Es muy probable que el caramelo se descubrirá por azar para calentar demasiado un líquido muy azucarado. Fue bautizado en América del Sur, ya que el nombre de caramelo proviene de caña de azúcar. El caramelo es a la vez un aroma de una golosina. Se emplean preparaciones culinarias y los confitero utilizan en la elaboración de ciertos bombones.
El azúcar es combustible. Contiene todo lo que hace falta para quemar: carbono, oxígeno e hidrógeno, de esta composición precisamente es lo que hace que sea tan nutritivo y deje tampoco residuos. Los enfermos, los convalecientes y los niños en pleno crecimiento aprecien el azúcar, principalmente en forma de caramelos y bombones. El caramelo es una pasta blanda o endurecida que se ofrece en diversas formas, la más simple de las cuales se prepara a partir de azúcar diluida en agua. Esta mezcla, al ser calentada, adquiere una coloración dorada. Si se tiene en la cocina antes de que esta mezcla se queme y cristalice, se obtiene una pasta blanda que se hace dure quebradiza al enfriarse. Basta con vaciar la pasta aún caliente montes untados con mantequilla o, todavía mejor, sobre un mármol frío untado de aceite, para obtener una delgada capa de caramelo. Antes de que se solidifique por completo, se corta el caramelo en la forma deseada, con ayuda de un cuchillo. Una vez enfriada, la lámina se corten pedacitos cuadrados. Los fabricantes de caramelos añaden a esta pasta leche, mantequilla, chocolate, crema o extracto de café para hacerlos más sabrosos. El caramelo líquido se emplea para cubrir cremas, para adornar buñuelos, para colorear ciertos alcoholes o envejecerlos, o incluso para perfumar determinados licores.
En resumen, para hacer caramelos sólo tienes que diluir azúcar en agua, y calentar el agua hasta que se evapore. Luego se deja enfriar la pasta sobrante, y ésta se convierte en caramelo.