Vamos a iniciar un viaje hacia otras dimensiones.
Estamos acustumbrados a movernos en un espacio donde las dimensiones nos sirven de punto de referencia pero ¿que pasaria si existieran mas dimensiones o, por el contrario, faltase alguna de las que conocemos?
Supongamos que pudiéramos observar a seres humanos tan pequeños como puntos sin dimensiones (sin ancho, sin largo, sin alto) y que vivieran en un mundo constituido por una línea recta.
Para estos seres, sólo habría una sola dimensión: adelante y atrás.
Si dos hombres-punto A y B, viviendo en dos universos constituidos por líneas paralelas se cruzaran, el A verá al B que se interpone en su camino. Sin embargo, B no sabrá que existe A, pues está a su lado en una dirección que para él no existe.
Segun los estudios de física teórica y matemáticas actuales hay al menos 10 dimensiones del espacio. La mayoría de estas direcciones son imposibles de percibir para los seres humanos.
Lo primero para entender este extraño concepto sería explicar ¿qué es una dimensión?
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¿qué es una dimensión?
Es la medida de la extensión de un cuerpo, o la extensión de un objeto en determinada dirección.
Los seres humanos nos movemos en un espacio que tiene tres dimensiones: el alto, el largo y el ancho, o, lo que es lo mismo: arriba-abajo, a los lados y adelante-atrás.
Los científicos saben desde hace tiempo que, sin darnos cuenta, viajamos también en una cuarta dimensión: el tiempo
En cada lugar del espacio puede encontrarse un objeto material diferente según el ayer, el hoy o el mañana; y a su vez, cada objeto material puede trasladarse por el espacio tridimensional, es decir, ahora está aquí y luego puede estar allá.
Encerrados en nuestro espacio-tiempo, es difícil pensar en la existencia de otras dimensiones que, sin embargo, las matemáticas nos aseguran que existen.
Aparte del Tiempo ¿Que otras dimensiones existen?
Para poder entender las otras dimensiones que condicionan nuestro mundo, es útil tratar de imaginar qué pasaría con seres parecidos en inteligencia a nosotros y que vivieran, sin embargo, en universos con menos dimensiones.
Para ello supongamos que pudiéramos observar a seres humanos tan pequeños como un punto, sin dimensiones, sin ancho, sin alto y sin largo y que vivieran en un mundo constituido por una línea recta.
Así, cada uno de esos seres «vería» a quien está delante y a quien está detrás, en fila india, y podría saber de otras personas porque sus vecinos tambián estarían en relaciones con otros sucesivos.
Para estos seres sólo habría «adelante» y «atrás», una sola dimensión, y jamás estarán en contacto con otro que no fuera su vecino anterior o su vecino posterior.
Si su mundo fuera una línea recta podría tener límite; por ejemplo: un centímetro, o metros, o kilómetros o, por el contrario, ser infinito.
Si esta línea fuera circular o elíptica, nuestro hombre podría creer que su mundo es infinito, pero en realidad es limitado.
Dos hombres-punto viviendo en dos universos-líneas paralelas o alejados en planos diferentes, jamás llegarán a saber de su existencia recíproca.
Pero supongamos que un día, en un lugar determinado, se cruzan dos universos lineales; allí, nuestro hombre-punto, que marcha hacia adelante, verá aparecer y desaparecer, como un fantasma, al otro hombre-punto que se cruza en su camino.
Sin embargo, este segundo ser no sabrá de la existencia del anterior, pues está en a su lado, dirección que para él no existe.
El primer hombre-punto de nuestra imaginación podría creer que se está volviendo loco y viendo visiones o comenzar a razonar que tal vez hay otra dimensión que él no entiende, la de los «lados», y descubriría que la línea por la que marcha puede pertenecer a un plano con dos dimensiones. ¡Sería un genio!
¡La tierra es plana!
Los antiguos creían que la Tierra era un disco plano sostenido por cuatro elefantes.
Si pensamos en la existencia de un mundo así, las casas no tendrian techo y no existirían aviones. Faltaría la dimensión alto.
Si aprovechamos esta imagen y nos consideramos nosotros mismos planos, en tramos en un mundo de dos dimensiones.
Podemos poner, para objetivarlo, trocitos de papel de múltiples formas y colores sobre una gran mesa: algunos serían hombres; otros, animales; otros, plantas; podemos construir casas planas con simples líneas elegantes, sin techo -por supuesto-, con puertas de entrada y salida, con pocas o muchas habitaciones, pero todo plano.
Estos seres serían felices o no, como nosotros, pero jamás sabrán que podrían existir aviones.
Si uno de nosotros quiere entrar en ese mundo plano, puede aparecer como de la nada delante de cualquier hombrecito plano, aun dentro de una de sus habitaciones cerrada inviolablemente y con alarmas muy sensibles; total, uno viene desde arriba.
Además del susto del sujeto plano por nuestra presencia, la forma que adquiriríamos para él sería variable según la parte de nuestro cuerpo que coincidiera con su mundo plano.
¡Y qué gran susto se llevaría si de pronto lo alzáramos por los aires y pudiera ver a sus congéneres desde «arriba»!
Así, también podría darse cuenta de que existe otra dimensión, además del largo y ancho: la del «alto», y se constituiría en otro genio para su mundo.
Si los hombres-planos vivieran en un mundo esférico como la Tierra, ésta será ilimitada -porque nunca se acabará caminándola-, pero finita, pues se pasará a cada vuelta por el mismo lugar.
¿Cual es la quinta dimensión?
Si todo esto es verdad, también puede ser correcto lo que las matemáticas enseñan sobre la existencia de «N» dimensiones, donde la letra «N» equivale a cualquier número que quisiéramos ponerle.
Así y todo, es difícil pensar en otras características del espacio dentro de nuestro universo cuadridimensional en el que nos movemos tan bien.
Pensemos ahora un poco en cómo podemos descubrir, al menos, una quinta dimensión.
Si cogemos un cubo perfecto con sus seis caras iguales y tres dimensiones, con cada una de sus caras perpendicular a la adyacente, podemos suponer sin esfuerzo que se pueden «elevar» otras caras en ángulos rectos desde cada uno de sus ángulos para formar un «hipercubo»; sin embargo, no lo podremos ver como en realidad es.
Esto únicamente se puede comprender si recordamos que para dibujar un cubo sobre un papel plano usamos la perspectiva, es decir, esa sensación que la vista nos da de diferente tamaño entre los planos más cercanos y los más alejados; a su vez, los planos posteriores del cubo sólo los imaginamos, ya que no podemos verlos.
Pues bien: hay que atreverse a imaginar sobre tres dimensiones la perspectiva del hipercubo, cuyos planos están todos en ángulo recto con respecto de los demás y todos unidos por rectas iguales y perpendiculares entre sí.
¿Puede haber otros universos con otras dimensiones?
Si, como dijimos para el caso de los hombres-punto, su universo podrá ser limitado o ilimitado pero finito, para los hombres-planos también, pues si ellos se mueven en un plano de dimensiones conocidas será un universo limitado y medible, pero si su vida se desarrolla sobre un plano sin límites en largo y ancho, su mundo será infinito e ilimitado; en cambio, si viven sobre una superficie esférica -como la de la Tierra-, ésta será ilimitada (pues nunca se acabará caminándola) pero finita (pues se pasará a cada vuelta por el mismo lugar).
Con estos conceptos podemos intentar comprender los límites del universo tridimensional en el que vivimos, considerándolo infinito en todas direcciones, o curvado de tal manera que tiene fin, pero para nosotros resulta ilimitado, pues viajamos repitiendo los mismos lugares sin darnos cuenta por falta de puntos de referencia.
Los científicos nos proponen otras dimensiones y para ello han elegido graficarlas con un cubo (paraera plana, es decir, con dos dimentres dimensiones) o un hipercubo.