Algunas costumbres y comportamientos son reconocidos como buenos y otras como malos. Éstos comportamientos comprenden en conjunto lo que llamaríamos «la moralidad». Podría decirse que es la suma de nuestro sistema de valores como seres humanos.
Los problemas surgen cuando los términos “ética” o “moral” se utilizan indistintamente ya que no son lo mismo
Estas palabras se derivan de la palabra en griego (ethos, ethikos) y del latín (costumbres, moralis) respectivamente, traducidas ambas como costumbres, modales o normas sociales.
Sin embargo, es posible diferenciar la raíz griega de la ética de la raíz latina de la moralidad.
De acuerdo con esto, “ética” hace referencia a las decisiones basadas en el carácter individual de las personas, y su comprensión subjetiva del bien y del mal, mientras que “la moral” hace referencia a las normas comunitarias o sociales ampliamente compartidos sobre el bien y el mal.
Dicho de otra manera, la ética es un examen individual de valores relativamente buenas o malas, mientras que la moralidad es una evaluación general por parte de la comunidad, mucho menos subjetiva que la ética.
La importancia de esta distinción se ve clara con cuestiones filosóficas como: “¿cómo debo actuar?” Y “¿qué debo hacer?”.
También es interesante saber diferenciar bién la ética de la moral para hacer frente a la pregunta de Sócrates, ‘¿cómo debemos vivir?’.
Por supuesto los cientos de culturas y tradiciones distintas presentes en la sociedad moderna, crea lo que podriamos definie como un collage moral, sin una verdad única fácilmente identificable, la gran cuestión moral es, sin duda, “¿Cómo debemos vivir juntos?”.
Al abordar esta pregunta, la respuesta ética individual puede estar limitada por su egoísmo esencial inherente a cualquier ser humano. Puede restringirse a la propia visión del mundo en vez de ser consciente de la existencia y la pertinencia a una comunidad.
Desde el reconocimiento de los demás, de acuerdo con la distinción hecha anteriormente, las cuestiones morales pueden y deben ser contestadas de forma universal.
Dicho de otra manera, la toma de decisiones morales se traslada a la toma de decisiones éticas, lejos de una reflexión sobre los imperativos individualistas en un espacio social.
Hay una gran diferencia entre lo que se debería hacer ante un dilema ético, y lo que debemos hacer ante un dilema moral.
En los dilemas éticos, la toma de decisiones individuales puede recurrir a los marcos imperativos, “que se debe hacer”, las consecuencias sociales, la búsqueda de hacer lo correcto,….
Pero las decisiones éticas deben reconocer el contexto en el que se establecen. Es decir, se debe reconocer que los derechos pueden ser clasificados en una jerarquía (por ejemplo, el parar en un accidente para prestar ayuda triunfa sobre una promesa de alguien que está esperandote para tomar café).
En las decisiones morales, en las que se reconoce la importancia de los demás y su situación actual en el mundo, las decisiones comunes se basan en el diálogo entre todos los afectados.
El diálogo debe aspirar a ser inclusivo y no coercitivo, auto-reflexivo, y ha de buscar el consenso entre la gente real, en lugar de buscar una verdad moral absoluta difícil de alcanzar.
Si embargo tambien hay algunos problemas en la que no es fácil la diferenciación y es muy complicado considerados como éticos o morales. Por ejemplo la eutanasia, la homosexualidad, el suicidio, o el conflicto palestino-israelí, por nombrar unos pocos.
Cada uno puede ser visto por diferentes observadores como un dilema, ya sea para el individuo a la hora de tomar una decisión sobre él (un dilema ético), o por una sociedad (un dilema moral).
Cómo vemos el dilema, en gran parte, determina el enfoque que hemos de tener, y esto a su vez definirá las decisiones que tomemos.
En resumen, hay una diferencia importante entre la ética y la moral.