Pericles fue un hombre que dio su nombre a un Siglo: «el Siglo de Pericles» o «El ciclo de Pericles»
Así se expresaba Pericles, el orador más famoso de Atenas en el siglo V antes de Jesucristo:
«La constitución que nos rige ha recibido el nombre de democracia porque su fin es la utilidad del mayor número y no la de una minoría».
En ese siglo vivieron muchas personalidades destacadas, como Milcíades, el vencedor de los persas en la batalla de Maratón, o Temístocles, el vencedor de Salamina, o políticos como Efialtes, o filósofos como sócrates; sin embargo, el siglo V antes de Jesucristo fue llamado «Siglo de Pericles», por la extraordinaria influencia que tuvo este ateniense en la vida no sólo de Atenas, sino también de Grecia y de la cultura de toda la humanidad.
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El SUEÑO de Pericles
Pericles pertenecía a una familia aristocrática.
Nació en el año 495 antes de Jesucristo, cuando los persas se preparaban para atacar a Grecia.
Su padre, Xantipo, venció a los persas en la batalla naval de Micala, durante la tercera guerra médica.
Pericles fomentó las artes y utilizó para ello los caudales públicos. Arquitectos, vaciadores, canteros, orfebres, pulidores de marfil, pintores, encontraban trabajo y todos podían vivir en bienestar y abundancia.
Su madre pertenecía a la familia de los Alcmeónidas y era sobrina de Clístenes, uno de los grandes políticos que lucharon por la democracia en Atenas.
Se cuenta que al aproximarse la fecha del nacimiento de su hijo, la madre, Agariste, soñó que la visitaba un león; ese sueño se interpretó como una predicción de las futuras cualidades del niño: valor, honestidad y nobleza.
El joven recibió una educación completa: aprendió música, y filosofía con el célebre sofista Zenón de Elea, pero su formación intelectual la realizó con otro gran filósofo llamado Anaxágoras.
Bajo la influencia de sus amigos cultos y de su hogar, Pericles se inclinó hacia las artes y la filosofía.
Su rostro era bello y equilibrado, pero llevaba siempre un casco puesto porque su cráneo era muy alargado.
Su figura y actuación hacían recordar a los ancianos al tirano Pisístrato; por ello y para evitar el destierro, Pericles ingresó primeramente en el ejército antes que en la política, y allí se destacó por su valor.
PERICLES Y LA DEMOCRACIA ATENIENSE
Atenas era una polis o ciudad-estado de gran importancia en Grecia.
A ella y a Esparta se debió, principalmente, la victoria sobre el poderoso imperio persa durante las llamadas Guerras Médicas que, con largos períodos de tregua, duraron casi 50 años.
En Atenas, en los siglos VI y V, se había llevado a cabo una serie de reformas que permitieron implantar la democracia.
Pero los aristócratas tenían aún gran influencia, pues contaban con jefes muy destacados.
Había unos 500.000 habitantes en la época de Pericles, pero sólo 40.000 eran ciudadanos, es decir, tenían derecho a reunirse en la Asamblea del Pueblo y votar sus leyes.
En esa polis, todo dependía del pueblo y el pueblo dependía de la palabra.
Por eso tenía tanta importancia ser un buen orador y convencer con sólidos argumentos al pueblo que debía votar.
El historiador griego Tucídides señala que Pericles tenía gran destreza oratoria y «aun cuando alguien le hubiese vencido y derribado, él, insistiendo en no haber caído, convencía a los circunstantes de no creer en lo que veían con sus propios ojos para creer, en cambio, en su palabra».
Esta habilidad, más su honestidad, valor y virtud, le facilitaron el acceso al poder.
La Acrópolis de Atenas, bajo la dirección del escultor Fidias y con grandes arquitectos y artistas, se llevó a cabo en pocos años una obra cuyas ruinas aún nos llenan de admiración.
Asombraban sobremanera su calma e imperturbabilidad ante los más tremendos ataques.
El historiador Plutarco cuenta que, cierto día, Pericles fue insultado en el ágora (donde se reunía la Asamblea) por un individuo muy grosero.
Él permaneció indiferente, cerrando los oídos a los insultos.
A la tarde, al regresar a su casa, el hombre seguía insultándole.
Cuando Perieles llegó a su hogar, ya había anochecido; entonces llamó a uno de sus esclavos y le ordenó encender una antorcha para que acompañara a su adversario hasta su casa, iluminándole el camino.
¿Que hizo Pericles?
PRIMEROS ÉXITOS DE PERICLES
En el año 461 antes de Jesucristo, Efialtes, jefe del partido democrático, fue asesinado y Pericles le sucedió en la jefatura de la conducción popular.
Lo primero que hizo fue imponer el prestigio de Atenas en Grecia, separándose de Esparta, la otra polis importante del país, y continuar hasta el fin la lucha contra los persas.
Tras algunas acciones navales desfavorables para éstos, Pericles le propuso a un riquísimo ciudadano ateniense llamado Calias tratar la paz con Artajerjes I.
En el año 449, después de casi medio siglo de lucha, se firmó la paz entre griegos y persas. Éstos se comprometieron a no entrar en el mar Egeo con naves de guerra y a no atacar a ciudades aliadas de Atenas en las islas Egeas y en las costas del Asia Menor; renunciaron, además, al pago de tributos de los griegos de Asia.
Por su parte, Atenas se comprometió a no intervenir en los asuntos de Egipto y de Chipre, dominados por los persas.
Pericles contribuyó más que ninguno a construir la democracia ateniense.
De su estilo oratorio y político, dice el historiador Plutarco:
«Pericles tenía no sólo un pensamiento sublime y un lenguaje elevado, desprovisto de toda chocarrería vulgar y entremetida, sino además una gravedad en el rostro nunca jamás alterado por la risa, un andar sereno, una compostura del vestido que nunca turbaba ningún gesto oratorio, un tono de voz sin estridencias y muchos otros rasgos de esa índole que a todos impresionaban y maravillaban».
El pueblo lo seguía casi siempre convencido plenamente, y él lo conducía con persuasión y consejos.
«El gobierno que resultaba de ello -dice Tucídides-era totalmente una democracia, pero, en realidad, era el gobierno del primer ciudadano».
LA OBRA DE PERICLES
Durante la segunda guerra médica, los persas habían entrado en Atenas y destruido gran parte de ella.
Pericles se propuso restaurar los edificios y reconstruir la Acrópolis o parte elevada de la ciudad, donde se hallaban los templ,os de los dioses. La dirección de los trabajos fue confiada a su amigo el escultor Fidias, y bajo sus órdenes trabajaron arquitectos y escultores que legaron obras de grandiosidad y belleza insuperables.
En esa época, el arte griego alcanzó su máxima expresión. El Partenón, dedicado a Atenea, la diosa protectora de Atenas, era el santuario mayor y en su interior había una gigantesca estatua de la diosa de 26 metros de altura, realizada por Fidias con oro y marfil.
Se hallaba colocada de tal manera, que los rayos del Sol, incidiendo sobre ella, realzaban el brillo de la túnica y la blancura del cuerpo.
Otros templos importantes eran: el Erectión, con una famosa tribuna en la que los cuerpos de mujeres o cariátides reemplazaban al fuste de las columnas; el templo de la Victoria y la entrada o propíleos.
La construcción de estas obras públicas creaba, también, un gran número de empleos y daba trabajo a talladores de piedras, fundidores, marineros que transportaban por mar los materiales necesarios para las obras, etcétera.
EL IMPERIO ATENIENSE
La importancia decisiva que Atenas había tenido en el triunfo contra los persas aumentó su prestigio.
Para contribuir a la defensa del territorio, todas las polis se habían unido y entregaban barcos, hombres o dinero para equipar la flota y el ejército.
Se había organizado entonces la Liga de Delos y en la isla de Delos se guardaban los tesoros de la Liga.
Pericles usó esos recursos, una vez firmada la paz con los persas, para unir a las polis y crear un estado panhelénico; también, para engrandecer a Atenas.
Nunca como entonces la ciudad fue tan poderosa y, dueña del mar, se convirtió en el centro comercial y político más rico.
El engrandecimiento de Atenas provocó gran temor en otras polis, deseosas de mantener su independencia; esto fue la causa principal de la Guerra del Peloponeso, o guerra de los 30 años, entre la Liga de Delos, encabezada por Atenas, y la Liga del Peloponeso, encabezada por Esparta.
Esta larga guerra civil, que envolvió a todos los estados griegos, se extendió desde el año 431 a. de J.C. hasta el año 404 a. de J.C.
Pero Pericles sólo pudo ver sus desastrosos comienzos. En el año 429, los espartanos invadieron la península del Ática y sus habitantes se refugiaron en los largos muros que unían a Atenas con el puerto de El Pireo.
El hacinamiento facilitó la propagación de una terrible peste, entre cuyas víctimas se contó precisamente Pericles, el hombre de mayor influencia en el siglo.
Por esta razón, los historiadores dan al siglo V a. de J.C. el nombre del gran estadista y amante de las artes.