Contenidos
¿Quién les teme a las arañas?
Las arañas se cuentan entre las criaturas de la naturaleza más temidas y a la vez más fascinantes.
En el mundo habitan innumerables especies, de las cuales solo una docena resulta realmente peligrosa para el ser humano. Sin embargo, ellas contribuyen a mantener en jaque a cantidades incalculables de insectos dañinos para el hombre.
El hábitat de las arañas es, prácticamente, el mundo entero.
Desde las selvas tropicales hasta los desiertos, desde las alturas montañosas hasta en sus nidos subterráneos podemos encontrar los más curiosos ejemplares.
La vida de las arañas
El promedio de vida de una araña es de 1 año, aunque las tarántulas pueden llegar a vivir hasta 30, con un período de maduración oscila entre los 8 y los 10 años.
La mayoría de las arañas lleva una vida solitaria; sólo unas pocas especies son sociales, compartiendo muchos individuos la misma tela.
Pertenecen a los artrópodos, tipo al que corresponden, también, los insectos, los crustáceos y los miriápodos.
La araña está dotada de herramientas especiales para sobrevivir aun en medios desfavorables.
La primera es la forma de segregar seda y de usarla.
Las glándulas situadas en la parte posterior del abdomen controlan el líquido con proteinas, que se solidifican al estar en contacto con el aire.
Con esas glándulas, la araña puede producir fibras secas o pegajosas. La boca está oculta debajo de los lóbulos en la base de los pedipalpos.
Después de paralizar o matar a la víctima con su veneno, la araña la aplasta con sus mandíbulas y succiona los líquidos del cuerpo, mientras unos pelos especiales filtran las partículas sólidas, impidiéndoles entrar. En la extremidad de las patas posee garras y gruesos pelos los que le permiten deslizarse por los hilos.
LA TELA DE ARAÑA
La materia prima de la tela de araña es una compleja sustancia proteica.
Ésta es segregada por cinco o seis glándulas especiales situadas en el vientre de la araña, cada una de las cuales produce una clase de seda distinta.
Estas glándulas, actuando en forma separada o en combinación, proporcionan las hebras para los hilos, cables y uniones de la tela; también para los sacos de huevos, líneas de anclaje y cuerdas para sujetar a las presas.