Una cadena de montaje es un sistema de producción industrial capaz de fabricar numerosas copias de un mismo objeto a partir de piezas intercambiables.
A principios del siglo XIX, el inglés Joseph Whitworth ideó un sistema muy exacto para medir las dimensiones de cualquier pieza, lo que permitía construir máquinas capaces de fabricar elementos idénticos.
Era la base de la producción industrial en serie. En la década de 1840, el estadounidense Samuel Colt decidió aplicar este sistema a la fabricación de sus armas, abandonando así la producción artesanal, en la cual cada operario construía todas las piezas del revólver y luego las ensamblaba realizando los ajustes necesarios.
En el cambio de siglo, Ramson E. Olds creó la primera cadena de montaje, donde se construían vehículos a partir de piezas estandarizadas fabricadas en otra factoría. Sin embargo, cada operario debía montar todas las piezas del coche, lo que les obligaba a desplazarse por el taller en busca de los elementos necesarios y producía un considerable gasto de tiempo.
En 1908, Henry Ford ideó la línea de montaje móvil, en la cual el producto pasaba de un operario a otro, cada uno de los cuales le añadía exclusivamente una pieza nueva. De este modo se ahorraba mucho tiempo y se podía llegar a fabricar un coche cada minuto.
La reducción del coste asociada al montaje en serie permitió rebajar los precios e iniciar la producción masiva de todo tipo de productos manufacturados.