El aprendizaje es la capacidad que tiene un animal de cambiar su forma de comportarse como resultado de la experiencia.
Los animales superiores, en especial los que poseen un gran encéfalo, son los que tienen más capacidad de aprendizaje.
Los científicos distinguen diferentes tipos de aprendizaje en animales, entre los que se encuentra la impregnación, la habituación y el aprendizaje por asociación.
Los seres humanos son, además, capaces de encontrar soluciones a los problemas mediante su capacidad de prever (aprendizaje por discernimiento), pero si este proceso tiene o no lugar en otros animales es un tema muy debatido
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Impregnación en el aprendizaje de los animales
La impregnación fue descubierta por el zoólogo Konrad Lorenz, quien descubrió que los patos recién salidos del cascarón se impregnaban de cualquier cosa que se moviera –incluso de Lorenz mismo si imitaba los graznidos– y luego seguían el objeto que se movía como si fuera su madre.
La impregnación normalmente tiene lugar durante un período de tiempo corto y especialmente sensible de la vida de un animal, sobre todo en los primeros años.
Habituación de los animales
Si el mismo estímulo se repite con suficiente frecuencia, un animal aprende rápido a no responder a él. A este mecanismo se le llama habituación.
Por ejemplo, un ciervo recién nacido puede que se asuste y busque refugio a la primera racha de viento entre los árboles que oiga, pero si hiciera lo mismo el resto de su vida, no le quedaría tiempo para nada más.
Por eso, pronto aprende a ignorar los sonidos familiares y a prestar atención a los ruidos desconocidos, los cuales pueden indicar que un depredador se acerca.
La habituación también tiene lugar en los seres humanos. Ello nos permite dormir por la noche aunque oigamos mucho ruido si éste nos es familiar, como por ejemplo el ruido de los coches circulando por una vía cercana. Sin embargo, nos pueden despertar los ruidos más leves, si no son habituales, como el leve crujido de una ventana que alguien abre furtivamente.
Aprendizaje por asociación de los animales
El aprendizaje en la mayoría de animales implica un proceso llamado asociación, según el que dos hechos quedan enlazados.
Un joven león, por ejemplo, pronto aprende a asociar los ataques a los ñus con grandes comidas, mientras que los ataques a animales más rápidos como las gacelas se asocian con el fracaso o, con suerte, a pequeñas comidas.
Condicionamiento clásico
El aprendizaje por asociación está relacionado con un proceso llamado condicionamiento clásico (o pavloviano), que fue descubierto por primera vez por el científico ruso Ivan Pavlov. Pavlov llevó a cabo un experimento para medir el flujo de saliva de los perros a punto de comer.
Cada vez que alimentaba a sus perros, hacía sonar una campanilla. Después de repetirlo cinco o seis veces, descubrió que los perros salivaban con sólo oír el sonido de la campanilla. Pavlov lo llamó respuesta a un reflejo condicionado.
Condicionamiento operante
Otro tipo de aprendizaje por asociación, llamado condicionamiento operante, fue descubierto por el psicólogo Edward L. Thorndike hacia finales del siglo xix. Thorndike colocó gatos en un espacio cerrado, llamado caja de problemas, del que eran incapaces de escapar a menos que realizaran algunas acciones simples (como pulsar una palanca) que abrieran el pestillo de la puerta.
El gato primero exploraba la caja, arañando las paredes y mordiendo los barrotes sin método aparente. Finalmente, daba con la acción correcta por casualidad y salía de la caja, recibiendo un pedazo de alimento como recompensa.
Thorndike descubrió que a cada intento subsiguiente, el gato encontraba el mecanismo de apertura de la puerta más rápidamente y, después de un número determinado de intentos, era capaz de abrir la puerta inmediatamente.
Esta curva de aprendizaje gradual –argumentó– era la prueba de que el animal no había comprendido
la solución de la forma que lo habría hecho un ser humano –de ser así, el gato hubiera abierto la puerta con la misma habilidad al intento siguiente después del primer descubrimiento. Thornlike explicó que las mejoras en el aprendizaje representaban un camino en el cerebro que estaba siendo marcado
.
El condicionamiento operante se considera hoy en día una parte muy importante del proceso de aprendizaje de muchos animales, porque permite que se adquieran nuevas destrezas por el método de ensayo y error.
Como la selección natural, el proceso descarta las respuestas menos eficaces de una gama de variaciones, y sólo las conductas que constituyen respuestas mejor adaptadas permanecen.
Predisposiciones condicionantes
Algunos animales parece que poseen predisposiciones naturales que dirigen el aprendizaje por vías particularmente útiles. Los polluelos, por ejemplo, pueden ser condicionados a picar más alimento en respuesta a determinados colores, pero no en respuesta al sonido.
En cambio, pueden ser condicionados a correr y a aletear en respuesta a sonidos, pero no a colores.
Estas tendencias instintivas son adaptativas: la discriminación del color es muy probable que les ayude a localizar el alimento en el suelo, mientras que la conducta de la huida sería más adecuada en respuesta a un ruido súbito procedente de un depredador acercándose.
La utilización del aprendizaje por asociación
Algunas plantas y animales utilizan el aprendizaje por asociación para protegerse. Las avispas, por ejemplo, obtienen protección de sus bandas amarillas y negras, que los pájaros comedores de insectos asocian con la picada dolorosa de la avispa. Las moscas de la especie Scaeva pyrastry se aprovechan de esto tomando un aspecto parecido, aunque sean incapaces de picar.
Aprendizaje por imitación
Muchos animales aprenden mirando a otros y copiándolos. Los polluelos observan lo que su madre pica del suelo, y luego seleccionan los mismos objetos. Prueba de ello es un experimento en el que se ofrecía a los polluelos granos pintados de verde y de naranja, teniendo delante una gallina modelo que picaba granos de un solo color.
Los polluelos podían ver a la gallina a través de una barrera transparente, y pronto mostraron una clara preferencia por el color seleccionado por la gallina modelo.
Se cree que el aprendizaje por imitación explicaría la destreza adquirida por los herrerillos (una especie de pájaro de las islas británicas) para hacer agujeros en los tapones de aluminio de las botellas de leche.
Aprendizaje por discernimiento
Los seres humanos son capaces de resolver problemas pensando la situación y encontrándole la solución, en un proceso llamado aprendizaje por discernimiento. Que los animales sean o no capaces de hacer lo mismo es un tema muy debatido.
Los dueños de animales de compañía a menudo están convencidos de que sus perros o sus gatos muestran signos de inteligencia del mismo tipo que la de los humanos. Los gatos, por ejemplo, suelen pedir que se les saque a pasear esperando delante de una puerta cerrada y maullando cuando su dueño está cerca, pero este tipo de comportamiento tanto podría ser explicado por el establecimiento de una asociación como por discernimiento.
Las pruebas científicas del aprendizaje por discernimiento en los animales no humanos han sido difíciles de establecer, pero se han hallado algunas.
El aprendizaje por discernimiento fue observado en los chimpancés en el famoso experimento realizado por el psicólogo alemán Wolfgang Kohler en 1925. Kohler colocó a un chimpancé en una jaula y encima de ella colgó una pieza de fruta fuera de su alcance.
Esparcidos por el interior de la jaula había varios objetos, entre ellos unos palos de bambú y algunas cajas de madera. La primera respuesta típica de los chimpancés era intentar alcanzar la fruta saltando.
El segundo paso era dejar de saltar y dar unas cuantas vueltas como si estuviera pensando. Luego, de una forma bastante súbita, el chimpancé empezaba a utilizar los objetos de la jaula en una forma aparentemente de discernimiento.
Un chimpancé colocó varias cajas unas encima de las otras y se subió encima; otro se construyó un palo largo insertando cuidadosamente los palos de bambú de la jaula unos dentro de otros y lo utilizó posteriormente para hacer caer la fruta.
Era significativo observar que los chimpancés no realizaron la conducta de ensayo y error típica del condicionamiento operante.
Los psicólogos explican este hecho especulando que, como los seres humanos, los chimpancés son capaces de construir representaciones mentales de su entorno, que pueden posteriormente manipular con el fin de decidir cuáles de entre las posibles soluciones tienen más probabilidades de asegurar el éxito.
Los chimpancés son incapaces de comunicarse mediante el habla porque sus cuerdas vocales y su aparato bucal no pueden generar la variedad de sonidos producidos por la voz humana. Sin embargo, algunos chimpancés han sido entrenados para utilizar el lenguaje de los signos, y han aprendido centenares de palabras, siendo incluso a veces capaces de unirlas y construir nuevas combinaciones.
El significado atribuido a este hecho es controvertido: algunos científicos creen que demuestra la comprensión del sentido de las palabras y un dominio básico de la gramática, mientras que otros argumentan que estos chimpancés están únicamente realizando trucos sofisticados basados en el aprendizaje por asociación.