El calendario es un sistema de división del tiempo basado en el movimiento de los astros.
Los primeros calendarios, elaborados en Mesopotamia, seguían un sistema luni-solar.
La duración del año era fija y se establecían de acuerdo con el tiempo de traslación de la Tierra en torno al Sol. La duración de los meses venía determinada por el ciclo lunar y existía siempre un mes con un número variable de días que permitía corregir el desajuste entre ambos sistemas. El calendario juliano fue elaborado por el griego Socígenes de Alejandría y aplicado por Julio César el año 46 a.C. Sus principales aportaciones fueron reemplazar el 1 de marzo por el 1 de enero como inicio del año y dotar a éste de 365 días. Sin embargo, tenía una serie de problemas que dificultaban el establecimiento de las festividades cristianas, especialmente de la Pascua, por lo que el papa Gregorio XIII decidió instaurar un nuevo sistema en 1582. El calendario gregoriano calculaba las estaciones de acuerdo con el ciclo solar establecido en el año 325, ya que en dicho año el concilio de Nicea estableció las reglas de cómputo aplicables al cálculo de las fiestas cristianas. Se mantuvo la duración de 365 días repartidos en 12 meses, pero fue necesario introducir los años bisiestos para corregir el desajuste con el ciclo real de traslación de la Tierra. Se acordó que serían bisiestos todos los años múltiplos de cuatro, salvo aquellos acabados en 00 cuya centena no fuera también múltiplo de cuatro. El nuevo sistema fue inmediatamente aplicado en los países católicos. Gran Bretaña lo adoptó en 1752, Japón en 1863, Rusia en 1918, Rumanía y Grecia en 1924 y Turquía en 1927. Entre 1793 y 1806 Francia adoptó el Calendario Republicano. Constaba de 12 meses de 30 días y cinco días festivos sueltos.