americanos intentaron enviar a la Luna varios satélites Luna y Vanguard, pero todos fracasaron, hasta que por fin, en 1959, el Vanguard 4 pasó por la Luna, y el Luna 2 hizo impacto en su superficie.
La Venera I soviética pasaba por Venus en 1961, pero se perdió el contacto, y en 1962 el Mariner 2 americano se aproximaba a Venus y el Marte 2 ruso a Marte (el contacto se perdió).
En 1963 siguieron los fracasos, como los de los satélites rusos que intentaron aterrizar en la Luna, y el Ranger 6 se estrellaba contra su superficie, pero las cámaras fallaron. El Mariner 4 pasaba por Marte en 1964.
El Venera 3 se posaba en la Luna en 1965, pero se perdió el contacto. En 1966 el Luna 9 se posaba en la Luna y el Luna 10 se ponía en órbita a su alrededor.
El Surveyor I americano se posaba en la Luna ese mismo año. Desde entonces, los Surveyor van aterrizando en la Luna con regularidad, y en 1968 los Zond rusos giraron alrededor de la Luna y regresaron a la Tierra. Mientras, y a continuación, volaron a Venus varias sondas Venera, y a Marte, los Mariner 6 y Mariner 7.
En 1970 Rusia envió a la Luna el primer vehículo lunar, el Lunajod, el Marte 3 aterrizó en Marte en 1971, y el Mariner 9 entró en órbita a su alrededor. Varias naves Luna trajeron muestras de la Luna. El Pioneer 10 pasó por Júpiter en 1972. Rusia envió varios satélites más a la Luna, y los Viking 1 y Viking 2 estadounidenses giraron alrededor de Marte y se posaron allí. En 1977 el Voyager II, quizá el más conocido de los satélites, viajó a todos los planetas exteriores (menos Plutón).
Tras algunas misiones Venera y Pioneer Venus a este planeta y tras la sonda ISEE, que se acercó a un cometa en 1979, hay tres años sin expediciones más allá de la órbita terrestre. El ritmo de este tipo de vuelos será mucho más bajo a lo largo de los años ochenta y noventa.
Algunas misiones destacadas de este periodo son la sonda Galileo de 1989, que rodeó Júpiter, Ulysses, de 1990, que tras pasar por Júpiter giró alrededor del Sol en una órbita polar, o el Mars Pathfinder de 1996, que posó sobre la superficie de Marte un pequeño vehículo, una misión que consiguió atraer la atención pública. A finales del siglo XX hubo un aumento del número de misiones, y de nuevo se visita la Luna (el Lunar Prospector, de 1998 o el Lunar-A de 1999), y también Marte (Mars Climate Orbiter, Mars Polar Lander, Deep Space 2, de 1998 y 1999), cuya exploración ha recobrado interés ante la sospecha de que pudiese albergar alguna forma de vida.